Vivos para contar la fe de su padre mártir

El 26 de mayo de 2017 un grupo de terroristas yihadistas detuvo a un autobús en mitad de la carretera y mató a casi 30 cristianos coptos.

27 DE MAYO DE 2018 · 10:00

Marco y Mina, en el centro, junto a su madre y su hermana, con una foto de su padre fallecido  / Puertas Abiertas,
Marco y Mina, en el centro, junto a su madre y su hermana, con una foto de su padre fallecido / Puertas Abiertas

Marco y Mina nunca podrán olvidar día en el que se dirigían ilusionados a visitar el monasterio de Dair al-Qalamun, entre Menia y El Cairo. Fue hace exactamente un año y un día, el 26 de mayo de 2017, cuando un grupo de terroristas yihadistas detuvo a un autobús en mitad de la carretera y mató a casi 30 cristianos coptos, aunque Marco y Mina no iban en el autobús, sino en el coche conducido por su padre también dirección al monasterio.

Un trabajador de Puertas Abiertas visitó recientemente a las familias que perdieron seres queridos en aquella tragedia para saber cómo se encuentran un año después y orar con ellos. Así nos quiso contar su experiencia con Marco y Mina.

Marco y Mina, de 14 y 10 años respectivamente, nos reciben en su pequeña aldea de la región de Menia en Egipto. Un día de primavera en 2017, Marco y Mina fueron con su padre a visitar el monasterio de Dair al-Qalamun. Su padre era trabajador allí e iba a enseñar el trabajo a sus hijos, pero finalmente no tuvo tal oportunidad. Sin verlo venir, de camino al monasterio, frente a ellos, un grupo de terroristas armados había atacado a un autobús lleno de turistas cristianos. Todos los hombres que no quisieron confesar el islam como su religión fueron fusilados. Entonces, oyeron que se acercaba un coche.

 

TERRORISTAS: "DÉJALOS VIVIR PARA CONTAR LA HISTORIA"

Mina comienza a compartir la historia. Sus ojos vacíos miran al suelo, sus piernas se tambalean con impaciencia: "Mi papá conducía la camioneta, y algunos de sus colegas iban con nosotros. Estábamos de camino al monasterio. Entonces escuchamos los gritos". Su madre, aún vestida de negro, agrega: "Me dijeron que se escondieron detrás de los asientos cuando escucharon los gritos. Tenían mucho miedo".

Mina continúa compartiendo lo que sucedió ese día, con los brazos encogidos alrededor del cuerpo: "Escuchamos cómo forzaron a nuestro padre a salir primero. El terrorista gritó que tenía que convertirse al islam, pero mi padre dijo que no. Luego le dispararon".

Uno por uno, los hombres fueron forzados a salir del vehículo. Todos eligieron a Jesús por encima de su vida humana. Pero los terroristas también descubrieron a los dos niños. Mina recuerda que estaba muy asustado. Uno de los terroristas disparó contra ellos, pero la voluntad de Dios quiso que fallase. "Luego otro dijo: 'No, déjalos vivir para contar la historia", recuerda Mina.

Marco, que había estado escuchando en silencio a su hermano desde el sofá, continúa la historia: "No sabíamos qué hacer. Queríamos pedir ayuda, pero no teníamos cobertura en el móvil. Nunca antes había conducido un coche, pero le dije a mi hermano que se subiera a la camioneta para que pudiéramos encontrar un lugar para llamar a nuestra madre".

Marco, tan bajo como es, apenas podía llegar a los pedales y no se asomaba mucho por encima del volante. Pero milagrosamente condujo el coche a un lugar donde podían llamar por teléfono. Después, cuando los terroristas habían huido ya, regresaron. Su padre yacía en el camino ensangrentado. Mina pone sus pequeñas manos sobre su pecho: "Aquí es donde le dispararon", dice Mina señalando a su pecho. Luego golpea sus piernecitas: "Y aquí también". "Y en sus brazos", agrega Marco.

Según Marco, su padre aún respiraba cuando llegaron: "No podía hablar más, pero movió los dedos y nos indicó que nos fuéramos. Pero no queríamos dejarlo allí". Los hermanos intentaron levantar a su padre para ponerlo en la camioneta e ir a buscar ayuda, pero no funcionó. Sus cuerpos aún no son tan fuertes como para cargar con un adulto. Finalmente, Marco se abrazó a su padre: "Pronto mi ropa se empapó con su sangre, pero no me importó". Poco después, Ayad partió a la presencia del Dios que no quiso negar.

Ahora los dos niños, su hermana mayor y su madre tienen que vivir sin él. Al preguntarle si todavía tiene pesadillas, Mina responde con un rápido sí. "Mina es quien más me preocupa", dice su madre, y explica: "Se ha vuelto muy temeroso desde el incidente. No se atreve a salir solo. Esta herida la tendrá que cargar durante el resto de su vida".

La vida ha mostrado una cara muy dura para los chicos. Pero si los miembros de su familia se ponen de pie para orar, Marco y Mina se unen, no sin antes lanzar una mirada rápida a las imágenes de su padre que cubren la pared de la habitación. antes de que cierren los ojos y se dejen llevar por las palabras de oración fuertemente proclamadas, recordando que no importa cuán oscuras sean las circunstancias, siempre tendrán a su Dios a quien aferrarse, como lo hizo su padre.

La voluntad de uno de los terroristas, como relata Mina, fue dejarlos vivir “para contar la historia”. Y eso es lo que han hecho: contar la historia de cómo su padre valoró su fe en Cristo por encima incluso de su propia vida. Y aunque el suceso seguirá doliendo en sus corazones por mucho tiempo, oramos a Dios para que la fe inamovible de Ayad sea también una motivación constante que empuje a Marcos y Mina a dedicar sus vidas al Dios por quien su padre dio la suya.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En Tierra Hostil - Vivos para contar la fe de su padre mártir