La misión de discipular a los que Dios salva

A los que hemos sido aceptados por Jesucristo para salvación y vida eterna Él nos ha encomendado una misión irrenunciable; que requiere integridad espiritual, moral y ética

14 DE OCTUBRE DE 2018 · 08:00

Ilustración: El día después del aluvión que arrasó la localidad de Sant Llorenç, en la comarca mallorquina de Levante,aluvión levante
Ilustración: El día después del aluvión que arrasó la localidad de Sant Llorenç, en la comarca mallorquina de Levante

Mientras escribo este artículo, el mundo es sacudido con catástrofes de todo tipo en Asia, las Américas, Oceanía, el Caribe, África y Europa (01). Soy testigo directo de una de ellas. La fuerte tormenta de lluvia generó un aluvión de agua y barro que cubrió a su paso calles y edificios de un área mallorquina cerca de mi hogar. La fuerza de la riada arrastró personas, animales, coches y muchos objetos (02). El ulular de las sirenas de ambulancias trayendo víctimas me interrumpe.

Después de recorrer un área poblada con alrededor de quince mil habitantes el Mediterráneo fue el sitio de descarga final. Doce de los infortunados han muerto; y se desconoce el total de desaparecidos, de los cuales se han dado los nombres de seis que son buscados por sus familiares. El asombro por una catástrofe inusual en esta paradisíaca isla, y el dolor por sus terribles consecuencias, embarga a más de un millón de mallorquines de manera directa.

Esta es una historia real que nos deja muchas preguntas, algunas sin respuestas inmediatas. i.e. ¿Cuántos de los fallecidos fueron salvados por la Gracia de Dios? Si descubriese que conocí a alguno de ellos ¿Supo esa persona por mí de la salvación que hay en Jesucristo? Es en momentos cruciales como estos, que lo que deseo transmitir con mis escritos se enfrenta con la imprescindible reflexión: ¿creo y practico esto que escribo?

A los que hemos sido aceptados por Jesucristo para salvación y vida eterna Él nos ha encomendado una misión irrenunciable; una que requiere integridad espiritual, moral y ética. No existe otra manera de responderle a su llamado a discipular y dar testimonio de Él a otros. Y si alguien dice que hay otras maneras, seguramente tienen más influencia humana que divina. Nuestro discipulado no hace salvo a nadie. Estamos llamados a discipular a aquellos que Dios ya ha salvado por fe en Jesucristo.

Hacer discípulos enseñando todo el Evangelio a los que cada día Dios - no nosotros - añade a Su iglesia, eso, es cumplir con la misión encomendada por el Señor Jesucristo. (03)

Somos fruto del discipulado de otros

Recordemos a aquellos que nos discipularon a nosotros (04). Reconocíamos en ellos a varones y mujeres consagrados al Señor. Practicaban lo que hablaban. Nos enseñaban todo el consejo divino, no solo algunas partes de la Biblia (05).   

Aquellos que nos marcaron la senda verdadera priorizaron el discipulado integral para conducirnos a la madurez en Cristo. No eran perfectos. Pero eran lo suficientemente maduros como para reconocerlo antes de que descubriésemos en ellos algún fallo. Aceptaban todas nuestras preguntas y cuestionamientos sin hacer alarde de conocimientos. Muchas veces nos repitieron que debíamos aprender a buscar las respuestas en toda la Biblia; y nos advirtieron que - con todo - nadie puede tener respuestas a todas las preguntas (06).

Nos proclamaron el evangelio bíblico con claridad y osadía. Lo hicieron tomando siempre en cuenta el contexto de cada pasaje para ayudarnos a entender bien el mensaje de Cristo. Veían si avanzábamos y nos alentaban a vivir la aventura de fe que Dios propone a cada creyente. Por gracia de nuestro Padre, aquellos maestros que nos instruyeron en el estudio de la Palabra, nos ayudaron a comprender la responsabilidad de hacer lo mismo con otros que el Señor se encarga de poner en nuestro camino.

El amor de aquellos valiosos hermanos y hermanas hace más fácil nuestra tarea. Ser miembros de iglesias con una historia de fe bien definida nos permite repasarla para revivir las veces que Dios respondió a desafíos y fortaleció a los responsables frente a diversas pruebas. Cada iglesia es el resultado de los individuos y familias que la componen. Por más que haya semejanzas entre dos iglesias locales, nunca serán iguales. Dios utiliza nuestra diversidad étnica, cultural y social para alcanzar a más personas en la inmensa diversidad que hay en el mundo.

Las iglesias locales no nacen espontáneamente. Son el producto de siembras, riegos y oraciones de no pocos a lo largo de mucho tiempo. Para que llegue Pentecostés en el primer siglo de nuestra era, fueron necesarios milenios de historia antigua, varios siglos de silencio profético, interrumpido por el clamor del último de los profetas, y seguido de tres años de ministerio terrenal de Jesús de Nazaret, cuya prédica, lejos de ser recibida con gozo fue rechazada por los judíos que esperaban coronarlo rey, y terminaron despreciándolo y crucificándolo. Por su obediencia total Su Padre le resucitó, glorificó y sentó a Su diestra, dándole plena y cósmica potestad (07).

Finalmente, esa historia es el contexto de la Revelación del Perfecto Plan divino registrado en las Escrituras y cumplido al detalle en tiempo, espacio y forma. Después descendió el Espíritu Santo a la tierra y dio a luz a la iglesia en Jerusalén, para continuar la obra de Redención (08).

Si bien no todos están llamados a plantar nuevas iglesias sí lo están para acompañar a quienes las plantan en el nombre de Jesucristo. No obstante, ningún discípulo de Cristo está exento de trabajar por la renovación de las iglesias existentes.

Cada iglesia existe para encarnar el gozo del evangelio, reflejar el carácter de Cristo en su vida comunitaria, y exhibir el poder del Espíritu en vidas que son transformadas para la gloria de Dios.

Discipulamos en tiempos de catástrofes

No caben dudas que los actuales son tiempos de continuas catástrofes. Ya Jesús anunciaba estos tiempos dos mil años atrás (09). A diferencia de muchos de los habitantes del planeta creado por Dios, el medio ambiente no está robotizado; es muy sensible a los desequilibrios provocados por la falta de cuidado responsable de parte de hombres ambiciosos y avaros. En este contexto traumático y acelerado hacia la destrucción, preguntamos

¿Qué aspectos culturales y sociales de mi entorno incluyo en la misión de discipular?

¿Qué prácticas de mi vida diaria afectan negativamente mi misión?

¿Hago una justa autocrítica de lo que exhibo con mi conducta y puede ofender a los demás?

En estos tiempos que vivimos el cambio climático nos impone tareas nunca antes asumidas: disminuir drásticamente nuestro consumo diario; seleccionar alimentos sanos; desechar todo los productos envasados que polucionen el medio ambiente; reciclar todo lo que podamos; sembrar nuestros propios vegetales de manera sana; no llenarnos de cosas que nos gustan; ahorrar para ser de ayuda a los que marginados, refugiados que huyen de guerras, destrucción y persecución fratricida. Recordemos que todo nos es lícito, pero que no todo nos conviene (10).

En pleno predominio de la Posverdad, los relatos que pululan en las redes sociales y distintos medios de comunicación inducen mentiras disfrazadas de ‘medidas progresistas’, tales como el aborto legalizado, la enseñanza infantil obligatoria de la perversa y autoritaria ‘ideología de género’, la eliminación en escuelas públicas y privadas de la enseñanza religiosa;  la promoción como ‘derechos humanos’ del cambio de sexo, del casamiento pluralizado entre humanos, y entre humanos y animales; entre otras muchas vergonzantes y degradantes inmoralidades.

El apóstol Pablo fue investido de audacia para presentar la buena noticia a judíos y a griegos. Le resistió en la cara a su colega Pedro porque este fingía para quedar bien con unos y otros. Supo enfrentar las particularidades de las distintas iglesias que se iban estableciendo rápidamente en Judea, Samaria y las provincias de Asia Menor que recorría. Siempre se negó a hablar bien de sí mismo. Dejó atrás el odio judío sobre los no judíos y el amor de Cristo por estos le hizo único en su misión a los paganos. Pablo es todo un ejemplo de discípulo en misión. Dejó que fuese Jesucristo quien transformase lo ‘personal’ de él para hacerlo ‘instrumental’ al Mensaje. Se convirtió, por gracia pura, en un ejemplo a ser imitado (11).

En todo el Evangelio la identidad entre Mensaje y mensajero no está mejor representada que en la persona de nuestro Señor Jesucristo; y, después, en Pablo. Saquemos nuestras conclusiones.

Padre Santo: te ruego que el Espíritu me guíe a ser lo que escriba, hable y haga; para que Tú recibas siempre toda la gloria. Hazme ver al que sufre por no encontrar el camino de la vida eterna, en el lugar donde me has puesto y en el momento oportuno; dame la gracia de mostrarle a Cristo antes de que sea demasiado tarde. Y si pones ante mí a quien ya has salvado, ayúdame a discipularle en el amor de tu Hijo en todo aquello que Tu Palabra nos revele a ambos. Amén.

 

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Notas

 Ilustración: El día después del aluvión que arrasó la localidad de Sant Llorenç, en la comarca mallorquina de Levante: https://ep00.epimg.net/elpais/imagenes/2018/10/10/album/1539151903_754193_1539181634_album_normal.jpghttps://ep00.epimg.net/elpais/imagenes/2018/10/10/album/1539151903_754193_1539181634_album_normal.jpg

01. Un ejemplo reciente me lo acerca un colega canadiense que asiste a damnificados por terremotos en Asia: https://www.facebook.com/andrea.fitrianto/posts/10156529095888828?__tn__=-R

02. https://www.facebook.com/groups/1535062103438673/?ref=bookmarks

03. Mateo 28:18-20; Marcos 16:14-16.

04. Hebreos 13:7.

05. Hechos 20:27.

06. 1ª Corintios 13:9-12;

07. Efesios 1:18-23; Colosenses 1:15-20;

08. Hechos 2:38-47.

09. Mateo 24.

10. 1ª Corintios 10:23.

11. A los no judíos, estos consideraban ‘goyim’ (perros despreciables); se recomienda leer: Gálatas 2:11-21; 1ª Corintios 11:1; Filipenses 3:17.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - La misión de discipular a los que Dios salva