Comentario Bíblico Contemporáneo (I)

La obra de casi 1700 páginas conjunta decenas de autores y autoras de habla castellana, expertos en el tema que les fue asignado para contribuir en el volumen.

28 DE ABRIL DE 2019 · 08:00

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Debiera ser celebrado como un gran acontecimiento en el mundo evangélico/protestante iberoamericano la publicación del Comentario Bíblico Contemporáneo. Estudio de toda la Biblia desde América Latina. La obra de casi 1700 páginas conjunta decenas de autores y autoras de habla castellana, expertos en el tema que les fue asignado para contribuir en el volumen. 

Para que el Comentario viera la luz confluyeron varias personas y casa editoriales. Las publicadoras que unieron esfuerzos son: Certeza Unida, Andamio Editorial Lámpara, Ediciones Puma, Certeza Argentina y Ediciones Kairós. El editor general es C. René Padilla, editor del Antiguo Testamento Milton Acosta y editora del Nuevo Testamento Rosalee Velloso. La coordinación general del proyecto la tuvo Ian Darke, quien por más de tres décadas en América Latina se ha dado a la tarea de animar la edición y publicación de libros de autoría evangélica/protestante. 

Carlos René Padilla es conocido en el medio evangélico iberoamericano, y en otras partes del mundo, por artículos y libros que ha escrito. Su aporte para forjar una teología contextual latinoamericana es muy valioso. Fue tal objetivo, el de imaginar/fraguar dicha teología, el que le animó a él y otros más a fundar en diciembre de 1970 la Fraternidad Teológica Latinoamericana. A la par de su importante contribución como autor el doctor Padilla ha ido robusteciendo un gran legado como editor. Me parece importante valorar esta faceta de él ya que tiene décadas estimulando a que otros y otras pongan por escrito su reflexión bíblica teológica y la publicación de la misma. Ser editor general del Comentario Bíblico Contemporáneo debió ser trabajo arduo, meticuloso y un reto para lograr que semejante obra colectiva llegase a buen término. 

 En una adaptación de lo escrito por Jorge Luis Borges, en su poema Un lector (“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; /a mí me enorgullecen las que he leído”.), podemos decir justificadamente que René Padilla debe estar igualmente recompensado tanto por lo que ha escrito como por los libros que ha editado. Su esforzada labor editorial nos abrió a muchos, por toda América Latina y creo que por igual en España, horizontes para formarnos una cosmovisión cristiana.

El doctor Padilla hizo su doctorado en Nuevo Testamento bajo la mentoría del erudito, sabio y pastor F. F. Bruce, cuya obra final El canon de Las Escrituras está disponible en castellano gracias a CLIE. Desde los años cincuentas del siglo pasado se vinculó al trabajo de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos, bajo cuyos auspicios visitó la ancha geografía latinoamericana. En 1969 y en el marco del Primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE I), junto con otros evangélicos jóvenes interesados en comunicar el Evangelio de manera pertinente a la realidad de nuestras tierras, René inició un proyecto que se cristalizó en 1970 y sigue vigente hasta ahora, la Fraternidad Teológica Latinoamericana, movimiento que cumplirá cincuenta años en el 2020. Los primeros frutos de la reflexión contextualizada de la FTL vieron la luz en un libro publicado en España, por Ediciones Evangélicas Europeas: El debate contemporáneo sobre la Biblia.

La faceta de René Padilla como teólogo y maestro de la Biblia merece un análisis detenido, lo mismo que su actividad como escritor en medio de un sin fin de actividades en el ministerio estudiantil. Aquí solamente queremos llamar la atención a una tarea de Padilla por la que no ha sido suficientemente reconocido. Nos referimos a su incansable, constante, y a veces solitaria labor de editor. Bajo su dirección fueron publicados por Ediciones Certeza libros esenciales para la formación de discípulos comprometidos con Jesucristo y con el medio en que desarrollaban sus actividades cotidianas. Como director de la Revista Certeza, Padilla conjuntó autores que desentrañaban temas candentes cada trimestre y tenían por objetivo dialogar con las interrogantes y retos de la convulsionada América Latina de los años sesenta y setenta del siglo XX. Recuerdo con profundo agradecimiento cómo en nuestro grupo evangélico universitario esperábamos con avidez cada nueva entrega de la publicación. Su contenido nos sirvió incontables veces para entablar diálogos con estudiantes de distintas ideologías en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Cuando por distintas circunstancias la Revista Certeza tuvo que cerrarse, René Padilla consiguió auspiciantes y comenzó, a principios de los ochentas, una nueva publicación trimestral, la revista Misión. La misma que después modificó su nombre y pasó a llamarse Iglesia y Misión, la cual ahora puede consultarse en versión digital (http://ediciones.kairos.org.ar/ebooks-revista-mision/). De la misma manera el ministerio que desarrollaba como editor de libros en Ediciones Certeza, lo continuó en Nueva Creación, donde puso a disposición de los lectores latinoamericanos magníficas obras originalmente escritas en inglés, y volúmenes de autores de habla castellana que mostraban madurez teológica y con ello creaban escuela en el Continente.

Cientos de páginas fueron minuciosamente corregidas por René Padilla, y el fruto de esa amorosa actividad se encuentra en una revista clásica y esencial para entender el desarrollo de la teología evangélica contextualizada, el Boletín Teológico, que fue un espacio formativo de generaciones y germen de muchos proyectos hoy bien consolidados en distintos países latinoamericanos. Si no mal recuerdo llegó más o menos a setenta números, cada uno con entre 70 y 100, o más, páginas. El Boletín cedió su lugar a la colección FTL, de la que coordinó decenas de entregas y, bajo, otra dirección sigue editándose. Para ya no depender de los zigzagueos de algunas editoriales evangélicas que truncaron compromisos pactados con el doctor Padilla, él tomó la atinada decisión de forjar desde sus cimientos una aventura publicadora, Ediciones Kairós (cuyo catálogo está disponible en http://ediciones.kairos.org.ar/catalogo/), que desde Argentina cumple una fructífera labor entre quienes no se conforman con obras ligeras y simplistas, sino que buscan solidez en la reflexión bíblico-teológica y su articulación con la realidad vivida.

La profunda convicción de René Padilla en la palabra escrita, en la necesidad de poner los libros a disposición de sus potenciales lectores, su indeclinable creencia en que son medios insustituibles en el proceso del discipulado cristiano, lo ha llevado a dedicar múltiples jornadas en conjuntar y revisar las ponencias de los CLADE II, III y IV, para después lanzarlas como libros a la luz pública. Gracias a su perseverancia, y la del pequeño equipo acompañante (con Cathy en primer lugar, su esposa que partió con el Señor en 2009), hoy podemos seguir desde nuestro lugar preferido de lectura lo expuesto en aquellos eventos y ser edificados, a la vez que retados en nuestro compromiso cristiano.

El mismo René dejó constancia escrita de su labor como editor, en 1992 en un volumen colectivo titulado Llamados a escribir, confió que su “contribución al desarrollo de la literatura evangélica en América Latina ha sido mucho mayor como editor que como autor. En honor a la verdad, tengo que decir que me gusta mucho más escribir que realizar la tediosa tarea de corregir manuscritos escritos por otros. Sin embargo, si la Fraternidad Teológica Latinoamericana iba a publicar, alguien tenía que ocuparse del trabajo editorial, y (¡un poco a regañadientes!) vez tras vez la responsabilidad de editar los capítulos de un compendio o los artículos de la revista ha recaído sobre mí. Siempre he dicho que lo que más se necesita en el mundo de la literatura evangélica latinoamericana no es tanto escritores como editores. En otras palabras, se necesita gente dispuesta a brindar asesoramiento literario a los nuevos autores y pulir su estilo. Por supuesto, lo ideal sería tener más autores dispuestos a invertir el tiempo que se precisa para aprender a escribir bien. A escribir se aprende como se aprende a tocar un instrumento: no conozco a nadie que toque bien la guitarra, el piano, o el violín sin muchas horas de práctica. La tarea de escribir no es menos exigente: demanda estudio, perseverancia, tiempo”.

Concluyo con una nota personal. En mis años de estudiante universitario conocí personalmente a René Padilla, de quien había leído escritos tanto en la Revista Certeza, como en libros de la editorial del mismo nombre. En aquel tiempo René auspicio un taller de formación de escritores itinerante por distintos países de América Latina. Cuando llegó el turno de que el taller se impartiera en México, fui uno de los invitados, creo que gracias a que era uno de los líderes del ministerio cristiano en la UNAM. Me parece que también contó que en sus visitas previas al país, tanto Samuel Escobar como René Padilla alguna posibilidad vislumbraron en ese estudiante que se la pasaba haciéndoles pregunta tras pregunta. En fin, el hecho es que asistí al taller que impartió el escritor argentino, bautista, Arnoldo Canclini. De él mismo Ediciones Certeza había publicado como material de apoyo un libro que guardo con cariño y gratitud ¡Escribe! Manual del escritor cristiano. Después de que el taller tuvo lugar, en una posterior visita a México, René Padilla nos estaba dando un curso a un grupo de universitarios evangélicos y en cierto momento, y después de una intervención mía, René me preguntó. “¿Carlos, por qué no escribes? Estoy esperando tus artículos para Certeza y el Boletín Teológico”. Esa pregunta de René me ayudó a decidirme, a tomar en serio la tarea de escribir.

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