Sobre todo

¿Debe haber reflexión teológica antes de la proclamación? ¿Puede haber proclamación sin compasión, sin amor? No dejemos que el modelo se arrugue, o se deforme, no sea que no consigamos distinguir Su figura.

13 DE OCTUBRE DE 2018 · 13:00

Jesús con tacto proclamaba, y esa proclamación iba acompañada de compasión. / Jacqueline Alencar,
Jesús con tacto proclamaba, y esa proclamación iba acompañada de compasión. / Jacqueline Alencar

Sobre todo. Así se llama una de las canciones que más cantamos últimamente (hace ocho días u ocho años, ya que un día puede ser como mil años). Nos hace pensar en todas las cosas extraordinarias que el mundo nos ofrece: bienes suntuosos, atractivos, información, avances tecnológicos, etc., pero también pensamos en que Dios se superpone a todo esto, porque él es sobre todas las cosas. Y trasciende en nuestras vidas. ¿Y cómo sabemos que esto es así? Cuando realmente hemos sentido Su abrazo amigo indicando reconciliación. Cuando realmente sientes Su amor. Cuando realmente te has creído que como resultado de ese amor dio en sacrificio Su mejor tesoro: su Hijo amado, a quien no le importó morir en cruz cruel para traernos Esperanza. 

Y cuando realmente has conseguido todo esto, sientes que Él es el centro de tu vida, tu prioridad, tu pasión. Es como el aire que necesitas para poder respirar; como esos latidos de tu corazón que indican que estás vivo. Entonces, sólo entonces, te dejas ir cincelando para parecerte al modelo del Hijo, el primogénito. 

Y agradecido e inundado por Su amor, pareciéndote un poco más al Hijo, miras a los que tienes cerca, primeramente (se parecen también al modelo), y derramas amor sin imponer condiciones, cueste lo que cueste, pues ya no hay marcha atrás, no es posible el regreso al pasado. Y cuando logras superar esta otra fase, es cuando puedes amar a los que están clamando a gritos por parecerse al modelo del Hijo, como tú. Y diseñas una estrategia atractiva y capaz de entusiasmarlos, como esa que utilizó Jesús, tu modelo, para abrazar y alcanzar a Nicodemo, o a la samaritana, o a Zaqueo... A veces de forma más directa, otras con mayor suavidad; con tacto proclamaba, y esa proclamación iba acompañada de compasión. Ante la ignorancia, la falta de conocimiento acerca de la verdad, no echó mano de la burla ni de la supremacía, aunque Él era y es, y será, sobre todo. 

¿Debe haber reflexión teológica antes de la proclamación? ¿Puede haber proclamación sin compasión, sin amor?

No dejemos que el modelo se arrugue, o se deforme, no sea que no consigamos distinguir Su figura.

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