El mito de la neutralidad

No hay tal cosa como un ser humano ‘autónomo’.

02 DE ABRIL DE 2018 · 20:30

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La neutralidad no existe.

O estás a favor de Dios y su Palabra o estás en contra de Dios y su Palabra.

Ya que el ser humano es una creación de Dios, su deber moral consiste en vivir cada milisegundo de su vida para la gloria de su Creador.

No hay ninguna acción, actitud o decisión humano que exista fuera de la esfera de la soberanía de Dios. El ser humano ha de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.

La supuesta autonomía de la voluntad humana fue el error que Lutero derribó tan valientemente en el siglo XVI, atacando a Erasmo y al sistema católico que había abrazado la doctrina tomista de la libertad humana.

En el siglo XX, el filósofo protestante Cornelius van Til llegaría a afirmar que la idea de la autonomía humana es la raíz de todas las herejías.

 

Lutero publicó su famosa obra 'La voluntad determinada' para refutar las ideas tomistas de Erasmo. / EditorialPeregrino.Com

El ser humano no es neutral ni autónomo ni independiente ni objetivo.

Jesús nunca llama a los suyos a ser “moderados” y “equilibrados” (las exigencias de una religiosidad acomodada) sino a serle fiel hasta el fin con todos los peligros que semejante llamamiento conlleva.

Ser neutral es traición.

En el huerto del Edén, Dios dio un mandato bien claro a Adán. No obstante, Eva, tentada por el diablo, comió del fruto prohibido después de colocarse en una posición “neutral” con respecto a la orden de Dios.

Por un lado, tenía la voz de Dios. Por otro, la voz del diablo. Por dentro, tenía su propia voluntad. Y Eva, de forma desobediente, se atrevió a convertirse en juez de la Palabra de Dios juzgándola como una simple opción más. ¡Viva el pluralismo!

La rebeldía de Eva tuvo claras ramificaciones filosóficas.

 

Al colocarse en una posición neutral ante Dios y el diablo, Eva traicionó a su Creador. / Pixabay.

Primero, a nivel metafísico, Eva negó la distinción bíblica fundamental entre el Creador y la creación, concediendo a sus propios caprichos la misma clase de autoridad que aquélla de Dios.

Segundo, a nivel epistemológico, Eva se deshizo de la única interpretación válida y correcta de la historia y de la naturaleza, esto es, la interpretación ofrecida por la Palabra de Dios, aceptando la hermenéutica humanista del diablo.

Tercero, a nivel ético, Eva traicionó a su Hacedor, tomando una postura “neutral” ante la voz de Dios, la del diablo y la suya propia. La madre de la humanidad se olvidó de que fue creada para ser una soldado del Señor, cien por cien sometida a sus exigencias.

Los cristianos, pues, no son llamados a ser neutrales ni objetivos sino a ser pro-Cristo en todo.

En los tiempos que corren, haría falta que los eruditos evangélicos tomen nota de esta vital lección espiritual también. No hay tal cosa como un académico cristiano “objetivo”. O se somete a la Palabra de Dios o se opone a la Palabra de Dios. ¡Así de sencillo!

Querido lector: no seas neutral ni objetivo ni moderado ni equilibrado ni autónomo.

Sé parcial.

Sé fiel a tu capitán.

Sé cristocéntrico en todo.

La neutralidad es un mito.

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