“La fidelidad de los Trenchard en su generación se derivó de la Palabra de Dios”

Entrevista a Ken Barrett sobre la biografía, “Ernesto y Gertrudis Trenchard, la enseñanza que permanece”, un nuevo libro de Tim Grass.

10 DE AGOSTO DE 2019 · 21:25

Ken Barret, director del CEBF.,
Ken Barret, director del CEBF.

Hoy queremos entrevistar a Ken Barrett, secretario del Centro Evangélico de Formación Bíblica en Madrid (C.E.F.B.)  y oriundo del Reino Unido. Hablemos acerca del  espléndido libro de Tim Grass, “Ernesto y Gertrudis Trenchard, la enseñanza que permanece”.

 

P. ¿Quiénes eran Ernesto y Gertrudis Trenchard, y cuál era su servicio para el Evangelismo en España, entre 1924- 1972?

R. Se trata de un matrimonio formado por dos británicos que vivieron en España entre los años 1923-1973. Gertrudis era de un trasfondo acomodado del sur de Gales y era una graduada universitaria en una época cuando pocas mujeres tuvieron tal preparación académica. Entre las mujeres que vinieron a servir en España entre las asambleas de Hermanos fue la primera graduada. Ella vino, en un principio, como la esposa de un misionero que falleció tan solo seis meses después de llegar. A Gertrudis la dejó no sólo viuda, sino embarazada de mellizos. Fue unos años más tarde que conoció a Ernesto, que procedió de un trasfondo algo más humilde, y quien también había respondido a la llamada del Señor a la obra del Evangelio. Se casaron aquí en España después de un cauteloso noviazgo, convencidos de la llamada del Señor de servirle juntos. Lo hicieron en medio de las vicisitudes del siglo pasado en España y también criaron una familia numerosa, además de los mellizos.

Su principal, y más recordado, servicio para el Señor fue en la enseñanza que se caracterizó por ser bíblica, sistemática y evangélica. En un momento en que se daba mucha atención a la predicación evangelística y devocional, influenciaron (para bien) la alimentación espiritual de muchas iglesias locales. Tuvieron una gran carga por formar a jóvenes y animar a otros formadores en las iglesias, y cumplieron este propósito por medio de cursos y predicaciones presenciales, como también por la publicación de comentarios y otros libros de estudio que siguen en las listas editoriales hasta hoy.

 

P. Entre los muchos siervos del Evangelio en España, ¿qué los distinguió de su generación, especialmente entre las Asambleas de Hermanos con su énfasis sobre las prácticas de la iglesia en el Nuevo Testamento?

 

“La fidelidad de los Trenchard en su generación se derivó de la Palabra de Dios”

R. Cubrieron varias generaciones por los largos años que pasaron en España. Pero la Guerra Civil entre 1936 y 1939 marcó un antes y después en cuanto a la presencia de obreros del extranjero.  Con grandes sacrificios continuaron a prestar su ayuda a la obra del Señor entre el movimiento de los Hermanos. Ernesto y Gertrudis llegaron al mismo tiempo que otros colaboradores británicos en los años 1920. Hicieron, juntamente con otros, una contribución significativa al guardar la obra pionera de generaciones anteriores. Pero relativamente pocos estuvieron en condiciones para volver en la época de la posguerra. Incluso se podría decir que pocos obreros extranjeros volvieron a servir en España hasta los años 1960.

Entonces lo que distinguió al matrimonio Trenchard en parte fue ese arrojo al volver en medio de una situación de atrición y recelo hacia el elemento extranjero, y cuando la comunidad internacional había dado la espalda a la España franquista. Pero más que su fidelidad a una llamada misionera en la adversidad, se nota la capacidad de esta pareja de desmarcarse de unas actitudes que tendían a caracterizar a algunos de los hermanos del extranjero que sirvieron en España. Se esforzaron en penetrar la cultura y la historia del país; reconocieron el valor duradero de entrenar a hombres y mujeres de Dios que tuvieron que responsabilizarse de las iglesias locales. Y su don de enseñanza enfrentó a su generación en las Asambleas de Hermanos en España con el desafío de obedecer la Palabra de Dios, especialmente en prácticas de la iglesia. Realmente creyeron que las iglesias locales de hoy no sólo derivan de una serie de normas de organización y de prácticas según el Nuevo Testamento, sino el Espíritu de Dios tiene que dejar aquella Palabra imprimirse sobre la calidad de su servicio y sus motivos. Hay un comentario en el prefacio del libro sobre la cuestión de la consagración que la historia de los Trenchard ilustra muy bien. Sus vidas fueron libertadas e impactantes porque se vivieron a la luz del cambio radical de la Cruz de Cristo.

 

P. ¿Por qué esta biografía no conviene, ni a nostálgicos, ni a  tradicionalistas entre los evangélicos?

R. Tal vez la caricatura que se les ha pegado (con cierta justificación en los últimos años) es que el movimiento de los Hermanos es muy conservador, y por implicación “inmóvil”. Hay que admitir que el inmovilismo puede surgir por diferentes motivos. Antes de la Guerra Civil, el conservadurismo fue la actitud de los misioneros mayores, respaldado por la educación humilde y de poca cultura de muchos de los integrantes de nuestras asambleas. A partir de los años 1960, las razones por la actitud de “bunker” son algo más complicados. Por tanto, siempre es una tentación, al mirar atrás, a imaginar que los obreros del Señor operaron en una “época dorada” y no tuvieron que enfrentar las dificultades personales y de congregaciones que son obstáculos para el liderazgo de la obra hoy. La muy buena investigación de parte de Tim Grass en este libro no deja lugar a tales ilusiones. Con pleno respeto, pero sin caer en la hagiografía, el autor expone el individualismo e intransigencia que existían en España y entre el pueblo del Señor en aquel entonces como todavía hoy. Pero este libro no es un ejercicio de crítica destructiva, aunque a primera vista pocos héroes salen de la historia contada. Más bien revela la maravilla de un evangelio que sigue transformando tanto a los sujetos principales de la historia, como también a los hermanos entre los cuales trabajaron. Los nostálgicos muchas veces quieren embalsamar un recuerdo de ciertos momentos que recuerdan con este matrimonio destacado. Los tradicionalistas quieren justificar una postura inmovilista con apelar a ciertas enseñanzas que aplicaron estas personas autoritativas para resolver dificultades entre las iglesias. Sin embargo, el desafío que presenta esta biografía es que la fidelidad de los Trenchard en su generación se derivó, como debería en la nuestra, de la Palabra de Dios. Fue un estudioso, que quiso reflejar en su contexto, las enseñanzas que dan firmeza en la fe en Cristo, pero no inmovilismo en las tradiciones de los hombres.

 

P. ¿Cómo fue  el trabajo de los misioneros británicos?

R. Buena aclaración; porque no vinieron sólo de Inglaterra que es un país dentro del conjunto del Reino Unido. Este mismo autor, Tim Grass, trató el trabajo misionero muy bien en un estudio anterior en 2012 con el título “Generaciones. La influencia de los misioneros británicos en las Asambleas de Hermanos de España 1834 – 1990”. Desde el comienzo de la predicación pública del Evangelio, después de la Revolución de 1868, hubo pioneros como Jorge Lawrence, quienes aprovecharon la nueva (y pasajera) libertad para sembrar el Evangelio ampliamente. Muchos también se implicaron en fundar escuelas evangélicas como un adjunto de la predicación. Pero a pesar de su celo sacrificial, una crítica repetida acerca de la obra misionera, especialmente como algunos de los británicos sirvieron casi todas sus vidas en España, es que no prepararon un liderazgo local duradero. Mucha de esta crítica realmente no ha tomado en cuenta el contexto educacional, cultural y social de los que primeramente acudieron al Evangelio en España. Las iglesias locales no aprendieron a responsabilizarse y se ha argumentado que no tuvieron la posibilidad económica de existir sin el fuerte respaldo desde el extranjero. Efectivamente el trabajo de los misioneros hasta la Guerra Civil consistía, entonces, en proveer un anclaje alrededor del cual unos núcleos pudieron luego formarse. Fue en este contexto que la enseñanza de personas como Trenchard llegó a ser decisivo.

 

P. ¿Cómo eran las Asambleas en los difíciles años del régimen de Franco?

R. Esta biografía nos hace recordar que los difíciles años del régimen de Franco sólo continuaron e intensificaron las dificultades que toda la comunidad evangélica enfrentaba, a pesar de disfrutar de la libertad civil en las breves ventanas que hubieron entre 1868-1874 y luego durante la II República de 1931-1936.

Por tanto, las Asambleas ya contaban con cierta experiencia de luchar, de los cierres, multas, encarcelamientos, martirios y limitaciones que correspondían a diferentes etapas del franquismo. El mismo matrimonio Trenchard aprendió a sufrir penalidades por causa del Evangelio al principio, durante el Directorado Militar y el periodo de la II República, en la provincia de Ávila, durante su etapa pionera.

Pero, aunque las asambleas eran pequeñas y rodeadas de dificultades, el amor por el Señor y la disposición de sacar pecho por el Evangelio fueron indudables, y existía muchas más ganas de comunión, probablemente porque la posibilidad les era negada. El papel de los pocos hermanos que pudieron viajar entre ellas fue esencial

 

P. ¿Cuáles eran sus necesidades?

R. Como hemos comentado, los Trenchard colaboraron con otros misioneros, entre otras cosas para dar cobijo en Inglaterra a diferentes familias bajo amenaza mientras duraba la Guerra Civil. Volvieron por invitación de las iglesias principalmente para enseñar. Hubo muchos jóvenes que estaban manifestando un interés en el Evangelio, a pesar de la desaprobación del régimen franquista. La etapa de reuniones en casa, limitadas en número para evitar denuncias a la policía, puso en evidencia la necesidad de más hermanos formados en la Palabra para edificar a otros. La vuelta de los Trenchard a España en 1947 no fue fácil, tanto por la sospecha hacía todo lo extranjero de parte de las autoridades, como por las mismas circunstancias de la familia. Le había amputado a Ernesto una pierna y Gertrudis no pudo acompañarle hasta 1952, por las exigencias de terminar la educación de la familia en el Reino Unido, y por su responsabilidad como directora de un colegio privado que había regentado por más de 10 años.

Los tiempos que corrían realmente pusieron de manifiesto aún más claramente lo oportuno de los dones de Ernesto para atender a la sed de la Palabra. Viajó entre las asambleas de Hermanos, pero fue particularmente en Barcelona donde ejerció su ministerio de enseñador, formando un equipo con otros obreros y ancianos, con estos mismos dones y carga. Cuando sintió que las puertas le estaban empezando a cerrarse entre las asambleas en la ciudad condal, al principio de los años 1960, decidió trasladarse, con el ministerio de Cursos Bíblicos, a Madrid. También coincidió con una enfermedad de corazón en 1964, pero los últimos años de enseñanza produjeron la cosecha de libros fraguados gracias a los cursos que enseñaba, y que tuvieron que imprimirse en condiciones clandestinas o de censura. Ernesto falleció en 1972 y Gertrudis le siguió en 1973 mientras todavía los evangélicos estaban bajo restricciones, a pesar de la toleración limitada de la Ley de 1967.

 

P. ¿Quiénes fueron los obreros nacionales que se fueron añadiendo, y cómo creció la obra de Dios en la España nacional católica?

R. Fue en 1949, en las dificultades de la posguerra, que se decidió organizar un fondo para canalizar apoyo a los pocos obreros nacionales que pudieron dedicarse a la obra a tiempo completo. Trenchard, juntamente con otros hermanos nacionales como Santiago Miñambres y misioneros como Federico Gray y Edmundo Woodford, se incorporó como uno de los consejeros de la junta. A los obreros nacionales existentes como Mariano San León, Fernando Pujol y Cecilio Fernández, se añadieron otros, encomendados por sus iglesias locales, como Claudio Canal, Celestino Puente, Abdón González, Álvaro Figueirido y Joaquín Guerola. Este fondo no fue la única manera de apoyar a los que se dedicaban a predicar el Evangelio. Trenchard se involucró en buscar fondos para el ministerio radiofónico y la encomendación de obreros para hacer un seguimiento de los radio-oyentes, hermanos como Juan Federico. Es un poco envidioso mencionar a algunos y no a otros de una larga lista de los que sirvieron fielmente durante aquellos tiempos difíciles. Pero, según iban creciendo las iglesias en los últimos años del ministerio de don Ernesto, hubo jóvenes miembros del equipo de Cursos Bíblicos que también se incorporaron, como Pedro Gelabert y Pedro Inglés. En la generación después de su muerte en los años 1970, y después de las primeras elecciones democráticas, hubo una nueva generación de obreros, algunos influenciados por la enseñanza de Trenchard. 

El conformismo que exigió la España nacional católica, y la tergiversación que la misma Iglesia romana hizo acerca de los grupos “no-católicos”, tuvieron el efecto de contrastar la fe ferviente pero cautelosa de jóvenes evangélicos con la de sus contemporáneos. Aunque, con la falta de campañas, los que acudieron a oír el evangelio lo hizo por ser invitados por compañeros; y aun así fue un paso atrevido él de identificarse con el Evangelio, unos lo hicieron a pesar de la desaprobación de familiares y la vituperación en muchos estamentos oficiales. 

Trenchard analizó bien el mensaje que la Iglesia confesante tuvo que predicar en este ambiente de la España nacional católica. Fue precisamente una cultura que creía poseer el cristianismo verdadero y, por tanto, se había distanciado del mensaje del evangelio como una posible fuente de verdad, aparte de los “efectos secundarios” del fanatismo y superstición de una fe nominal. Trenchard no invirtió mucho tiempo en adoptar una apología, con el fin de criticar los errores como preparación del anuncio de la verdad. Más bien centró su enseñanza y su apología al anunciar a Jesucristo en toda su plenitud.

   

P. ¿No es cierto que muchos hermanos que se congregan en AAHH ignoran su historia, y este libro es clave para las nuevas generaciones?

R. No me han revelado muchos hermanos cuánto conocen de la historia de las AAHH, pero a juzgar por la cantidad de libros bien informados sobre el tema que no se venden; y la relativa pobreza del uso de nuestros archivos para exposiciones etc., parece que los hermanos podrían informarse más de la historia de nuestra propia parcela.

Este libro es clave para las nuevas generaciones porque presenta a las personas como eran, no como los héroes intachables que nuestros padres siempre nos cuentan. La investigación y análisis cuidadosos de fuentes identificables, que ha realizado el autor, contrastan fuertemente con las colecciones de recuerdos de antaño de ciertas publicaciones en nuestros círculos. Es modélico el reconocimiento respetuoso de estas fuentes, que brillan por su ausencia o su descuido en muchos trabajos de “historia evangélica”. Además, el interés humano de esta historia nos inspira a comprometernos con el trabajo duro de hacer “Cristo presente” por mediar la Palabra en el contexto actual en el que nos toca vivir.

 

P. ¿Por qué no están reñidos la curiosidad y el hambre intelectual, con la verdadera espiritualidad?

R. Me alegro que hayas vinculado la curiosidad y el hambre intelectual, que muchas veces no están conectados por los que están embobados por el uso de los medios sociales. Los medios se prestan a despertar nuestra curiosidad sólo para satisfacerlo superficialmente y no llevarnos a un proceso de cuestionamiento que, en la misericordia de Dios, puede llevarnos a la verdad que está en una sola persona, Cristo. El matrimonio Trenchard vivió rodeado de libros, en enfermedad, en familia, en vacaciones, en trabajo. No sólo fueron educados utilizando libros, sino su lectura y su conversación extendieron el proceso y sembró la misma actitud en otros que les conocían y leían sus publicaciones. Pero no se limitaron a una misión educativa, sino a culminar esta misión llevando a personas a los pies de Cristo, el único que puede satisfacer la búsqueda detrás de todas las búsquedas. Otro detalle importante que se nota en esta pareja es que su espiritualidad no se dramatizaba, ni se apartaba a ambientes etéreos, sino que hizo un aterrizaje en medio de circunstancias muy normales y en medio de una labor intensa.

 

P. ¿Cuánto podemos aprender de gigantes cómo los protagonistas de esta obra, en cuyos hombros estamos sentados?

R. Estoy seguro que cada lector tomará diferentes aspectos de la historia para su propia inspiración, pero es importante ver lo que hizo gigantes a los protagonistas, porque son dos cosas dentro del alcance de todos los que han creído en Cristo. Primero, la prioridad de la Palabra de Dios, no sólo como un baluarte intelectual, sino el centro de la vida. Segundo, el pleno convencimiento de que la obra de la Cruz de Cristo y su reivindicación en la Resurrección transforman a personas débiles en las que pueden ser útiles en la obra de Dios. ¡Cuidado! No exitosas, no infalibles, ni reconocidas, pero personas cuya solidez está respaldada por el perdón de los pecados y la labor sin cesar de hacerse conformar a la imagen del Hijo amado.

 

P. ¿Qué nos puedes decir del incansable trabajo, estudio, y servicio, frente a un mundo que busca la felicidad en el egoísmo, y está cada vez más deprimido?

R. El libro producirá un revulsivo en cualquier persona que sabe que el egoísmo (incluso en sus versiones “evangélicas) nunca llena. Claro que nuestra primera reacción superficial a personas tan “dedicadas a la obra” puede provocar un sentido de culpa, o la auto-justificación del uso de nuestro tiempo. Pero Rom. 6: 16 y 22 nos hace recordar que nuestra libertad por medio de la redención de Cristo es para servir la justicia. Este servicio rendido a sus pies es el único camino que nos satisface, y nos coloca dentro de la voluntad de Dios, aunque el proceso en sí no complace en lo inmediato.

 

P. ¿Qué paradigmas, dentro de nuestras Asambleas, han marcado los Trenchard, de esos que son un tanto inamovibles?

R. En primer lugar, las respuestas para la Iglesia no surgen de modelos de importación, sino de estudiar las Escrituras en iglesias locales, comprometidas con su contexto. Los dones de la enseñanza se dan a la iglesia, y mientras los cursos de estudios teológicos residenciales pueden aumentar y acelerar el conocimiento, pocas veces ayudan a aumentar la estatura espiritual de los siervos de Dios.

En segundo lugar, mensajes que no exponen las Escrituras ni acostumbran a las congregaciones a leer la Biblia por su cuenta, no edifican la iglesia local y no producen un testimonio contundente. Una iglesia con una sólida formación bíblica y con ancianos/obreros diligentes, producirá una generación de jóvenes predicadores.

Finalmente, el verdadero avivamiento viene por adentrarnos en el mensaje de la Cruz de Cristo y formar nuestra manera de pensar y actuar, individualmente y en la Iglesia, en torno a él. 

 

Tim Grass, autor del libro.

P. Las circunstancias históricas han cambiado mucho, las dificultades de la obra pionera también; y siempre han existido y existen personalismos, tradiciones no bíblicas que han hecho mucho daño. ¿Qué podemos aprender de gigantes como los Trenchard en este sentido?

R. La correspondencia voluminosa de Trenchard para intentar resolver tales dificultades en su generación da un testimonio elocuente de su amor, aun con los pendencieros, al intentar hacer la paz. Nunca se conformaba con las imposiciones, ni de otros misioneros extranjeros, ni de los Diótrefes de las iglesias locales – y la autonomía de nuestras asambleas ofrecían bastantes ejemplos de individualismo e intransigencia. Pero tuvo una amplitud de simpatía con los hermanos sencillos, confiados en las Escrituras, que perseveraron en el buen hacer, anhelando el avance del Reino y amando la Venida del Señor. Esta comunión amplia, que propicia el crecimiento espiritual y la extensión de la Palabra, siempre conectó con la simpatía de este matrimonio.  

 

P. Sólo tenemos una vida, y son muchas las veces que pienso que la mía, nunca me llegaría lo suficiente para servir al Dios de mi existir; mirando las vidas de héroes de la fe como Ernesto y Gertrudis Trenchard, ¿qué podemos aprender?

R. El apóstol Pablo, desde lo que sufrió por ser consecuente con el mensaje del Evangelio, dijo “pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”. (2 Ti. 1: 12) Actuar con fe, por amor a Dios y a los demás, surge sólo de conocer el abrazo transformador y el perdón de Dios en Cristo, quien nos reconcilió consigo mismo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.

 

P. Una palabra sobre lo que tú quieras para finalizar esta entrevista.

R.Compra tu propio ejemplar del libro para ver qué conclusión sacas. “Ernesto y Gertrudis Trenchard. La enseñanza que permanece”, Tim Grass, CEFB Publicaciones, mayo de 2019, ISBN978-84-120474-0-0

Y si puedes, ¿por qué no te acercas a una de las presentaciones del libro? CEFB las está haciendo en conjunto con www.libreriacristianaelrenuevo.es

En Barcelona, Avda. de Mistral 85-87, sábado 21 de septiembre a las 6 de la tarde, con la presencia de “testigos generacionales” de los Trenchard.

En Madrid, C/ Trafalgar 32, sábado 19 de octubre a las 7 de la tarde, con la presencia del autor Tim Grass.

 

¡Gracias Ken por esta entrevista, y por tu vida y espléndido ministerio, junto a tu esposa Alison, después de más de 30 años en España,  al servicio de Dios en primer lugar, y a las Asambleas de Hermanos en este país!

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