Pido disculpas: La serie que no puedo terminar

Una crítica al libro 'Sólo un Jesús marica puede salvarnos'.

06 DE JULIO DE 2019 · 21:25

Foto: Pixabay (CC0),
Foto: Pixabay (CC0)

Queridos lectores, pido disculpas.

El día 21 de abril, anuncié mi intención de publicar una serie de cinco artículos criticando el contenido del libro ‘Sólo un Jesús marica puede salvarnos’ de Carlos Osma (miembro de la Iglesia Evangélica Española).

Redacté los primeros tres artículos sobre los capítulos 1-26 con relativa facilidad. Pero el cuarto me costó bastante trabajo porque los capítulos 27-40 (escritos entre el 2015 y el 2016) contienen declaraciones tan obscenas y ofensivas a mi Salvador que no quería seguir leyendo el libro. Tenía un gran dolor en el alma.

Total, tardé más de un mes en entregar el cuarto artículo.

Y ahora, teniendo ganas de entregar la quinta y la última crítica a la hermenéutica osmaniana, he decidido tirar la toalla. Me doy por vencido. No puedo más.

La última sección del libro (capítulos 41-52, redactados entre el 2017 y el 2018) es espantosa.

Leí hasta el capítulo 46 y soy incapaz de volver a coger el libro. No pienso seguir.

Conforme va avanzando el libro, los capítulos se tornan cada vez más explícitos y sucios. Hasta me sentí contaminado leyéndolos.

Daré tres ejemplos breves antes de despedirme:

En primer lugar, el capítulo 44 es el texto más absurdo que he leído en mi vida cristiana.

Osma afirma que Pablo era intersexual; Rut era un hombre; José, genderqueer; Dios, una mujer; David, bisexual; María, lesbiana; Jesús, gay; Abel, asexual.

En segundo lugar, el capítulo 43 es francamente asqueroso. Argumenta nuestro autor que hay personas en el cuerpo de Cristo que han de “ocupar el ano” y “su reflexión teológica debía proceder de allí”. El ano llega a ser un nuevo Lugar Santísimo.

Acusa a los evangélicos de elaborar su teología homófoba “a partir de los traseros presuntamente impenetrables”.

Dice Osma, “Me niego a creer que las teologías que intentan hacer de ellos un lugar impenetrable sean cristianos”.

En tercer lugar, el capítulo 42 es aterrador.

Después de dedicar dos capítulos (41 y 42) a explicarnos que Job es un símbolo de los LGTBIQ y que su mujer y sus amigos representan la heteronormatividad, la cual engendra una teología de exclusión y odio; Osma dice que él y sus seguidores “podemos… negarnos a asumir la culpa y gritar hasta que nuestro gritos derrumben la teología de la opresión en la que hemos sido educados”.

Esto quiere decir que Osma está exigiendo que sus lectores no se arrepientan de sus pecados; sino que se gloríen en ellos. ¡Qué dureza de corazón!

Y lo más terrorífico es cuando lanza una terrible acusación contra los evangélicos diciendo que ellos, por oponerse a la homosexualidad, “cooperan con el Satán”.

Al leer esta denuncia, ¿cómo no pensar en la blasfemia contra el Espíritu Santo cuando los enemigos de Cristo dicen que Cristo “no echa fuera los demonios sino por Beelzebú” (Mateo 12:24)? ¿Tan endurecida tiene Osma el alma?

Conclusión

Hermanos, hasta aquí hemos llegado.

Lo único que puedo decir es que tiemblo por Osma sabiendo que tendrá que rendirle cuentas al Señor en el día final. Y tiemblo por sus seguidores también.

Una vez más pido disculpas; pero espero que podáis entender la razón por la que no pienso terminar la serie.

El Señor proteja a su amada iglesia en la península ibérica.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Brisa fresca - Pido disculpas: La serie que no puedo terminar