Pequeñas llamas que alumbran la inmensidad

Somos pequeños, pero desde tu perspectiva aun los más desapercibidos pueden hacer algo grande.

21 DE OCTUBRE DE 2018 · 07:00

Amanecer en Salamanca. / Jacqueline Alencar,
Amanecer en Salamanca. / Jacqueline Alencar

En el año nono de las lluvias torrenciales que cayeron sobre nuestra región, por las tardes yo, particularmente, escuchaba una canción que, con una suave melodía, me insistía en decir que "Somos pequeñas llamas prendidas porque fueron traídas a tu luz eterna que nos dio vida...". ¡Qué fuerte! eso que dice que su luz nos dio vida. ¿Y qué hacemos? ¿Nos quedamos parados esperando la herencia eterna sin hacer nada?

Seguro que si somos llamas podemos iluminar allá donde haya oscuridad, decía, podemos encender los corazones apagados, porque fuimos encendidos por Su luz eterna, que no es cosa del hombre, sino del Dios mismo que nos ha dado vida... Parece fácil el alumbrar a nuestro alrededor, pero no es así. El coste del discipulado es muy alto. Tener una piedad cristiana insobornable cuesta.

Y si no estamos dispuestos a sacrificarnos por esa visión de llevar las Buenas Noticias hasta lo último de la tierra; si no nos unimos en oración; si no aunamos fuerzas; si no nos negamos a nosotros mismos; si no entregamos nuestras posesiones, nuestros corazones, no es posible ser agentes de transformación de la realidad en la que estamos inmersos. No seremos capaces de ser una generación que cambie esta inmensa geografía.

Cristo pidió que continuáramos la tarea que él había empezado. ¿Y nosotros qué? ¿Nos dejaremos retener en el camino por las voces que intentan desviarnos de su causa, por las voces que intentan cambiar nuestros corazones, bajar el volumen de nuestra voz, quitarnos las barcas y las redes, apagar nuestra llama?...

No; no importa el precio que tengamos que pagar, Señor, vale la pena ir a contracorriente, seguir el Sermón del monte que es todo un desafío para nosotros. Somos pequeños, pero desde tu perspectiva aun los más desapercibidos pueden hacer algo grande. Gracias por utilizarnos a pesar de nuestra imperfección.

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