El amor y el vino en Cantar de Cantares

La primera figura que encontramos como expresión del amor es el vino: “¡Oh, si el me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino”.

02 DE JUNIO DE 2018 · 16:00

Roberta Sorge / Unsplash,copa vino, uvas rojas
Roberta Sorge / Unsplash

En el libro de Cantares encontramos diversas figuras, semejanzas o simbolismos del amor. Antes de entrar en el estudio de alguna de ellas, debemos de tener en cuenta que este libro fue escrito en hebreo. Cuando en él nos encontramos con el término amor, nunca debemos traducirlo por eros o fileo (amor humano) La traducción correcta sería por agapao, verbo que siempre se utiliza para expresar el amor de Dios.

 

EL VINO

La primera figura que encontramos como expresión del amor es el vino: “¡Oh, si el me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino”. Esta misma expresión la encontramos, más adelante, en boca del esposo: “¡Cuán hermosos son tus amores! hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino, tus amores!”.

El esposo habla a través de las deliberaciones oníricas de la esposa, que sueña con un amor sublimado que trasciende lo estrictamente erótico y lo fraternal. Se afirman que son el uno para el otro (“el enfrente”), mediatizados por el amor que se realiza mediante la comunicación y el diálogo.

Pero esforzándonos en realizar una exégesis más profunda, Fray Luis de León traduce el correspondiente vocablo hebreo por “amores” y también por “caricias”. En el verso 2 del capítulo I de Cantares está muy claro que la esposa expresa un deseo vehemente por fundirse en un encuentro con su amado, que enajena los sentidos y llena el alma de una sensación de felicidad intraducible en términos humanos.

La pasión estremece todo su ser fundiéndose en una unión hipostática inigualable. En este contexto el vino aparece como una figura del amor más puro y auténtico.

Pero preguntémonos: ¿qué simboliza el vino?

La Biblia y la experiencia empírica nos enseña que simboliza, entre otras realidades, alegría. La Biblia y la Ciencia nos describen el efecto que hace el alcohol al actuar sobre el cerebro y euforizar el estado anímico de una persona, pero también nos advierte que esa alegría puede convertirse en un pozo profundo de tristeza. En el Salmo 104:15, leemos: “Y el vino que alegra (que produce alegría) el corazón del hombre”.

Aquí no se habla del corazón “de carne”, sino de la esfera de la intimidad de una persona.

El vino aparece como una sustancia estimulante de la alegría; y éste es el sentido que tiene en Cantares 1:2. Quizás esa elaboración onírica en que se encuentra la esposa sea compatible con una sensación de desmayo. Así lo entiende Fray Luis de León cuando describe a la sulamita “como si estuviese desmayada”. Esta época de la Historia salomónica corresponde a un periodo de tiempo en que el vino era considerado, en determinados casos, como elemento terapéutico.

Existen otras partes de la Biblia en las que el vino es considerado como un símbolo de la vida, aunque es más bien la vid de la que éste procede la que simboliza esta realidad.

En la mitología universal el vino es un símbolo de Dios. En la mitología griega representa al dios Dioniso y en la romana al dios Baco.

Al igual que la pasión sexual desenfrenada puede desestructurar el equilibrio psicosomático y psicoemocional de una persona, el vino puede sedar (narcotizar, adormecer) la corteza cerebral y permitir una desinhibición de todo un conjunto de tendencias instintivas reprimidas (especialmente contenidos de naturaleza psico-sexual) a nivel inconsciente.

Al liberarse de la supervisión córtico-cerebral, las estructuras y zonas del cerebro límbico o cerebro emocional (ubicadas en la zona hipotalámica del cerebro medio), liberan una serie de los contenidos que permanecen reprimidos por el super-yo o conciencia ético-moral.

Sin embargo, también en las propias Escrituras las bebidas alcohólicas son un símbolo del pecado y la locura (Proverbios 20:1): “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio” La exégesis de este texto nos permite realizar una hermenéutica adecuada del mismo.

El término “vino” corresponde al vocablo hebreo yayin y tiene la clara referencia a una bebida alcohólica. El nominativo “sidra” corresponde al término hebreo sekar; término que expresa una bebida de muy alta graduación, literalmente se traduciría por bebida fuerte.

Por otro lado, el significado literal de “escarnecedor” debería ser traducido por la expresión “sin freno”. Y finalmente, el término hebreo que viene traducido en Reina Valera del 60 por “alborotadora” tiene un significado, inequívoco, de “violencia”. Se trata de la misma palabra que encontramos en Proverbios 9:13: “La mujer insensata es alborotadora” En el hebreo, el término alborotadora hace referencia a “doña locura”.

En cuanto a los efectos farmacológicos y farmacocinéticos del alcohol, se pueden resumir aclarando que el alcohol (entiéndase vino, sidra, etc.) adormece la dimensión consciente de la psique humana al sedar la corteza cerebral, que deja o disminuye su control sobre las estructuras cerebrales subcorticales.

Como consecuencia de esta realidad, todo el material inconsciente reprimido en los estratos más profundos de la esfera de la intimidad, queda en libertad para ascender a la esfera yoica (conciencia como conocimiento de un instinto o complejo reprimido) y asentarse en la misma, orientando, en este estado de alienación, la conducta de la persona. En este sentido, el vino quita el freno.

En Oseas 4:11, leemos: “Fornicación, vino, y mosto (lit-hebreo: licor, según la mejor traducción de L.A. Schokel) quitan el juicio”.

Por consiguiente nos encontramos con simbolismos del vino positivos y negativos.

Retomando los pasajes de Cantares, se nos presenta una mujer desmayada a la que se le ofrece vino –como estimulante– para reanimarla. Si bien es cierto que el vino puede, en un primer momento, tener un efecto estimulante, hay que tomar en consideración que esta bebida es siempre un sedante del Sistema Nervioso Central, un depresor de la consciencia.

La esposa de Cantares, desmayada, puede recibir vino para su reanimación. Es entonces cuando asciende, desde el estrato más profundo de la esfera de su intimidad, el pensamiento onírico (inconsciente) que revela el remedio que sacie sus deseos más profundos y sublimes: el amor del esposo que la conduce a vivencias “cuasi inefables” que inundan todo su ser y que la lleva a experimentar una experiencia hedonística que trasciende los órganos de los sentidos. El aliento del amado eleva el ser a la experiencia mística que envuelta en el abrazo trascendente, afirma: “Porque mejores son tus amores que el vino”.

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