Madres

El común denominador es ese descanso en nuestro Creador, nuestra Roca fuerte.

06 DE MAYO DE 2018 · 11:00

Madre trabajando en un puesto de alimentos en Ecuador. / Jacqueline Alencar,
Madre trabajando en un puesto de alimentos en Ecuador. / Jacqueline Alencar

Buscando literatura que me hablara de esas madres ideales que todos piden, en un libro tropecé con un listado de madres que se encuentran mencionadas en la Biblia. Allí nos encontramos con situaciones asombrosas que nos son tan familiares al día de hoy. Madres que, gracias a Dios, son como nosotras, madres de ayer para hoy. Madres que anhelaron un hijo como Ana, madres tardías como Sara o Elizabet, madres con dramas psicológicos y espirituales, pero que supieron esperar. Madres en circunstancias difíciles como María, la madre de Jesús. Madres trabajadoras que dejan a sus hijos al cuidado de otros, madres de muchos movidas por la solidaridad...

Madres adoptivas como lo fue Noemí para Rut. Madres con predilección por un hijo, o madres ambiciosas. Pero madres, ante todo. Que se acariciaron el vientre para dar cariño a ese ser que esperaban ansiosas. Aquellas que musitaban un “te amo” en cada suspiro. Y me respaldo en ellas para decir que cometieron nuestros mismos errores y aciertos, que tuvieron situaciones difíciles como las nuestras. Nos hacen comprender que cada madre es única, que los hijos son distintos de lo que se espera, que cada persona es un mundo… Pero el común denominador es ese descanso en nuestro Creador, nuestra Roca fuerte. Sí. Apóyate en Él madre de hoy que estás aquí. Madre que te desvelas por las noches con tu hijo en brazos.

Madre que lloras día a día por ese hijo que no sanará. Madre que lavas ropa, que limpias, ajando tus manos para que tu hijo tenga una vida mejor. Madre que lloras porque no ves soluciones… que eres padre y madre en esta soledad que te consume…

Yo quiero tus manos ultrajadas por el tiempo, tu rostro surcado por la espera de los días… por la mirada perdida en el horizonte de ese mar que no se acaba nunca.

No desmayes, madre, que al final de tu mirada se encuentra la luz que te acogerá en un abrazo eterno, que enjugará tu llanto y recompensará tus desvelos. Mientras, fúndete, donde estés, en el de tantos que componen esa gran familia que te ha dado Dios.

¡Feliz Día de la Madre!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - Madres