Katherine Johnson, una mujer espacial a imitar

El hecho que está recogido en muy pocos lugares, de que contaba los pasos para ir a la iglesia, o que cantó durante 50 años en el coro de su iglesia, me llevan a pensar que tuvo unos padres que la educaron bien y en los valores de Dios.

02 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 15:00

Katherine Johnson en 2008. / Wikimedia Commons,
Katherine Johnson en 2008. / Wikimedia Commons

“Me gusta aprender. ¡Eso es un arte y una ciencia!.

“Siempre estoy interesada en aprender algo nuevo”.

“Me gustó trabajar con gente inteligente”.

“Los hombres no prestan atención a las cosas pequeñas”.

 

Katherine Johnson

Hoy me gustaría compartir con todos vosotros, la historia de una mujer más que especial; especial y “espacial” la mujer afroamericana que que fue conocida como “la computadora viviente de la NASA”, Katherine Johnson (Agosto 1918 – Agosto 2018).

Esta es la historia de una niña afroamericana que lo contaba todo; los pasos que necesitaba para cruzar la calle, los pasos que había hasta la iglesia, el número de platos que limpiaba, las estrellas que veía… Todo lo que podía ser contado. La historia de una niña afroamericana que creció en una época en la cual la segregación racial era una realidad y que aún teniendo, a priori, pocas oportunidades, se convirtió en una excelente matemática. La historia de una excelente matemática que realizó los cálculos de las trayectorias de los primeros vuelos espaciales de Estados Unidos. La historia de una excelente matemática que realizó los cálculos que llevarían al hombre a la Luna. La historia de Katherine Johnson. Una excelente matemática. La mujer que lo calculó todo. Una auténtica calculadora humana. Y algo que, no muchos conocen, cantó en el coro de su Iglesia Presbiteriana de Carver, sin interrupción, durante 50 años.

Como os decía al comienzo, me encanta lo que esta mujer hacía desde chiquita. “Desde niña empezó a contar: estrellas, platos, escaleras… Cualquier cosa”. Así describe Margot Lee Shetterly, en su libro Hidden Figures los orígenes de inquietud por los números de Katherine Johnson, la mujer afroamericana que se convertiría en la calculadora humana de la NASA y pieza clave para el éxito de muchas de sus misiones desde los comienzos de la exploración espacial. 

Nacida en White Sulphur Springs, en el norteamericano estado de Virginia Occidental, Johnson fue una extraordinaria y precoz estudiante que logró encauzar su innata pasión por las matemáticas gracias a sus profesores. Sin embargo, al cumplir los 18 años y tras graduarse con honores en bachiller, su condición de mujer hizo que Johnson tuviera que renunciar a la investigación y volcarse en su familia durante casi tres lustros; Concretamente, hasta 1950. Fue entonces cuando un pariente le avisó de que el National Advisory Committee for Aeronautics (NACA), el organismo predecesor de la NASA, estaba buscando nuevos empleados.

En concreto, buscaban “calculadoras” ('computers' en inglés) para su Departamento de Orientación y Navegación. Lejos del significado que se le da hoy día, una calculadora -o computadora- era una persona, normalmente una mujer, que se encargaba de realizar todas las operaciones necesarias para llevar a cabo estudios y, posteriormente, para hacer posible la conquista espacial. Todo con la simple ayuda de un papel, lápiz y calculadoras mecánicas. 

Katherine Johnson superó prejuicios y leyes de segregación para ser una destacada coputadora en la NASA.

“Es el mismo trabajo que hacen los ordenadores hoy en día. Las mujeres fueron como hojas de cálculo de Excel vivientes”, explica Lee en una entrevista; de hecho, la propia escritora compara el papel de estas profesionales con el que desempeñaron años antes, durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres que trabajaban en centros de criptografía como Bletchley Park (donde Alan Turing rompió el código de Enigma) descifrando los mensajes enemigos.

Los ordenadores humanos de la NACA se encargaban de hacer cálculos para los ingenieros, o a veces simplemente de comprobar que los suyos eran correctos. Tras ser rechazada una vez, Johnson firmó un contrato para empezar a trabajar en la organización en 1953. Así, se convirtió en una de las más de mil mujeres que trabajaron entre 1935 y 1970 en el Langley Research Center, en Virginia, como calculadoras. De hecho, en 1958 vivió la transición que convirtió a la NACA en la actual NASA.

Lo que distinguía a Johnson de la enorme mayoría de esas mujeres era su raza: se contaba entre las solo 80 afroamericanas que lograron ser calculadoras de la NASA. Si por aquel entonces una mujer ya tenía difícil trabajar fuera de casa, ser negra no facilitaba las cosas. “La segregación legal duró hasta los años 60 en el estado de Virginia”, recuerda Lee. “Al principio, tuvo que usar baños apartados y comer todos los días en un comedor para empleados de color. El poder trabajar como matemática profesional era un avance tremendo para ella”, cuenta la escritora.

Pero fueron la curiosidad y su excelente formación en geometría y matemáticas las que llevaron a Johnson a jugar un papel especialmente relevante en la agencia espacial. Cuando ninguna de sus compañeras osaba a preguntar para qué eran esos cálculos y se limitaban a hacer lo que les ordenaban, ella sí lo hacía. Así, logró colarse en las reuniones de los equipos de ingenieros y, en 1962, cuando Kennedy se propuso enviar al hombre a la Luna, Johnson formó parte del equipo de las distintas misiones que tenían el satélite terrestre como objetivo.

Ya antes había participado en el primer viaje espacial de Estados Unidos. Su función había sido calcular la trayectoria que habría de seguir la nave Mercury Redstone 3, que transportaba al astronauta Alan Shepard. "La trayectoria era una parábola, y era fácil de predecir dónde estaría en cada momento", explica la propia Johnson, que está a punto de cumplir los 98 años. "Al principio, cuando me dijeron que querían que la cápsula bajara en un lugar determinado y que estaban tratando de calcular dónde y cuándo debían hacer el lanzamiento; me puede y me encanta lo que les dijo Katherine:

“¡¡Déjadme hacerlo!! Decidme cuándo y dónde lo deseáis en la Tierra y os indicaré cuándo debe despegar'”

Tales eran las capacidades matemáticas de esta pionera que siguió siendo la calculadora humana de la NASA incluso cuando ya disponían de equipos informáticos. En 1962, cuando John Glenn realizó el primer vuelo orbital, los cálculos fueron realizados por ordenador y revisados posteriormente por ella.

Con ese historial, no es de extrañar que a Johnson le encargaran también los cálculos de la llegada del hombre a la Luna, en 1969. A pesar de su ya dilatada carrera, llena de éxitos, Johnson reconoce que se puso nerviosa durante aquel alunizaje histórico. "Yo había hecho los cálculos y sabía que eran correctos", explica, "pero podía pasar cualquier cosa”.

Como todos sabemos, salió bien. El ser humano llegó a la luna, y la calculadora humana siguió trabajando para la NASA hasta 1986.

Cuando se jubiló, después de 33 años de servicio, en 2015, el presidente Barak Obama la condecoró con la Medalla de la Libertad. Es la única mujer de la NASA que la ha recibido hasta el momento. 

No sé a cuantos de vosotros os ha hecho conocer, recordar, o pensar un tanto cuando salió hace muy poco, por los medios, la muerte a los 1oo años de esta maravillosa mujer. Lo cierto, es que a mi me dejó pensando e investigando por mucho tiempo. El hecho que está recogido en muy pocos lugares, de que contaba los pasos para ir a la iglesia, o que cantó durante 50 años en el coro de su iglesia, me llevan a pensar que tuvo unos padres que la educaron bien y en los valores de Dios, valores y pasos que ella siguió. Con esto no quiero decir que estas cosas sean garantía de nada, pero.. Visto lo visto, recuerdo las preciosas palabras de la Escritura: 

“Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella”. Proverbios 22:6

No tengo constancia de que esto fuera así en la familia Jonhson, pero algo me dice que sí.

Me encantan muchísimas cosas de la mujer que hemos tocado hoy… Su inteligencia, su capacidad, su empeño, el no perder el ser femenina, su capacidad de decisión, sus contestaciones firmes y rectas… Creo que no acabaría; pero lo más importante, fue que consiguió todo esto, siendo una mujer afro americana, antes de que terminara de todo la segregación racial. Encontró inmumerables obstáculos, pero aceptó el desafio, y logro cumplir todos sus objetivos.

Tristemente, y después de tantos años, lo pintemos como lo pintemos, siguen existiendo muchas discriminaciones por muchas razones, pero la mujer creo que se lleva la palma, ¡en fin! Fruto de la caída. Pero cuando sufro este tipo de cosas o alguien me intenta convencer de que soy ciudadana, o cristiana de segunda categoría, me acuerdo de quien vino a liberarme de unas cadenas que no voy a permitir que nadie me vuelva a colocar y de las lapidarias palabras…

“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

Juan 8:32-36

“Le dice Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? ¡SÍGUEME TÚ!” Juan 21: 22.

De acuerdo mi Señor, toma mi mano y te seguiré…

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