Encuentros con la Reina Valera

Hoy, en este siglo XXI, somos nosotros quienes debemos tomar el relevo a Lutero y a todos los que participaron en ese movimiento reformista del siglo XVI, intentando que la Palabra de Dios llegue a toda tribu, lengua y nación.

20 DE ENERO DE 2019 · 14:00

La Biblia fotografiada en la calle Compañía de Salamanca. / Jacqueline Alencar,
La Biblia fotografiada en la calle Compañía de Salamanca. / Jacqueline Alencar

Ahora que entramos en el año en el que se conmemora los 450 años de la traducción de la Biblia al castellano (Biblia del Oso), me gustaría publicar este texto que escribí en el año 2016, al encontrarme, en un stand de la Sociedad Bíblica, con una edición conmemorativa de la Reina Valera 1960 con motivo del 500 aniversario de la Reforma Protestante. He aquí las sencillas líneas escritas con tinta indeleble:

“En febrero (2016), mientras atendía un stand solidario en el Retiro de mujeres de Aglow España, pude tener un apasionante encuentro con un ejemplar muy especial de la Biblia. Se trata de la última edición de la Reina-Valera 1960 publicada por la Sociedad Bíblica, quien se une a la celebración, en 2017, de los 500 años de la Reforma Protestante. 

A esta edición se le ha llamado la Biblia de la Reforma, y como tal tiene una exquisita presentación, agradable al tacto por la suavidad de sus páginas; además con un tamaño de letra que hace fácil su lectura; con un lenguaje exquisito. La abres y es como si por primera vez iniciases su lectura, pues la palabra es viva y certera. Seguro que a muchos les gustaría por lo menos hojearla y ojearla. Ya desde el inicio es interesante la presentación que hace el Director General de la Sociedad Bíblica de España (en ese momento), José Luis Andavert, quien comenta en un fragmento: "[...] Martín Lutero pretendía reformar una iglesia que había perdido su esencia evangélica y no era capaz de inspirar al pueblo en medio de una sociedad en decaimiento moral y espiritual. En ese empeño, y en una profunda búsqueda espiritual, Lutero redescubre la Biblia y a través de su lectura constata tres verdades que cambiarán radicalmente su vida y la del mundo: 1) Que solo la Palabra de Dios es autoridad en materia de fe y conducta, 2) que solo la Fe en Jesucristo puede salvar, no las obras, y 3) que solo por la gracia de Dios somos salvos. Redescubrir la Palabra de Dios, la Biblia, el mensaje de salvación por la sola fe en Jesucristo y por la sola gracia de Dios, hace que desde ese momento la Biblia pase a ser para Lutero la autoridad suprema en materia de fe y conducta, el epicentro de todo su pensamiento y actividad, de tal modo que podemos afirmar: La Biblia, corazón de la Reforma. [...]".

Además, añade: "[...] Contemporánea del Quijote, nace también la primera traducción impresa de la Biblia completa al español, traducida desde sus lenguas originales. La obra de Casiodoro de Reina, publicada en 1569, será revisada más tarde por Cipriano de Valera y publicada en 1602. Esta Biblia, revisada muchas veces, se conoce como la Biblia Reina-Valera. [...]. Con esta edición queremos hacer justicia a un texto que ha sido querido por unos y perseguido por otros, pero que en definitiva ha sido formativo del alma hispana, para que pase a ocupar el lugar de honor que merece como máximo exponente de la literatura y de la espiritualidad". 

Sí, digo yo, y quién más que los cristianos para darle ese lugar; no me imagino que uno de nosotros no se sienta aludido a manifestarse de alguna manera. Somos "el pueblo del Libro", ¿verdad? Y somos conscientes que esta Vieja Europa que tiende hacia la secularización necesita redescubrir la Biblia, latir con el corazón de Dios. Hoy, en este siglo XXI, somos nosotros quienes debemos tomar el relevo a Lutero y a todos los que participaron en ese movimiento reformista del siglo XVI, intentando que la Palabra de Dios llegue a toda tribu, lengua y nación. Y esto es lo que se quiere desde la Sociedad Bíblica, según nos han comentado a los que nos acercamos a sus estanterías llenas de cajas esperando que los apasionados por la Palabra las vaciemos. Por ello han organizado una gran campaña llamada "Un millón de razones que dar". No se lo van a creer, resulta que han preparado unos packs de cinco Biblias que se pueden adquirir por un donativo de 15 euros. O sea que cada una sale a 3 euros. Está subvencionada para que usted pueda regalarla a otras personas que nunca han leído la Biblia, o para que se la obsequie a aquellos que no pueden comprarla. Yo me puse a pensar en lo maravilloso que sería que aquellos que se encuentran en los países considerados peligrosos para los cristianos, pudieran acceder a esos packs tan asequibles y en su idioma. Leo informes de hermanos que trabajan en países del Norte de África, en Corea del Norte o Siria, donde dicen lo difícil y peligroso que es conseguir y leer la Biblia. Me imagino que se pasan de unos a otros las que se pueden conseguir, y es una alegría cuando cae en sus manos un ejemplar. Y aquí las tenemos a montones, tanto que ni las miramos hastiados de tanta facilidad.

Nos comentó José Luis Andavert que "la campaña un millón de razones tiene muy buena acogida y a la vez cuesta convencer a los pastores para que adquieran packs suficientes para los miembros de sus iglesias, de modo que puedan distribuir las Biblias”. Con esta campaña persiguen que todos puedan acceder a esta Biblia y además la canalicen al corazón de otras personas. También se nos insta a distribuirla en oración; para ello se incluye en el pack una tarjetita donde se pueden anotar los nombres de las personas a las que se ha obsequiado la Biblia y orar por ellas. Además, cada Biblia viene con notas a pie de página y con material de apoyo al final, con el fin de apoyar a las personas a iniciarse en su lectura. Esta iniciativa se extenderá hasta el año 2017. 

Y en este mismo mes de febrero, otra vez me encontré con el stand de la Sociedad Bíblica, mientras yo atendía el mismo stand solidario en el XII Congreso de las Asambleas de Dios (FADE). Ahí estaba su director, junto a otros, trabajando durante casi cuatro días para convencer a los demás que aprovecharan esta oportunidad de adquirir Biblias y repartirlas en su entorno. Cuando abrí uno de los cinco ejemplares de mi pack, me sorprendió gratamente encontrarme con varios artículos muy interesantes que cito: "Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (Dos vidas al servicio de la Palabra)", de Ricardo Moraleja Ortega; "La Biblia Reina-Valera (1569-1602) y la cultura española, de Luis N. Rivera Pagán; "La Biblia y el Quijote (Breves apuntes para un estudio)", de Plutarco Bonilla; "Los mudos hablan... y en buen castellano (La Biblia Reina-Valera en la difusión de la fe evangélica de habla castellana)", de Samuel Escobar Aguirre; "Un lector católico lee la Biblia Reina-Valera", de José Manuel Sánchez Caro; "La Biblia Reina-Valera en la historia del protestantismo de habla castellana", de Gabino Fernández Campos, y "Ese venero, ese manantial: Presencia de la Biblia en la Cultura de Occidente", de Leopoldo Cervantes-Ortiz. Leo en la presentación que aún hoy la Reina-Valera es el libro de cabecera para más de 100 millones de protestantes de habla hispana, pero que es una obra prácticamente desconocida para gran parte de hispanohablantes no relacionados con la fe evangélica. Aquí tenemos una oportunidad de cambiar esta realidad, dando a conocer el gran mensaje de Dios para los hombres. 

Debemos sentirnos orgullosos de poder, con tanta libertad, leer y vivir lo que se nos transmite a través de la Biblia. Como lo hacen algunas personas de la cultura de nuestro país. Sin ir más lejos, hace unos días leía en un periódico de difusión nacional algunas apreciaciones del escritor Gonzalo Hidalgo Bayal sobre la Biblia: "He sido muy lector de la Biblia. Creo que aporta más una referencia bíblica o clásica que una invención en el vacío. Me entretiene hacer esas referencias, aunque no sé hasta qué punto tienen sentido para los jóvenes que no tienen esas lecturas, pero uno es lo que ha leído, uno lee más de lo que vive". 

Y retrocediendo me encuentro con una prosa poética de León Felipe, que dice: "Me gusta remojar la palabra divina, amasarla de nuevo, ablandarla con el vaho de mi aliento, humedecer con mi saliva y con mi sangre el polvo seco de los libros sagrados y volver a hacer marchar los versículos quietos y paralíticos con el ritmo de mi corazón. Me gusta desmoronar esas costras que han ido poniendo en los poemas bíblicos la rutina milenaria y la exégesis ortodoxa de los púlpitos para que las esencias divinas y eternas se muevan otra vez con libertad. Después de todo, digo otra vez que estoy en mi casa. El poeta, al volver a la Biblia, no hace más que regresar a su antigua palabra, porque ¿qué es la Biblia más que una Gran Antología Poética hecha por el Viento y donde todo poeta legítimo se encuentra? [...]" ("¿Qué es la Biblia?", en Ganarás la luz, 1943). 

Y otra cita de Jorge Luis Borges: "¡Qué idea excepcional, la de reunir textos de distintos autores y distintas épocas y atribuirlos a un autor único, el Espíritu! ¿No es maravilloso? Es decir, obras tan dispares como el Libro de Job, el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, el Libro de los Reyes, los Evangelios y el Génesis: atribuirlos todos a un solo autor invisible. Los judíos tuvieron una magnífica idea. Es como si alguien pretendiera conjuntar en un solo tomo las obras de Emerson, Carlyle, Melville, Henry James, Chaucer y Shakespeare, y declarar que todo proviene del mismo autor" ("La literatura de mis días", 1983). 

Y añado un fragmento de un texto de Gabriela Mistral: “Libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte, poderoso compañero. Tú me has enseñado la fuerte belleza y el sencillo candor, la verdad sencilla y terrible en breves cantos. Mis mejores compañeros no han sido gentes de mi tiempo, han sido los que tú me diste: David, Ruth, Job, Raquel y María (...) Aventando los tiempos viniste a mí, y yo anegando las épocas soy con vosotros, soy vuestra como uno de los que labraron, padecieron y vivieron vuestro tiempo y vuestra luz. ¿Cuántas veces me habéis confortado? Tantas como estuve con la cara en la tierra. ¿Cuándo acudí a ti en vano, libro de los hombres, único libro de los hombres? (...) No me dejes. Siempre seré demasiado niña para que me parezcas ingenua; siempre me bastarás hasta colmar mi vaso hambriento de Dios".

En los artículos introductorios de esta Biblia, nos encontramos más palabras de admiración de este Libro, del que también dice Luis Rivera Pagán: "[...] Irónica paradoja, de esa que tanto abundan en la historia humana, fue que, por centurias, ese insigne fruto de la devoción de dos españoles a su nación y a su lengua tuvo que vagar peregrina en el destierro y en la clandestinidad. A la Reina-Valera le corresponderá, como destino ineludible, recorrer senderos similares a los de sus dos grandes traductores: el exilio, la ilegalidad y la clandestinidad. El pastor protestante Ángel Luis Gutiérrez, en su libro ‘Evangélicos en Puerto Rico en la época española’ (1997), ha detallado cómo durante el siglo XIX las autoridades españolas vigilaban cuidadosamente los intentos de introducir por contrabando esa Biblia en Puerto Rico, a la sazón todavía bajo el dominio colonial. [...]".

Nosotros, que no somos ignaros en cuanto a las verdades contenidas en este Libro, seguiremos llevándolo hasta lo último de la tierra, pase lo que pase, ¿verdad?”

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