Sabores y saberes de la vida (2ª): sólo te pido unos minutos, Señor

Señor, decirte hemos que, bajo tu supervisión de este mundo y tu plácet, tu Naturaleza creada, nos obsequia con inmensas posibilidades de hacer nuestra vida aquí mucho más saludable y placentera.

12 DE AGOSTO DE 2018 · 12:00

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Te escribo, Señor, unas líneas que apenas distraerán unos segundos de tu preciado tiempo. Y naturalmente, como verás, esta carta, será tan destartalada en orden y concierto como mi misma vida, por lo que siempre podrás echar en la papelera el escrito, del mismo modo que sé que nunca echarás mi vida de tu regazo. 

No hace falta que te diga lo que pasa en nuestro pequeño mundo, pues tú lo ves todo, lo sabes todo y me permito pensar que si te aireo ¡pobre de mí! el cúmulo de noticias desagradables y las contradicciones que ellas mismas presentan, Tú tendrás todo el derecho de reír. Lee por favor lo que han hecho ciertos clérigos católicos o protestantes, con apariencia de piedad, pero negando la eficacia y vida de ella… Fíjate lo que ha sido capaz de sostener aquel teólogo que ya no cree en casi nada… y mira la declaración idiota y blasfema que ha tenido la desfachatez de hacer un presidente de gobierno (educado además en un colegio de curas) que aboga porque ya de una vez, la religión desaparezca de la vida y de la enseñanza… para colmo, a nadie le pasa desapercibido la marea de erotismo que nos envuelve por todas partes, desde los anuncios de cine y culebrones extranjerizos hasta la publicidad de un nuevo Smartphone. La desvergüenza de no pocos presidentes de gobierno que no llevan ni cien días en diálogos de palabras que parecen sacadas del bolero que canta Moncho en castellano y Juan Manuel SERRAT en catalán: “palabras, palabras, paraules, paraules” y ya se suben el sueldo estrepitosamente.

Entonces… podrás decirme: “Roberto, no leas más el periódico, o si lo lees trata de que no se te vaya el humor, recuerda que ya mi siervo el cantor dulce de Judea, me dedicó unas trovas, que haciéndose eco de las colosales Alianzas Políticas, las diabólicas cruzadas para sacudirse Mis Perfectas leyes, colosal conspiración mundial, contra Mí, y mi Ungido, el inspirado cantautor cantó: el que mora en los cielos se reirá…” 

Sí, Señor, conozco esa hermosa canción del rey David, sé que esa risa es evidencia de que eres el más fuerte, una rotunda expresión de tu Señorío, que lo domina todo, que has querido correr el riesgo de la creación y sobre todo poner en el centro de tu propia obra esa escultura hecha de barro y de semejanza tuya que nos llamamos seres humanos.

Y revelaste que viste lo que habías hecho como bueno. Pero a ese ser se le ocurrió ir a la escuela de la serpiente y emponzoñado por su veneno aprendió la primera tontería: desobedecerte. Después, los hombres se aficionaron a las tonterías. Y también a engañarse unos a otros, degollarse unos a otros. Y continuamos. Después, los hombres se divertían acumulando imbecilidades, horrores, injusticias, dioses prefabricados, desórdenes y así nos va. Y se cambiaron los valores: llamar bien al mal y mal al bien. Y ni siquiera dudaron de crear parlamentos con promesas de futuro bienestar y complots contra Dios, dispuestos a decretar tu muerte, o imponer un exilio permanente, apoyándose en multitud de intelectuales y la flor y nata de los teólogos y religiosos profesionales a firmar el acta de defunción de Dios.

Por estos destartalados pensamientos, quiero rendirte un pequeño tributo de agradecimiento, porque tu sonrisa me inspira total confianza y porque aún en estos días de calores bien fuertes Tú sigues siendo el hacedor de todos los milagros.

Te habrás dado cuenta ¡qué tonto yo, de decir esto! acerca de cuántos programas de televisión y también recetas desde la Radio tratan temas de “Cocinar”. Impresionante cantidad, variedad, fantasía y también anormalidad. Y todos, y en cada país por lo suyo, luchan por reivindicar unas variadas, coloristas, imaginativas y muy ricas despensas.

Me consta, que en ninguno de estos programas se menciona y mucho menos se reconoce, que bajo tu manto protector, el Mediterráneo, el Cantábrico y el océano Atlántico, pese a los espeluznantes informes de ecologistas de tarjetas de crédito de oro, son cada vez más pródigos y generosos, quiero decir los mares. Sus fecundas aguas nos regalan tesoros alimenticios que no sólo llegan a los cuatro confines del mundo, sino que contribuyen al prestigio de la buena gastronomía y buena imagen de España en todo el planeta.

Lo mismo puede decirse de la abundancia de verduras, legumbres y hortalizas que proceden de nuestros huertos (saboreando yo estos días, los frutos que un entrañable hermano me regala recién cogidos de su huerto) y éstas de calidad incuestionable. Por no hablar de las carnes, la leche o los huevos con que nos agasaja la extensa y ubérrima cabaña ganadera con que has creado nuestra España.

Con este maravilloso material que has puesto a nuestro alcance, nuestros cocineros obran verdaderos milagros, y por estos manjares: además de darte las gracias por tu generosidad, ayudas a las economías que se originan por aquellos que buscando de la sabrosidad gastronómica al calor de una buena receta y el regocijo de los sentidos llenan nuestros Restaurantes, Hoteles y casas de comidas. Señor, decirte hemos que, bajo tu supervisión de este mundo y tu plácet, tu Naturaleza creada, nos obsequia con inmensas posibilidades de hacer nuestra vida aquí mucho más saludable y placentera. No obstante, también te escribiré que todo lo expuesto, no debe dar la impresión de que vivimos en el mejor mundo de lo posible, pues no es así; pero de esto te escribiré en la próxima carta.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Sabores y saberes de la vida (2ª): sólo te pido unos minutos, Señor