Orígenes y Fray Luis de León ante el Cantar de Cantares

Quisiera tener alguna reflexión sobre dos de los intérpretes más ilustres de este tesoro de la literatura universal.

19 DE MAYO DE 2018 · 12:00

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Ryan Vitter / Unsplash

Trataremos las figuras del amor que se explicitan en este libro de Cantar de los Cantares. Pero antes de abordar esta tarea, quisiera tener alguna reflexión sobre dos de los intérpretes más ilustres de este tesoro de la literatura universal: Orígenes y Fray Luis de León.

La exégesis y la hermenéutica de Orígenes adolece de un defecto: él, para su interpretación, siguió la traducción griega (Septuaginta-LXX) y no el texto del original hebreo. La traducción de la Septuaginta es muy válida en algunos aspectos, pero en realidad, es más una interpretación que una traducción literal al griego del texto hebraico más antiguo.

Orígenes tenía integrada la filosofía platónica en su acervo cultural, y esta realidad distorsionaba la posibilidad de realizar una exégesis y una hermenéutica más acorde con el texto hebreo original.

Por el contrario, Fray Luis de León sí bebió de las fuentes del hebreo más original (TM-texto masorético) que tenía a su alcance; una recopilación de los textos hebreos originales realizada a mediados del siglo I.

Esto le permitió hacer una exégesis extraordinaria y una interpretación muy aceptable teniendo en cuenta los conocimientos psicológicos, científicos y teológicos de la época.

En su análisis exegético-hermenéutico, Fray Luis no sólo contradecía en algunas partes a la Septuaginta sino también a la misma Vulgata (traducción del hebreo y griego al latín), que era obra de San Jerónimo, uno de los llamados Padres de la Iglesia y punto de referencia fundamental del Catolicismo Romano.

En otra parte de están serie hablamos de la estrecha vinculación entre los místicos y el Cantar de los Cantares. Cuando hablamos de misticismo nos estamos refiriendo a las realidades profundas e insondables de la “Suprema Deidad”.

Pero no estamos despreciando la dimensión inmanente y trascendente de la materia. Yo concibo la finalidad de la “Historia de la Salvación” como la pneumatización o espiritualización de la materia. Lo soteriológico de la Salvación incide y se centra en la materia: el Verbo se hace carne.

Dicho en términos teológicos muy fuertes: Dios se materializa, para que la materia pueda divinizarse.

Se nos enseña en Romanos (8:19-23) que toda la creación cósmica y material desestructurada por la entrada del pecado gime y espera una liberación gloriosa. Y esa liberación no se da cuando los creyentes creen y reciben el Espíritu Santo, sino que se dará cuando ese “Espíritu” que vive dentro de la Iglesia y de los creyentes (dentro de nuestros cuerpos) transcienda la materia: cuando los cuerpos dejen de estar gobernados por lo psíquico y pasen a ser gobernados por el Espíritu (1ª Cor. 15: 44)

Cuando toda la materia sea pneumatizada, la Creación lanzará un grito de libertad que se oirá en todo el Universo. Esta realidad salvífica coincidirá con la Resurrección de los hijos de Dios y la pneumatización cósmica.

Por consiguiente, aquí no hablamos del misticismo que infravalora la materia, sino del poder de Dios que se manifiesta como Espíritu y pneumatiza toda la realidad existente para proyectarla a devenirse-metafísicamente-en el mismo corazón de Dios (1ª Cor. 15:27-28).

La Redención es holística desde el punto de vista antropológico y cósmico.

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