La sunamita ‘enferma de amor’

La traducción de enfermedad que hacen “los Setenta” tiene una gran importancia porque de ella los místicos, y especialmente Orígenes, hablaron de “la herida de amor”.

15 DE JULIO DE 2018 · 09:40

Foto: Unsplash.,
Foto: Unsplash.

Otro de los simbolismos del amor es la enfermedad. En Cantares 2:5 leemos: “Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; porque estoy enferma de amor”

Es importante destacar la traducción de Fray Luis de León del original hebreo. La traducción del termino hebreo correspondiente a “vasos de vino”, él la traduce como “esforzadme con vaso de vidrio”

La idea que encierran ambas traducciones es la misma. El contenido de los vasos sería el vino, y la traducción, en este sentido, sería “como vasos de vino”

La traducción de enfermedad que hacen “los Setenta” tiene una gran importancia porque de ella los místicos, y especialmente Orígenes, hablaron de “la herida de amor”, una cuestión predilecta para ellos, sobre todo cuando hacían una interpretación psicológica de la relación del alma con Dios.

Cuando empleamos el término alma, nos referimos a la esfera de la intimidad del ser, al corazón, herido del amor de Dios.

El término empleado por los “Setenta” significa herir, dañar, lastimar. En función de sus significados, la traducción del verso quedaría así: “estoy herida de amor, dañada de amor, lastimada de amor, trastornada de amor”.

El dicho popular sentencia que el amor es una locura, y aquí se recoge ese sentido. Pero el sentido del verso va más allá hasta llegar a su significado más profundo: “seducida de amor”.

Si somos sinceros ¿nuestra vida no está muy alejada de lo que tendría que ser nuestra relación con Dios? ¿Diríamos que estamos heridos o seducidos por el amor de Dios?

Podemos pensar que este amor es una utopía, pero es posible convertirlo en una realidad que se puede experimentar y vivir.

Volviendo al sentido de enfermedad, ésta implica dos cosas: debilidad y dependencia.

  • ¿Hasta qué punto nosotros nos consideramos débiles en nuestra relación con Dios y tomamos conciencia de que necesitamos depender de él?
  • ¿De qué manera despertamos –volvemos en sí– a la realidad de que nos conviene estar heridos del amor de Dios y sentir esa dependencia y necesidad de Él?

Nos conviene estar seducidos por Él.

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