Ateo

Usted puede serlo, pero su ateísmo tiene puntos insostenibles e inexplicables.

10 DE AGOSTO DE 2019 · 20:00

Foto: Matthew T Rader, Pexels,
Foto: Matthew T Rader, Pexels

Usted puede ser ateo. Es probable que nadie pueda impedírselo. Cuando usted se dice ser ateo se afirma por encima de cualquier otra realidad. Usted tiene todas las respuestas. Usted está diciendo que se basta a sí mismo. A pesar de eso, su ateísmo tiene puntos insostenibles. Tiene puntos inexplicables. 

No se trata de que usted quiera admitirlo o no. Usted solo puede afirmar que es ateo mientras está en vida. Usted no tiene control sobre el tiempo que va a vivir. Hay una ley y una fuerza que está más allá de su comprensión y de sus fuerzas, que está por encima de usted, y usted puede tratar de ignorarla o desconocerla, pero eso en nada varía la realidad de esa presencia vital que lo sobrepuja y lo abruma. Usted tiene la vida, pero la misma vida le dice y le demuestra que usted no es dueño de ella, realidad ante la cual su ateísmo, por razonado y bien argumentado que esté, comienza a tambalearse. 

Me puedes alegar que, a pesar de esa realidad innegable, nosotros los seres humanos nos mostramos y somos superiores, tenemos inteligencia, razón voluntad, sentimientos, discernimiento moral y otras cualidades que dan cuenta de nuestra grandeza. Pero aun así continúan quedando hilos sueltos que desde las creencias ateas no logran amarrarse. 

El ateísmo es una postura que constituye en esencia una afirmación que niega una realidad a partir de un sujeto pensante que se afirma a sí mismo con su propia negación. Una piedra no tiene la capacidad de negarse o afirmarse, una piedra no razona, no puede ser ni atea ni creyente, es simplemente una piedra. Quien tiene la capacidad de negarse o afirmarse, en sentido de creer o no, es el ser humano. Lo inevitable de todo es que el ser humano no puede negarse el ser, porque negar el ser es irremediablemente afirmarlo.

Por encima del ser humano, más allá de lo que él sabe y puede comprender, está Dios, expresado y explícito en toda su obra. Así como las propias obras que el ser humano hace técnica, científica o artísticamente, sirven para explicarlo a él mismo, así también, cuando el hombre intenta negar a Dios, se está negando así mismo. Está operando contra el sentido y realidad de su propia existencia.

Ser ateo es un derecho como el derecho a vivir, a pensar o a comer. Ser ateo es una opción posible. Es un derecho que paradójicamente se afirma en un universo infinito y ajeno. Es algo así como ser ciudadano de un Estado y al mismo tiempo negar que el Estado exista. Con el Estado se puede estar de acuerdo o no; incluso, uno se puede declarar en rebeldía contra el Estado, uno puede estar en desacuerdo con la forma con que expresa sus leyes y políticas, pero en cuanto a instancia que regula la vida ciudadana está ahí, aunque uno quiera negarlo. 

La biografía de numerosos hombres que han dedicado muchos años de su vida a negar la existencia de Dios revela que, por la aplicación de su propia lógica, han llegado a una conclusión contraria a sus esfuerzos por negar la existencia de Dios.  

El caso de Anthony Flew, (Miró, 2012) no es el primero, pero es muy revelador y actual.  Considerado hasta 2004 como el filósofo ateo más férreo e influyente del mundo, después de más de 50 años de ateísmo militante y de muchas investigaciones, Flew admitió la existencia de una inteligencia creadora, bajo el argumento de que la complejidad de los mecanismos del ADN, necesarios para generar la vida, constituyen una evidencia de la intervención de una inteligencia superior.

Flew cree que el universo fue fundado por una inteligencia infinita y que sus intrincadas leyes ponen de manifiesto la intervención de una mente divina. Él da cuenta de tres dimensiones de la naturaleza que apuntan a Dios:

1. La naturaleza obedece leyes. 

2. La vida está organizada de manera inteligente y dotada de propósito.

3. La mera existencia de la naturaleza.

 Él admite que llegó a esta conclusión, no solo a través de la ciencia, sino también a través del estudio de los filósofos clásicos.  

Esto me hace suponer que Flew se detuvo por algún tiempo en la perturbadora pregunta de Leibniz: ¿Por qué existe algo en lugar de nada?, una pregunta que a todos en algún momento nos ha golpeado en la cabeza: ¿Por qué existe el ser en lugar del vacío o de la nada? ¿Por qué hay un universo, un mundo, un espacio y un tiempo lleno de galaxias, sistemas solares, estrellas, planetas? es decir, un ámbito lleno de cosas. ¿No sería más sencillo y lógico que no hubiera nada? Cuestión esta que luego se plantearía el filósofo existencialista Martín Heidegger para, apelando al principio de la razón suficiente, desarrollar sobre ella buena parte de su filosofía.

Con esta misma pregunta, aunque de una forma más restringida, titula George Steiner (2012) uno de sus artículos: ¿Por qué tiene que existir el arte? Se trata de un “por qué” que desafía el entendimiento, como él señala, por esa abundante prodigalidad del mundo, con sus colores, formas y sonoridades que, de un modo inconmensurable exceden las capacidades humanas para el registro y la respuesta. ¿Por qué, entonces, el arte? “Hay creación estética porque hay creación. Hay construcción formal porque hemos sido hechos forma”, se responde el mismo Steiner. 

Lee Strobel  (2019) el popular apologista cristiano y promotor del diseño inteligente, y quien primero fuera un ateo confeso, explicó que, si quería mantener su ateísmo, tenía necesariamente que creer que la nada, produce todo; que lo que no tiene vida, produce vida; que lo accidental produce información; que la inconsciencia produce consciencia y que la materia produce razonamiento. Concluyó admitiendo que no tuvo la suficiente fe para seguir creyendo eso.

La Biblia califica el ateísmo como necedad, una actitud contraria a la sabiduría y la prudencia. El ateísmo es necedad, porque si Dios no existe, nosotros tampoco existimos. El ateo utiliza la lógica, la fuerza y la inspiración que el mismo Dios le ha dado para negarlo. El necio busca el conocimiento para ensoberbece, para agigantar su ego, desconocerlo todo y erigirse como valor supremo de la vida, para dominar e imponer; el sabio busca el conocimiento para comprender la vida, aprovechar sus maravillas, deleitarse en ellas y darle la gloria al Creador de todas las cosas. 

 

Notas

Miró, J. (09 de 01 de 2012). Forumlibertas.com. Obtenido de El filósofo ateo más influyente del mundo acepta la existencia de Dios: https://www.forumlibertas.com/hemeroteca/el-filosofo-ateo-mas-influyente-del-mundo-acepta-la-existencia-de-dios/

Steiner, G. (04 de 01 de 2012). Los Elementos del Reino - Desde 2005. Obtenido de ¿POR QUÉ DEBE EXISTIR EL ARTE?: http://loselementosdelreino.blogspot.com/2012/01/george-steiner-por-que-debe-existir-el.html

Strobel, L. (7 de 08 de 2019). https://www.facebook.com/watch/?v=1101951859963994.

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