Antigüedad de la especie humana

¿Cuándo empezó realmente el ser humano al dar señales inequívocas de cultura, razonamiento y espiritualidad? ¿Qué se desprende de los últimos descubrimientos científicos?

24 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 17:00

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Después de más de dos siglos de investigaciones paleontológicas, sorprende la discrepancia de fechas existente entre los especialistas. Las opiniones de los genetistas difieren de las de sus colegas estudiosos de los fósiles. Éstos afirman que los tiempos de divergencia estimados en los distintos estudios no deben sorprender puesto que se basan en datos relativamente reducidos. Sin embargo, la amplitud de los resultados obtenidos resulta notablemente sospechosa. Mientras unos autores hablaban hasta hace poco de 129.000 años para el origen del hombre, otros lo retrasaban a 536.000 años.(1)¿Cómo es posible tanta disparidad, sobre todo teniendo en cuenta que todos estos estudios se basan en estimaciones supuestamente científicas? ¿Cuándo empezó realmente el ser humano al dar señales inequívocas de cultura, razonamiento y espiritualidad? ¿Qué se desprende de los últimos descubrimientos científicos?

La antropología -ciencia que estudia los aspectos físicos y las manifestaciones socioculturales de las comunidades humanas- ha encontrado evidencias de explosiones culturales singulares en los albores de la humanidad. Tales manifestaciones prehistóricas o “big bangs culturales” reflejan bien la originalidad propia del espíritu humano. Aunque algunas especies de primates bípedos diferentes al Homo sapiens sapiens hubieran sido capaces de utilizar herramientas primitivas, ninguna de ellas evidencia la elevada tecnología alcanzada por el hombre. Es con la llegada de los humanos cuando aparecen artefactos minuciosamente elaborados con un propósito determinado, tales como hachas de sílex, puntas de flecha, punzones, agujas, mazas y martillos, anzuelos de afiladas púas, arpones, palas, adornos, juguetes infantiles, vestidos, joyas y muchas cosas más.(2)Todos estos objetos descubiertos por los arqueólogos, que demuestran la existencia de una cultura propiamente humana, han sido fechados mediante distintos métodos de datación (alteración de elementos radiactivos, deposiciones estacionales, dendrocronología o paleomagnetismo) y generalmente han indicado edades comprendidas entre los 40.000 y los 45.000 años de antigüedad. 

Del análisis de algunos de estos artilugios y de las pinturas rupestres se desprende que aquellos primeros humanos crearon arte gráfico, música sofisticada y practicaron también ciertas ceremonias religiosas de adoración. En España, por ejemplo, la famosa cueva de Altamira descubierta en 1868 (próxima a Santillana del Mar, Cantabria) conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la prehistoria. Contiene pinturas de varios colores en su techo (negras, rojas y ocres) que representan animales, figuras antropomorfas así como dibujos abstractos y no figurativos. Debido a su belleza artística ha sido llamada la “Capilla Sixtina” del arte rupestre. Difícilmente se puede pensar que aquellos primeros artistas no fueran verdaderos seres humanos. Pues bien, se cree que la cueva fue habitada por el hombre ya durante el Paleolítico superior, hace unos 35.600 años.(3)

De la misma manera, en el sur de Francia se descubrió una cueva en 1994 que, dos décadas después, fue declarada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, debido a las antiguas y sofisticadas pinturas rupestres que albergaba. Se trata de la cueva de Chauvet (gruta de Chauvet-Pont d’Arc, Ardèche) cuyas pinturas están muy bien conservadas y representan a numerosos animales (rinocerontes, mamuts, leones de las cavernas, bisontes, etc.), algunos de los cuales ya se extinguieron. Aunque al principio la datación fue motivo de controversia, finalmente se fijó entre los 30.000 y los 36.000 años atrás.(4) También en Alemania se han encontrado figuras esculpidas por el hombre que datan de al menos 35.000 años de antigüedad.(5)Y, en fin, existe también evidencia de que el ser humano de esa remota época empleaba lenguajes complejos y existían ya diversos idiomas hace unos 40.000 años.(6)Si esto es así, tal acumulación de pinturas y objetos elaborados por el ser humano en diferentes lugares del mundo requiere que la población existente tuviera ya un tamaño considerable y para esto se necesita tiempo. 

Ahora bien, ¿coinciden estas fechas arqueológicas -que evidencian expresiones claras del singular espíritu humano- con las que sugieren las Sagradas Escrituras? El creacionismo de la Tierra joven, que interpreta continua y literalmente las genealogías del Génesis, opina que tales edades serían demasiado extensas. Sin embargo, el Dr. Hugh Ross, astrónomo cristiano canadiense y defensor del creacionismo de la Tierra antigua, cree que sí pueden coincidir y escribe lo siguiente al respecto: “Una breve revisión de los datos muestra que las fechas fósiles y arqueológicas del origen de la humanidad coinciden aproximadamente con las fechas de los artefactos religiosos más antiguos y del “big bang cultural” -la repentina aparición de ropa, joyas, herramientas avanzadas, arte sofisticado y expresión musical-. La historia bioquímica de los seres humanos es consistente con todas estas fechas. Por lo tanto, todas las fechas y datos se ajustan a las fechas bíblicas estimadas para el origen de Adán y Eva.”(7)Veamos primero cómo interpreta Ross el calendario bíblico, para analizar después lo que quiere decir con la datación bioquímica del origen de la humanidad, que proporcionan el ADN mitocondrial y el cromosoma Y.

El uso de las genealogías bíblicas con el fin de fechar la antigüedad del mundo y del ser humano ha venido generando debates y controversias desde hace mucho tiempo. La lista de los descendientes de Adán que aparecen en el capítulo 5 de Génesis, así como la de los hijos de Sem del capítulo 11 del mismo libro, se han debatido hasta la saciedad. El hecho de que el nombre de Cainán (Lucas 3:36) no aparezca en la genealogía de Génesis 11 establece al menos un vacío que permite suponer que quizás existan otros huecos en tales genealogías. Aunque la cantidad de tales huecos es algo abierto a la especulación, puede resultar útil recurrir a fechas históricas relativamente bien conocidas -como es el tiempo en que vivieron Abraham e incluso Peleg- con el fin de calibrar estas genealogías. 

Los registros históricos establecen que el patriarca de Ur vivió hace aproximadamente unos 4.000 años, mientras que de Peleg se dice que “en su tiempo se dividió la tierra” (Gn. 10:25, NVI). Algunos eruditos interpretan esta expresión en sentido literal y la relacionan con catástrofes físicas en la corteza terrestre, como la ruptura del puente de Bering (acontecimiento que permitió la migración humana desde Eurasia a América) hace unos 11.000 años. Ross cree que si la media de vida registrada en las genealogías de los capítulos 5 y 11 de Génesis era aproximadamente proporcional al actual paso del tiempo, entonces las cronologías de Abraham y Peleg permitirían ubicar el diluvio de Noé en una fecha comprendida entre los 30.000 y los 50.000 años a. C. y la creación de Adán y Eva, unas decenas de miles de años antes.(8)

Aunque las genealogías bíblicas no sirven para establecer la fecha de la creación del universo y la Tierra, sí pueden proporcionar una ligera aproximación para la llegada de la humanidad. No obstante, hay que tener en cuenta que las palabras hebreas empleadas para referirse al “padre” y al “hijo” (“ab” y “ben”, respectivamente) presentan definiciones más amplias de lo que habitualmente se ha traducido en las lenguas modernas. En ocasiones,“ab”se refiere también al “abuelo”, “bisabuelo”, “tatarabuelo” y así sucesivamente. De igual modo, “ben” puede traducirse por “hijo”, “nieto”, “bisnieto”, etc. Esto se observa, por ejemplo, en el libro de Daniel (5:2) donde se hace referencia a Nabucodonosor como el “padre” del rey Belsasar, aunque en realidad no era su padre sino un antecesor, ya que otros dos reyes les separaban y ni siquiera estaban relacionados biológicamente. Semejante flexibilidad en la utilización hebrea de los términos “ab” y “ben” indica por qué las genealogías paralelas pueden presentar variaciones (1 Cr. 3; Mt. 1 y Lc. 3).

De la misma manera, también en las genealogías donde se dan los años transcurridos entre el nacimiento de los padres y los hijos, hay que tener en cuenta que tales cronologías no son tan exactas como a primera vista pudiera parecer. Tal como se mencionó anteriormente, en el evangelio de Lucas (3:35-36) se inserta a Cainán entre Sala y Arfaxad, mientras que en la genealogía de Génesis 11 aparece Sala como hijo directo de Arfaxad. No obstante, aunque esto pudiera llevar a creer a algunos eruditos que las genealogías bíblicas se pueden estirar tanto como se desee, lo cierto es que otros datos bíblicos y científicos imponen unos límites determinados. El Dr. Ross concluye que la fecha más confiable que se desprende de la bibliografía creacionista especializada, propuesta para la creación de Adán y Eva, oscila entre hace 10.000 y 60.000 años (con límites que pueden variar entre los 7.000 y los 100.000 años).(9)Ahora bien, ¿encajan tales períodos con los datos recientes de la genética?

Actualmente, gracias al estudio del ADN mitocondrial(aquél que se encuentra fuera del núcleo de la célula, en el interior de las mitocondrias y, por tanto, diferente al ADN nuclear típico) y también al estudio del cromosoma Y masculino, los genetistas son capaces de comprobar si el ser humano desciende de muchos individuos o solamente de unos pocos, así como también si apareció a la vez en muchos lugares distintos o en uno solo. Las investigaciones que se han venido realizando durante los últimos 25 años revelan que todos los seres humanos se originaron en el mismo lugar y descienden de unos pocos individuos.(10)Dicho de otra manera, la genética confirma que toda la humanidad proviene de una sola mujer y de un solo hombre.

En efecto, durante la reproducción sexual humana existen dos segmentos de material genético que no se mezclan o recombinan como hacen los cromosomas del núcleo de espermatozoides y óvulos. Uno está constituido por la mayor parte del ADN existente en las mitocondrias (orgánulos que suministran casi toda la energía que necesita la célula) y conocido con la sigla ADNmt.El otro segmento que tampoco se mezcla es un gran trozo del cromosoma masculino Y.Los seres humanos obtenemos casi todo nuestro ADN mitocondrial del óvulo de nuestras madres ya que el masculino del espermatozoide no suele penetrar en dicho óvulo durante la fecundación. Lo cual significa que este ADNmt se transmite de generación en generación por vía femenina. Normalmente, la única manera de explicar que el ADNmt de una mujer sea diferente al de su madre o su abuela es que éste haya experimentado alguna mutación. Y con los varones ocurre algo similar. Únicamente las células masculinas poseen en su genoma nuclear el cromosoma Y(ADN-Y). De la misma manera, la única posibilidad de que dicho cromosoma de un varón pueda ser diferente al de su padre o abuelo es que haya sufrido algún cambio o mutación.

Ahora bien, cuando se miden adecuadamente las diferencias existentes en estas dos moléculas de ADN de mujeres y hombres (ADNmt y ADN-Y), a lo largo de varias generaciones y en diversas familias, los genetistas pueden deducir las tasas a las que ocurren las mutaciones. Estas mediciones han arrojado fechas comprendidas entre los 42.000 y los 60.000 años de antigüedad para el ancestro masculino más reciente de toda la humanidad (que podría corresponder con el Noé bíblico).(11)Mientras que para el ancestro femenino común (la Eva bíblica) han resultado fechas comprendidas entre hace 50.000 y 70.000 años.(12) Desde esta perspectiva, las fechas y datos científicos para el origen del ser humano que se desprenden de la arqueología, la paleontología y la genética coincidirían con las fechas que pueden deducirse también de los relatos bíblicos para el origen de Adán y Eva.

El salmista se preguntaba: ¿qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Sal. 8:4). Y llegaba a la conclusión de que era ni más ni menos que la corona de la creación. Dios nos creó de forma especial y ajustó todos los detalles del universo para otorgarnos un hogar cósmico adecuado, y en el momento oportuno, para que pudiésemos desarrollar nuestro conocimiento del mundo y de su creador. La ciencia nos permite descubrir y comprender la obra maestra de la creación, pero sólo el estudio de la Escritura puede revelarnos el propósito de Dios para nuestra vida.

 

Notas

1 Cela, C. J. y Ayala, F. J. 2013, Evolución humana, Alianza Editorial, Madrid, p. 656.

2 Anikovitch, M. V. et al., 2007, “Early Upper Paleolithic in Eastern Europe and Implications for the Dispersal of Modern Humans”,Science, 315 (January 12): 223-226.

3 Ministerio de Cultura, 2013, “Investigación arqueológica y Arte paleolítico: Referencias bibliográficas sobre investigación arqueológica y de arte paleolítico”, Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira.

4 Clottes, J. 2010, “La Grotte Chauvet: l’art des origines”, Seuil, France.

5 Conard, N. J. 2009, “A Female Figurine from the Basal Aurignacian of Hohle Fels Cave in Southwestern Germany”, Nature, 459 (May 14, 2009): 248-252. 

6 Knight, A. et al., 2003, “African Y Chromosome and mtDNA Divergence Provides Insight into the History of Click Languages”,Current Biology, 13 (March 18, 2003):464-473.

7 Ross, H. 2015, A Matter of Days, rtb press, Covina, CA, p. 239. 

8 Rana, F. y Ross, H. 2015, Who was Adam?, rtb Press, Covina, CA, p. 252.

9 Ross, H. 2015, A Matter of Days, rtb Press, Covina, CA, p. 238.

10 Loogväli, E-L et al., “Explaining the Imperfection of the Molecular Clock of Hominid Mitochondria,” PLoS ONE, December 29, 2009; Caramelli, D. et al., “Evidence for a Genetic Discontinuity between Neandertals and 24.000-Year-Old Anatomically Modern Europeans,” Proceedings of the National Academy of Sciences, USA100 (May 27, 2003):6593-97; Zhivotovsky, L. A. et al., “Features od Evolution and Expansion of Modern Humans, Inferred from Genomewide Microsatellite Markers,” American Journal of Human Genetics, 72 (May 2003): 1171-86; Richards, M. et al., “In Search of Geographical Patterns in European Mitochondrial DNA,” American Journal of Human Genetics,71 (November 2002): 1168-74; Salas, A. et al., “The Making of the African mtDNA Landscape,” American Journal of Human Genetics,71 (November 2002): 1082-111; Thomas, M. G. “Founding Mothers of Jewish Communities: Geographically Separated Jewish Groups Were Independently Founded by Very Few Female Ancestors,” American Journal of Human Genetics, 70 (June 2002): 1411-20.

11 Garrigan, D. et al., “Inferring Human Population Sizes, Divergence Times and Rates of Gene Flow from Mitochondrial, X and Y Chromosome Resequencing Data,” Genetics, 177 (Decembre 2007): 2195-207; Semino, O. et al., “Ethiopians and Khoisan Share the Deepest Clades of the Human Y-Chromosome Phylogeny,” American Journal of Human Genetics, 70 (January 2002): 265-68; Pritchard, J. K. et al., “Population Growth of Human Y Chromosomes: A Study of Y Chromosome Microsatellites,” Molecular Biology and Evolution 16 (December 1999): 1791-98; Thompson R. et al., “Recent Common Ancestry of Human Y Chromosome: Evidences from DNA Sequence Data,” Proceedings of the National Academy of Sciencies, USA 97 (June 20, 2000): 7360-65; Underhill, P. A. et al., “Y Chromosome Sequence Variation and the History of Human Populations,” Nature Genetics 26 (November 2000): 358-61; Whitfield, L. S, et al., “Sequence Variation of the Human Y Chromosome,” Nature 378 (November 23, 1995): 379-80; Wade, N. Before the Dawn: Recovering the Lost History of Our Ancestors(New York: Penguin, 2006), 54.

12 Tully, L. A. et al., “A Sensitive Denaturing Gradient-Gel Electrophoresis Assay Reveals a High Frequency of Heteroplasmy in Hypervariable Region 1 of the Human mtDNA Control Region,”American Journal of Human Genetics67 (August 2000): 432-43; Gibbons, A., “Calibrating the Mitochondrial Clock”, Science279 (January 2, 1998): 28-29. 

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