Preciosa historia de amor del Taj Mahal

Quiero es que mi propio palacio esté construido con el mayor amor, pasión y entrega de mí misma hacia mi Señor.

15 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 20:30

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  “Lloraba un alma enamorada

lágrimas, dolor, pena, llanto

un corazón entona su triste canto

una mano, cansada, tras su ventana cerrada

Allí desde su palacio, desde su ventana

admira aquella lágrima blanca

poesía hecha arte, arte que la pasión arranca

para ti, mi amada, mi esposa, mi alma hermana.”

El Taj Mahal no es solo una de las maravillas del mundo moderno, es mucho más. Este  complejo de edificios construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra (India) por un Emperador como mausoleo para su esposa favorita, encierra detrás todo un monumento a una historia de amor.

El príncipe Shahbuddin Mohammed tuvo una de las mejores educaciones de la época y a pesar de la riqueza ilimitada de su familia nunca mostró interés por la riqueza ni los intereses de esta. Un día, el príncipe se enamoró en un bazar de la princesa Arjumand, de sólo 15 años, hija del Primer Ministro de la Corte. El príncipe, impresionado por su belleza, preguntó el precio del collar de cristal que ella se estaba probando. Le respondieron que no era de cristal sino de diamantes y que valía 10.000 rupias. El príncipe pagó sin dudarlo y así conquistó de inmediato el corazón de la princesa.

Pero los novios tuvieron que esperar cinco años para casarse, tiempo durante el cual no pudieron verse ni una vez.  Finalmente la boda tuvo lugar en el año 1612, con una ceremonia espectacular, en la que el Emperador nombró a Arjumand Mumtaz Mahal, La Elegida del Palacio. Su amada no era su primera esposa, pero sí la favorita.

Sí, Sha Jahan tuvo cuatro esposas, pero durante toda su vida sólo estuvo enamorado de una de ellas: la bella y buena, también llena de gracia y compasión  Mumtaz Mahal, quien contempló enamorada y feliz cómo en 1628, su esposo subía al trono para convertirse en el emperador.

Entre ellos todo fue a las mil maravillas durante 19 años pero un fatídico día, mientras daba a luz a su decimocuarto hijo, Mumtaz Mahal enfermó y murió. Dicen que sus últimas palabras fueron pedirle a su esposo cuatro deseos: que fuera un buen padre, que se casara otra vez, que construyera una tumba para ella y que cada año, en el aniversario de su muerte, fuera a visitarla.

El pobre Sha Jahan se quedó destrozado. Tan  grande era su tristeza que se encerró en su palacio – fortaleza conocido como Fuerte Rojo de Agra y durante muchos meses vivió aislado del mundo y de la gente porque ya nada le importaba.

Tardó mucho tiempo en superar el dolor y recuperar la ilusión de vivir, pero cuando volvió a verse con fuerzas, tomó la decisión de satisfacer ese último deseo de su mujer. Mumtaz Mahal descansaría para siempre en una tumba construida especialmente para ella.

Tanto la había querido y tanto la echaba de menos, que no se conformó con algo sencillo, sino todo lo contrario: se esforzó al máximo para que fuera la más hermosa que nadie pudiera imaginar. De esa promesa y ese sueño, nació el Taj Mahal.

Cuenta la leyenda que una vez finalizado el mausoleo el emperador mandó cortar todas las manos y quemar todos los ojos de los arquitectos que intervinieron en la construcción cuestión de que nunca se repitiera tamaña obra de arte. Ante el derroche de dinero que llevó a cabo la construcción del Taj Mahal uno de los hijos del emperador decide arrestarlo a fin de conservar el patrimonio del imperio. El emperador pasó sus últimos días, como hemos dicho anteriormente, encerrado en una torre en el Agra Fort a unos 2 km de Taj Mahal.

El emperador intentó recrear el paraíso en la tierra. Para ello se inspiró en la arquitectura persa e india y en los párrafos del Corán. Algunos están relatados en las paredes de mármol. Estas inscripciones hablan más que nada del día del juicio final y de la recompensa que nos espera en el paraíso. Los jardines, los canteros de flores y los canales de agua buscan la perfección. Todo está perfectamente calculado y todo tiene una razón simétrica de ser; Finalmente su amada descansa en paz.

El Taj Mahal  nos llevó a preguntarnos por la naturaleza humana, por su arrogancia y su sed de tener y ser más. ¿A costa de que se construyó el Taj Mahal? ¿Cuántos obreros dejaron sus vidas en el desenfreno de la construcción? Siempre, detrás de la perfección de edificios, monumentos o ciudades, hay un látigo y hay esclavos.  Alguien manda, muchos obedecen. El Taj Mahal no es la excepción ¿Qué habrán pensado esos 20.000 obreros esclavos, extremadamente delgados, mal nutridos al ver sus últimas energías irse a costa de… Un pedido, una promesa o , ¿tal vez más cosas hechas por amor?

Y precisamente a este punto quería llegar. Sí es una preciosa historia, medio leyenda… Pero realmente el Emperador, fue más allá de la petición de su esposa. Hay quien afirma que todo esto es realidad, que lo hizo hasta la última perla por el recuerdo de un amor perdido e infinito; otros, piensan que se le fue un tanto la mano, y que el deseo legítimo original, llegó un momento en el que se perdió en aras de otros ideales menos... Digamos románticos.

Vamos a dejar a los dos amantes reposando juntos sus restos mortales dentro del precioso Taj Mahal, y vamos a pensar en nosotros como cristianos, y en nuestro propio “Taj Mahal”, en principio para nuestro Dios.

Cuando conocemos al Señor y Salvador de nuestras vidas, nuestro amor y agradecimiento es infinito hacia Él. Nuestra pasión arde, y nuestros primer amor y deseos de servirle, vienen una cosa detrás de la otra como algo muy lógico. Y comenzamos a construir nuestro propio Taj Majal; hasta ahí todo bien; ¡¡¡Mi vida para el Señor, todo lo mejor para mi Señor!!! Pero va pasando el tiempo, los años, y tristemente lo he visto demasiadas veces; en ocasiones han sido vidas que comenzaron “quemándose” para el Señor, hasta que ardieron demasiado en un fuego no tan verdadero como parecía, otros se “quemaron” demasiado por el camino, otros se cansaron y  derramaron demasiadas lágrimas lágrimas. Unos cuantos construyeron auténticos emporios físicos y espirituales, comenzaron bien, pero, tal vez se perdieron por el camino, y vidas que prometían y mucho, terminaron demasiado mal; simplemente algo que me produce mucho dolor, no llegaron a la meta, perdieron la senda correcta, o.. Sencillamente la abandonaron, o algo demasiado triste, acabaron su carrera, pero no con gozo.

Cuando observo estas cosas, miro para mi misma, y sólo puedo pedirle perdón a mi Señor por las tantas veces que le fallo, y amarle y servirle fiel hasta el final.

Jamás debemos perder de vista lo que nuestro Dios nos pone por delante, jamás debemos olvidar el primero, gran y lícito deseo de servirle, y llevar el Evangelio hasta el fin del mundo. Nuestro propio Taj Mahal, tal vez no luzca mucho a los ojos humanos. Tal vez sí el de otros; pero lo que yo quiero es que mi propio y humilde Taj Mahal, esté construido con el mayor amor, pasión y entrega de mi misma hacia mi Señor. Y lleve perlas, brillantes, circonitas, o simples piedras de roca, que sea el reflejo en el río de una vida entregada y consumida por el más grande Amor del mundo, el Amor de mi Dios, quien entregó a Su hijo para salvarme.

Cuando me llame a su presencia, me entregará una corona, simplemente la pondré a Sus pies en adoración, quiero que mi vida, sea una vida entregada… ¡Por Amor!!

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