El taller de las muñecas

¿Alguien se acuerda de lo que era un taller de muñecas?

17 DE FEBRERO DE 2019 · 12:05

Foto: Pixabay (CC0),
Foto: Pixabay (CC0)

“Tu Dios es aquel que sana tu alma cuando está herida, es quien recompone tu corazón cuando está roto a pedazos, tu Dios es quien te regala cada instante de vida y felicidad, es quien te invita a valorar lo que tienes y ser feliz”.

No sé cuantos de vosotros conocéis o recordáis lo que era un taller de muñecas. Creo que el más maravilloso regalo para una niña, es una muñeca; y no voy a entrar en temas en los que no me apetece entrar.

En ocasiones pienso en esas niñas a las que se les regala una muñeca, tal vez de trapo, en países con muchos conflictos, problemas y pobreza, y recuerdo mi niñez.

Sólo he conocido a una niña, a la que no le gustaban las muñecas, pero hoy no quiero hablar de esto… Eso es otra historia….

Creo que el mejor y más anhelado regalo para una niña es una muñeca, no soy psicóloga y no os podré explicar lo que eso significa, pero sé y conozco muy bien esa sensación de tu primera muñeca.

Hay diferentes tipos de muñecas, unas son con forma de bebé, y ahí se muestra de modo muy claro el sentido de la maternidad de una mujer que aún es niña, pero es algo que va escrito en sus genes.

Luego vamos creciendo, y nos gustan las muñecas tipo “chicas”. Nos identificamos con ellas, soñamos ser como ellas…. Tantas cosas… Siempre fui mucho de jugar con mis muñecas, y en mis juegos de muñecas con mi única hermana, mi imaginación desbordante de “Antoñita la fantástica” siempre me hacía imaginar y casi vivir situaciones de lo más precioso o extremo.

Me encantaba una muñeca muy blandita tipo bebé que me regalaron en una ocasión, eso desataba mi imaginación maternal hasta el límite.

Más tarde vinieron las Barbies… Pero siempre hubo esas muñecas tipo “chicas” con las que todas nos identificábamos en querer llegar a ser.

Hoy, a nadie se le ocurriría pensar en el que un día existió algo llamado taller de muñecas.. Y porfa!!! que nadie me añada años encima, claro que no tengo treinta, pero hay cosas que recuerdo con mucha precisión, y que el Señor hace que salgan a nivel de consciencia, cuando casi las tenía olvidadas.

Sí!! hoy, a nadie se le ocurriría pensar en un taller de muñecas. Todos pedimos nuestro ticket regalo, nuestro ticket de dinero y si hay el mínimo problema; simplemente sacamos el ticket y cambio al canto en un “plis plas” sea por algún defecto, o porque n0 acertamos con el regalo.

¿Alguien se acuerda de lo que era un taller de muñecas?. Yo recuerdo perfectamente entre miedo y nostalgia uno cerquita de mi casa cuando era niña… No había cambios ni ticket regalo ni nada de eso, pero las muñecas, en ocasiones se estropeaban.

O bien les fallaba algún artilugio que no funcionaba, como el hablar u otro tipo de cosas; o si me remonto a lo más de lo más de mi infancia, se les podía romper un brazo, una pierna, o incluso meter para dentro algún ojo.

Y cuando digo y recuerdo todo esto, me retrotraigo hasta no sé ni donde, y recuerdo a mi madre con un cariño inmenso. Siempre me decía….. Cariño, no te preocupes, vamos a ir al señor que arregla las muñecas.

Aquel lugar era cerquita de mi casa, y muy cerca de la Plaza de María Pita, en donde se encuentran las calles más famosas del centro viejo de tapas, vino en “cuncas” y marisco.

Se encontraba escondido en un lugar pequeño y un tanto lúgubre en mi niñez, aquel taller de muñecas, al que tenía que subir de la mano de mi madre por unas escaleritas un tanto extrañas y peligrosas.

Cuando entraba allí, era como entrar en una especie de morgue, o de sala de autopsias o no sé lo que; simplemente sé, que aquello me daba escalofríos… piernas, brazos, y hasta ojos estaban colgados de cuerdas por todos los lugares de aquel pequeño taller, y aquel señor vestido con un mandilón en gris bajo la luz de una simple bombilla que colgaba en el techo, me hacían estremecer.

Todavía recuerdo como me agarraba a mi madre con fuerza, aquello me parecía tan atractivo, como me inspiraba el miedo más profundo.

Siempre recuerdo cuando íbamos a recoger algo arreglado, me estallaba la sonrisa y…. Le he preguntado a mi hermana varias veces, sólo somos dos hermanas, yo soy cuatro años mayor; pero cuanto marcan esos años en la infancia.

Ella me dice que no se acuerda de nada de todo esto. Eran tiempos en los que las cosas no iban a la velocidad de ahora, y agradezco de manera infinita a mi Señor mi memoria de elefante en este sentido.

Recuerdo una preciosa muñeca para mi, era tan linda… Su pelo era de un precioso cobrizo, y sus ojos de un azul intenso, con unas pestañas de fábula; me encantaba aquella muñeca tipo chica, me encantaba identificarme con ella; pero un día de esos en que una niña curiosa, fantasiosa y revoltosa como yo era, no recuerdo, pero uno de sus preciosos ojos azules se metió para adentro…

Pero allí estaba mi maravilloso y en ocasiones temido restaurador de muñecas…. No sé como lo hizo, pero cambió aquellos hermosos ojos azules, por unos en delicioso tono castaño, que combinaba a la perfección con aquel lindo cobrizo del pelo y un bello vestido azul.

Os aseguro que al día de hoy, aquella muñeca, estaría .. No sé si de moda, pero en la más profunda conjugación de colores y en toda su esencia cualquiera la podría ver tremendamente hermosa.

En los últimos tiempos, por diferentes razones, vino a mi memoria consciente algo que estaba completamente incusrustado en el más profundo subconsciente de mi memoria.

Aquel taller de muñecas a la vez temido y amado, aquella especie de morgue de muñecas que para mi tenían vida, y una sala de autopsias….. Creo que con esto el Señor quiso hablarme. ¿Creeis que hoy todavía el Señor habla en sueños? yo sí, y conmigo lo hizo.

Me encantan las frases del viejo himno: ”… Él trazó todo el camino, junto a Él no hay ansiedad, cubra el campo el enemigo o los cielos tempestad. Su misericordia tierna, llévame siempre a esperar, los recodos del sendero con alegre caminar….”

Tal vez he pasado por senderos demasiado tortuosos en los últimos tiempos; pero como una y otra vez, mi Señor, en cada uno de mis desiertos me ha hablado al corazón y me ha enseñado más que mucho.

Acabo de preguntarle a mi madre si se acordaba del aquel taller de muñecas, se sentó a mi lado y me dijo que no….. Y charlamos un ratito con amor de madre e hija…… Bendigo al Señor por la memoria que me ha dado y le pido que me guarde en ese sentido….

Cuando quiero aplicar todo lo que os he contado con muchísimo cariño, es que me recuerdo a mi misma como una muñeca rota, a la que hace falta llevar al taller. El hombre del taller divino es mi Señor, aquel que me ama tanto, que no me da por tirada; sino Aquel que por lo mucho que me ama, es capaz de restaurarme una y otra vez, para que sea lo que el marcó para mi.

No sé si nunca seré como mi muñeca restaurada de pelo y ojos castaños preciosa para mi, y vestida de azul como dice la canción…. Pero restaurada en Sus benditas manos, para ser aquello para lo que Él me diseño, pese a todo y a todos… ¡¡Gracias mi Señor!! Gracias!!

Os dejo una preciosa canción que os invito escuchar….. AL TALLER DEL MAESTRO VENGO…..

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - El taller de las muñecas