Ven, bendita de mi Padre

Bertha Irma Guerra Martínez falleció el 23 de enero del 2019 con 81 años de edad.

02 DE FEBRERO DE 2019 · 21:30

Bertha Guerra Martínez.,
Bertha Guerra Martínez.

Tuve el privilegio de predicar el culto memorial de mi madre recién fallecida. Bertha Irma Guerra Martínez falleció el 23 de enero del 2019 con 81 años de edad. Ella y mi padre fueron pastores por más de 40 años en comunidades de habla hispana en diferentes partes de EEUU. Comenzaron y pastorearon iglesias en Texas, California y Colorado. También tuvieron un ministerio de radio y otro de apoyo a personas sirviendo sentencias en prisiones estatales y federales.

Al pensar en que pasaje utilizar como base para el sermón varios vinieron a la mente. Por un lado, me imaginaba a las viudas en Hechos 9 que le enseñaban a Pedro las cosas que Dorcas les había hecho. Se que hay muchas personas que pueden enseñarnos cosas físicas que les entregó mi mamá o dar testimonio de las cosas que ella hizo a su favor. También pensé en las parteras de Exodo 1, mujeres dispuestas a desobedecer al gobierno de su tiempo por ayudar a mujeres encinta. ¿A cuántas mujeres indocumentadas acompañó mi madre en sus momentos de embarazo y alumbramiento? También vinieron a mente las mujeres que apoyaban a Jesús en su ministerio público (Lucas 8). Mucho del ministerio de mi madre fue apoyar el ministerio más público de mi padre.

 

Ven, bendita de mi Padre

Pero el Señor me llevó a Mateo 25:31-46. Mi madre sirvió a Jesús disfrazado a través de su vida. Cuando leo la lista que menciona el Rey me doy cuenta que mi madre literalmente ministró fielmente en cada categoría. Trabajó entre hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos y prisioneros.

El pueblo donde ministraron mis padres en California por más de 30 años era un cruce caminos. Así que fueron muchas las personas que llegaron a la puerta de la casa pastoral buscando comida, agua y ayuda para poder seguir su camino. (Tuve hambre, tuve sed) Mi mamá le cocinó algo a cientas de personas desconocidas a través de los años. Cristo se presentó en ropa andrajosa, maloliente, y desesperanzado. Con el pequeño salario pastoral que tenían mis padres, ella siempre le hizo un plato de comida o algo para comer y seguir su camino. Y fueron muchos los que después regresaron a reconocer la bendición que fue recibir esa ayuda básica en sus momentos de mayor necesidad.

 

Ven, bendita de mi Padre

Mi padres siempre sirviendo entre trabajadores migrantes, gente indocumentada o refugiados (fui forastero). Ella nació en EEUU, pero se dio por los que no eran originalmente de aquí. En Texas sirvieron a los braceros, en California a los trabajadores indocumentados, en Colorado a refugiados políticos y en todos lados a inmigrantes, con o sin documentos legales. Mi mamá los acompañaba, les ayudaba a llenar documentos y formularios, les ayudaba a entender los sistemas de este país, les servía de intérprete, les escuchaba en sus dolores y nostalgias y hasta protegió a uno que otro para que no los deportaran. Dio su vida a favor de extranjeros y los forasteros, en nombre de Cristo.

Algunos de los que llegaron al pueblo donde ministraron mis padres en California estaban allí porque no podían hacer vida en ningún otro lado. Literalmente necesitaban ropa y techo para poder sobrevivir. Fue allí donde mi madre (y mi padre) fue un medio clave para que la gente no quedara desnuda, a la interperie.

 

Ven, bendita de mi Padre

Mi mamá no estudió medicina, pero le tocó tratar con los enfermos a todos los niveles. Hizo literalmente de enfermera entre los que no contaban con los recursos para ir al médico. Fue chofer para llevar a enfermos a una clínica o hospital, fue traductora, fue capellán y siempre estaba lista a visitar y a acompañar a los enfermos en su necesidad.

También tuvo un ministerio epistolario con prisioneros. Ella le escribiría a homicidas, a ladrones, y a tantas personas que la sociedad creía no rescatable. Les enviaba Biblias, se comunicaba con sus familiares, y les daba esperanza a los que creían que ya no podían tener futuro. Por su testimonio y trabajo muchos prisioneros encontraron esperanza en Cristo. Algunos pudieron salir y re-hacer sus vidas. Otros pudieron encontrar razón de vivir a pesar de que iban a pasar el resto de sus vidas en la cárcel.

 

Ven, bendita de mi Padre

Son cientas las personas que han dado testimonios del impacto que tuvo mi madre en sus vidas. Personas que aceptaron a Cristo como Salvador y Señor, personas que pudieron creer en el futuro, los hijos e hijas de campesinos e inmigrantes que pudieron estudiar porque mi madre les animó y persuadió a sus padres de la importancia de buscar algo mejor para sus hijos. 

Ella conoció la gracia de Dios en su vida. Y ella fue fuente de esa gracia para muchas personas. En el transcurso de su vida sirvió a Cristo disfrazado de muchas maneras. Es por eso que puedo confesar que ella ha escuchado la palabra del Señor: “Ven, bendita de mi Padre, heredad el reino preparado para ti desde la fundación del mundo.”

 

Ven, bendita de mi Padre

Gracias, mami, por tu vida y tu ejemplo. Cuando sea grande quiero ser como tú.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - Ven, bendita de mi Padre