Viviendo la pertenencia al cuerpo de Cristo

Qué delicioso es el encontrarse unidos bajo la vista y protección de Dios.

15 DE ABRIL DE 2018 · 07:00

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 “Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”. 1ª Tim. 3: 15.

“La unidad de doctrina hace que cada hombre vea los problemas, los comprenda y los aprecie de una misma manera. Y de una misma manera de percibir y de apreciar resulta una misma manera de proceder. Eso lleva a la unidad de acción”.

Juan Domingo Perón

En una noche en la que somos muchos, los que estamos orando por una joven de una familia bien conocida por la mayoría dentro de pueblo evangélico de España, que está en estado crítico, y se debate entre la vida y la muerte; sigue sin salir de mi mente Esther, Hadassah, Esther… Y el momento en que toma conciencia de modo fuerte de su pertenencia al pueblo judío. Cuando después de luchar consigo misma, de terquear un tanto con Mardoqueo, y de cierta cobardía, es cuando toma la decisión de arriesgar incluso su vida y salen las lapidarias palabras… “Y si perezco que perezca”; pero mi pensamiento sigue dándole vueltas a la petición de Esther, Hadassah, Esther… Pide a su pueblo que ayune por tres noches y tres días y en esos momentos, está siendo consciente de un modo muy especial de ser Hadassah, la que crió Mardoqueo, pertenecientes al pueblo judío en Susa. Ella va a arriesgar más que mucho, y siente la necesidad del apoyo de su pueblo en ayuno y oración, necesita recibir y sentir ese respaldo.

Hace muy poco hablaba con algunos hermanos de este tema, el sentimiento de pertenencia, ahora ya a la Iglesia, a la universal, y a la local.

En una ocasión, hace ya algunos años, presidia Estados Unidos un hombre que no era del gusto de la mayoría, al menos visto desde aquí; conversando con un hermano que tiene las ideas políticas muy definidas, me contesto en gallego… “A min, moito non che me gusta, pero é meu irmán, temos que pregar por él”. La vedad que aquella respuesta me dejó un tanto sorprendida, no se trataba de orar por nuestros gobernantes, un mandato bíblico, pero sí era nuestro hermano; y también es verdad que tratándose del país del que se trataba, siempre nos iba a salpicar cualquier decisión mal tomada; así que me sorprendí a mi misma haciéndole caso a mi amigo y orando también.

Son muchas las ocasiones en las que recurrimos a un tema básico, pero del que nos acordamos cuando hay un problema que nos une, o bien un problema que nos separa.

De vez en cuando sale alguien con la idea, buena idea en su contenido; pero inviable para vivir en nuestro momento, del modo de vida de la iglesia primitiva. Y no me estoy refiriendo a la unidad, doctrina y demás; sino al modo de vivir, compartir… Es precioso, pero un tanto utópico en nuestros días y en la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

Es bien cierto que en ocasiones, he tenido que vivir y sufrir en carnes propias una especie de endogamia no bíblica llevada a extremos, creo que bastante peligrosos ¡Bien cierto! He llegado a tener que escuchar en diferentes ocasiones… “Qué bien viven otros, entran a la iglesia, escuchan el sermón, se saludan… y no siempre, y cada uno para su casa y en su vida”. Puedo entenderlo, cuando de tanta unión, muchos se pasan, no se guarda una cierta privacidad más que necesaria; vivimos tan juntos, que las faltas, los problemas de la convivencia, el no saber respetar al otro, causan más que muchos problemas, y personalmente no me gusta; pero cuando las cosas son llevadas del modo correcto, es imprescindible, y delicioso “… El habitar los hermanos juntos en armonía… Porque allí envía el Señor bendición y vida eterna...” Salmo 133.

Hace muy poquitos días, una hermana que está asistiendo a nuestra iglesia, alguien que es de bien lejos, me decía… “Estoy encantada, nunca me había sentido tan querida, ni que nadie se preocupase tanto por mi”, tiene una vida no fácil.

También es cierto que la vida que llevamos, nos tiene bastante preocupados a la mayoría del pastorado. Tenemos tanto encima, que en ocasiones, descuidamos sin pretenderlo…  Pues eso, la labor fundamental de servir al Señor mediante el servicio a nuestros hermanos.

Cuando las cosas se llevan al extremo, o nos topamos con la ley de protección de datos, alguien que ha sido lastimado, o lo que sea, puede traernos consecuencias muy fuertes, y ya ha sucedido en diferentes lugares; pero qué delicioso es el encontrarse unidos bajo la vista y protección de Dios, mirar por el que sufre, por el que no tiene, comer juntos cuando podemos, mantener un contacto cercano, saber que oramos los unos por los otros y de diferentes modos. Repito que hay cosas que llevadas a un extremo no bueno, ni me gustan ni creo que puede traer demasiadas buenas consecuencias; pero llevado correctamente, es lo más maravilloso del mundo.

La esposa del pastor de la iglesia cuando era adolescente, siempre me preguntaba a que hora iba a tener un examen importante, y yo sabía que sus rodillas iban a estar dobladas por mi. Ni que decir tiene las oraciones de los padres por los hijos, de los abuelos por sus nietos…. Es algo maravilloso que nos hace descansar y tener ese precioso sentimiento de pertenencia a un mismo cuerpo bien unido entre si. Hoy todo ha cambiado mucho y rápido, pero seguro que la mayoría de nosotros recordamos maravillosas historias verídicas de la protección de Dios para con alguien que ni sabíamos la razón por la que venía a nuestro corazón en determinado momento y sentíamos la necesidad de orar, por alguien, por misioneros en lugares remotos, y la intervención divina, cuando no existía INTERNET, ni un WhatsApp instantáneo.

¡Sí! Cuando rompe mi alba, en mi noche el Señor trajo a mi corazón este tema que muchas veces se convierte en tema de conflicto, cuando debería de ser siempre la más grande bendición, el sentirse maravillosamente unidos como cuerpo de Cristo, ¡lo más precioso del mundo! ¿no te gustaría pertenecer a él?

Os dejo mi abrazo en Cristo, mi oración, y una canción preciosa que deseo que os toque el corazón.

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