Las manos de Durero

cuando te sientas demasiado orgulloso de lo que haces, y muy pagado de ti mismo, recuerdes que en la vida nadie, nunca, triunfa sólo.

08 DE DICIEMBRE DE 2018 · 18:00

Betende Hände, de Albrecht Dürer. / Wikimedia Commons,
Betende Hände, de Albrecht Dürer. / Wikimedia Commons

“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”, Michael Jordan.

 “Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas, Teresa de Calcuta.

“Trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados”, Anónimo.

“No preguntes qué puede hacer por ti el equipo. Pregunta qué puedes hacer tú por él”, Earvin "Magic" Johnson, Jr.

Hace mucho que conozco la historia absolutamente ficticia, como supongo que la mayoría de vosotros sabréis de Las manos, de Durero; pero hoy ha venido a mi mente con mucha fuerza, desconozco la razón; y quisiera refrescar la memoria de todos con esta bella historia no real:

"En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nürenberg, vivía una familia con varios hijos. Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón, y en cualquier otra cosa que se presentara. Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura. Pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia. Después de muchas noches de conversaciones calladas, los dos hermanos llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara... Al terminar los estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa con la venta de sus obras. Así, los dos hermanos podrían ser artistas.

Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la iglesia. Uno de ellos llamado Albrecht Durero, ganó, y se fue a estudiar a Nüremberg. Entonces, el otro hermano, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció durante los siguientes cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia. Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad. Y dijo:

- “Ahora, hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir a Nüremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de todos tus gastos."

Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano. Pero éste, con el rostro empapado en lágrimas, se puso en pie y dijo suavemente:

- “No, hermano, no puedo ir a Nüremberg; es muy tarde para mí. Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruido mis manos. Cada hueso de mis dedos de ha roto al menos una vez, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis. No podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino, y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano, para mí ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes, hayan servido para que las tuyas ahora hayan cumplido su sueño.”

¡Lo sé! Cuando hoy leí esto por enésima vez en mi vida, y después de haber leído aplicaciones un tanto cursis, y un tanto ñoñas, sobre este relato ficticio; se me antoja del mismo modo. Pero por alguna razón, regresó a mi mente y a mi corazón de nuevo, y quisiera compartir con vosotros Alguna reflexión acerca de esta historia, que con sólo mirar cualquier biografía básica de Durero, puede constatarnos su falsedad; pero esto tiene mucha miga…

Desde que tengo memoria, me entusiasmaba leer todo lo que caía en mis manos; lo primero fueron aquellos cuentos de cartón recortados de forma muy linda y especial, haciendo la figura de una muñeca…. Mi favorito era Caperucita roja, cuanto universal que de un modo u otro existe en todas las culturas, ¡Con moraleja incluida! También me encantaba Cenicienta, Blanca Nieves y los siete enanitos, Barba Azúl……. Luego me pasé a libros con recopilaciones de los hermanos Grimm, entre los que se encontraban la mayoría de los que os acabo de citar. Después pasé a los cuentos de hadas recopilados ¡Esos me encantaban! Cuanta más fantasía, mejor. Pasando el tiempo me emocionaban las inolvidables series de libros de las aventuras de los cinco de Enyd Blyton. 

Bendigo a mis padres, por no sólo permitirme; sino animarme a leer de todo. La Biblia siempre fue lo primero, ¡Eso por descontado! Pero no lo quiero mezclar con todo lo escrito ¡Es demasiado sublime! Aunque mientras yo podía disfrutar de todas estas cosas buenas que iban cayendo en mis manos, seguro que me estoy perdiendo en el orden cronológico y en algunas cosas más; pero me encantaba leer aquellos viejos libros, sobre todo de la Escuela Dominical de mi madre; a nosotros nos dieron pocos libros, enseguida comenzó la moda de los juguetes, ¡No me gustaba! Mi mejor regalo era un libro. Pero sí recibí unos cuantos; aunque los que más me gustaban eran los que guardaba mi madre, llegaron a estar tan gastaditos de usarlos, que terminó encuadernándolos en un libro de los suyos y los nuestros. Hoy nos parecerian … Hmmmm…... Pero lo cierto es que yo luchaba por contener las lágrimas con mis favoritos, La morenita perdida, El niño del bosque y su perro piloto, La primera oración de Carlota, El violín de Roque… ¡¡Me encantaban!! Nos enseñaban verdades bíblicas a través de una literatura un tanto marcada por muchas cosas, estoy hablando de generaciones distintas, pero me gustaban realmente. Y este tipo de padres como lo fueron los míos, en aquella época, y aún ahora en algunos sectores, no se encuentran todos los días; para mi, supuso un auténtico enriquecimiento y una auténtica bendición.

Y después de haberme ido un tanto por las ramas ¡Espero que lo hayáis disfrutado! Volvamos a la historia de las Manos, de Durero.

A esta obra, se le atribuyen distintos títulos, Manos que oran, Manos, Manos orando…… Es cierto es que de haber sido verdad, la historia es muy bonita, casi demasiado para ser cierta. Pero hay un final que he dejado para este momento de la historia, sea como sea…

Un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano, Albretch Durero dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa y bellísima obra, simplemente Manos pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte, y se le cambió el nombre por el de Manos que oran.

La próxima vez que veas una copia de esa obra, obsérvala bien y con calma; Pido a Dios que sirva para que, cuando te sientas demasiado orgulloso de lo que haces, y muy pagado de ti mismo, recuerdes que en la vida ¡¡Nadie, nunca, triunfa sólo!!"

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - Las manos de Durero