Juan y Mabel Kempers, misioneros en Chiapas (I)

El matrimonio Kempers fue el fundador de las acciones misioneras de la Iglesia Reformada en América en Chiapas.

03 DE MARZO DE 2018 · 20:04

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Fueron misioneros en Chiapas por cuatro décadas. Juan y Mabel Kempers hicieron trabajo de 1926 a 1966 en la vasta geografía chiapaneca, territorio diverso en muchos sentidos, de gran riqueza cultural y lingüística.

 

Juan y Mabel Kempers, misioneros en Chiapas (I)

Pablo A. Deiros ha escrito Don Juan, una autobiografía imaginativa. La vida de Juan y Mabel Kempers: pioneros de la iglesia en Chiapas, México (Ediciones Puma, Lima, 2017), que es la versión castellana de la obra que en inglés tiene un título diferente; Kemp: The Story of John R. and Mabel Kempers, Founders of the Reformed Church in America Mission in Chiapas, México (Wm. Eerdmans Publishing Co. Grand Rapids, 2016). Ambas versiones me fueron obsequiadas por el doctor Carlos Van Engen, lo que agradezco en gran manera.

El matrimonio Kempers sí fue el fundador de las acciones misioneras de la Iglesia Reformada en América en Chiapas, lo que refleja el título en lengua inglesa. Por otra parte, aunque en algunas zonas de Chiapas a Juan y Mabel puede considerárseles pioneros de la obra evangélica chiapaneca, en el intrincado territorio chiapaneco desde poco más de cinco décadas antes del arribo de los Kempers hubo núcleos protestantes/evangélicos.

Pablo A. Deiros tiene una amplia obra escrita, es autor de 65 libros, informa la cuarta de forros de Don Juan. Dos de sus títulos más recientes son Historia global del cristianismo (Editorial Mundo Hispano, El Paso, Texas, 2016) y El mundo religioso latinoamericano (Editorial Mundo Hispano, El Paso Texas, 2017).

Para contar el caso de los Kempers, Pablo A. Deiros eligió lo que “técnicamente pareciera ser una historia narrativa. La historia narrativa es la práctica de escribir historia a modo de relato”. Quien narra la vida misionera del matrimonio Kempers es el propio Juan, de allí que se trate, como dice parte del título de “una autobiografía imaginativa”. Tal vez más que imaginativa le vaya mejor imaginada, ya que es un ejercicio de imaginación (Deiros se pone en los zapatos de Juan Kempers) para recordar su vida antes de ir a Chiapas, las décadas que pasó en esa tierra, el regreso a los Estados Unidos y sus últimos años.

Deiros/Kempers afirma que antes de misioneros con el objetivo de comenzar iglesias en México y sus regiones, arribó la Biblia por distintas vías, sobre todo mediante colportores. Escuetamente refiere la distribución bíblica realizada por John C. Brigham, aunque sin precisar los años, como sí lo dejó asentado Hazael T. Marroquín en La Biblia en México, reseña histórica (Sociedad Bíblica Americana, México, D.F, 1953). Marroquín menciona que Brigham hizo trabajo de colportor en la ciudad de México de 1824 a 1826. Igualmente en la capital mexicana hicieron obra para la Sociedad Bíblica Americana “unos señores cuyos apellidos eran Parrot y Wilson”, en 1826 y 1827.

Es de llamar la atención que Pablo Deiros, en su rol de Juan Kempers, no haya mencionado el esforzado trabajo de James Thomson, agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, que hizo extensa labor de promoción bíblica en distintas partes de México durante dos periodos: de 1827 a 1830 y de 1842 a 1844. Por cierto que este año se cumplen dos siglos de la llegada de James Thomson a Latinoamérica. Pisó tierra de Argentina el 6 de octubre de 1818.

Los antecedentes de presencia evangélica en Chiapas previos a la llegada de Juan y Mabel Kempers, los sitúa Pablo A. Deiros entre finales del siglo XIX y principios del XX. Omite un caso que no solamente él ha pasado por alto, la misma omisión ha sido realizada por prácticamente todos quienes han escrito sobre la historia del protestantismo chiapaneco. Es el caso del sacerdote católico José María González, convertido en ministro evangélico y el núcleo encabezado por él de la Iglesia de Jesús, principalmente en Tuxtla Gutierrez.

Entre 1871 y 1874 José María González estableció contactos con el movimiento de la Iglesia de Jesús en la capital mexicana. Es posible que González haya conocido sobre lo que acontecía en la ciudad de México mediante los escritos de Manuel Aguas, sacerdote dominico que hizo pública su adhesión a la Iglesia de Jesús en abril de 1871.

El obispo de Chiapas, Germán Ascensión Villalvaso y Rodríguez, dirigió una extensa carta pastoral al clero y fieles de su Diócesis. El documento iniciaba refiriendo que el sacerdote José María González hacía tres años, es decir desde 1869, se “radicó en la ciudad de Chiapa” dedicado “a negocios seculares y viviendo en un completo olvido de su dignidad y de los oficios propios de su estado [sacerdotal]”.1

Villalvaso y Rodríguez, en misiva a José María González de fecha 17 de agosto de 1871, dice haberse enterado de su matrimonio civil en Chiapa con doña Luz Serrano mediante noticia del periódico El Mosquito. Sostiene que tal enlace “ha sido enormemente criminal” y lo insta para que “no se obstine en seguir la senda de perdición en que ha entrado, sino que, reflexionando maduramente sobre su yerro y sobre el peligro de eterna ruina a que se ha expuesto su alma, vuelva sobre sus pasos rompiendo esa unión sacrílega en que actualmente vive”.2

De forma satírica, El Padre Cobos notificó a sus lectores sobre el enlace matrimonial de González en los siguientes términos: “He aquí un clérigo que va a ser útil a la sociedad cumpliendo con las palabras de Dios, que dijo: Creced y multiplicaos. ¡Ojalá y todos los eclesiásticos se casaran también para que no anduvieran por esos mundos sobrando y cometiendo estropicios con las mujeres de los prójimos!”.3 La publicación mencionaba que González era “venezolano y hombre de mucha ilustración”.

La respuesta de José María González al obispo niega jurisdicción sobre su persona a la Iglesia Católica, puesto que él ya no era católico. El obispo interpreta que González no solamente ha “apostatado del sacerdocio”, sino “ni aún admitía la revelación, habiendo caído en la más completa in-credulidad”.4

En un comunicado que lleva por título “El clero de Chiapas a los fieles de la Diócesis” (fechado el 26 de noviembre de 1872), los firmantes se solidarizan con la carta pastoral de Villalvaso y Rodríguez en la cual el alto clérigo descalifica la decisión tomada por José María González de romper con la Iglesia Católica. En el inicio del escrito notificaban que González había llegado a territorio chiapaneco en 1869, procedente de El Salvador: entonces “apareció entre nosotros, ejerciendo la profesión de médico y llevando enteramente una vida secular”.5

Los clérigos de Chiapas rechazaron tajantemente el contenido del folleto que hizo circular José María González, donde criticaba el celibato sacerdotal e invitaba a los religiosos a unírsele y seguir su ejemplo de contraer matrimonio civil. Los sacerdotes, quienes reiteraban su obediencia a las enseñanzas y autoridades de la Iglesia Católica, afirmaron que “jamás ha habido” entre ellos alguien como González, quien incurre en “la desvergüenza de querer autorizar y canonizar sus debilidades con miserables argucias, mojando su pluma en el fango pestilente de la sensualidad”.6

Es posible que González haya estado en la ciudad de México al tiempo de la muerte de Manuel Aguas (octubre de 1872), ya que fue uno de los candidatos para el obispado.7 Declinó el cargo para dedicarse a labores misioneras del movimiento8, tal vez entre otros lugares en Chiapas.

Desde Tuxtla Gutiérrez, el 16 de febrero de 1874, González remite un artículo a La Verdad, que titula “Un reflejo de la luz cristiana”. Comienza con un elogio al nombre de la publicación: “¿Puede haber un título más propio y expresivo que este, ni que mejor siente a ése órgano de la Iglesia Evangélica de Jesús? Él solo es ya un programa; y este programa es verdaderamente salvador”.9 Después de enumerar varios males de lo que llama romanismo, concluye con lo que para él significa la difusión de otro tipo de cristianismo. Sostenía que “Se necesitaba ciertamente el valor de un espíritu superior, para sobreponerse a los vanos terrores y libertando al espíritu, lo hiciese entrar por esa vía abierta por el Evangelio. Esto fue lo que hizo el protestantismo; y por eso desde su aparición el libre examen sustituyó a la creencia ciega: y despertando las inteligencias, las desarrolló en todos sentidos, las renovó, las ensanchó a la par de las ciencias, y ha venido en su revolución grande, benéfica, fecunda y portentosa, trayendo consigo la libertad en pos de la Verdad. El Evangelio lo ha dicho: Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”.10

José María González, plenamente identificado como ministro protestante en el territorio chiapaneco, expone en una circular rubricada en Tuxtla Gutiérrez (20 de mayo de 1874), que ha sido “reconocido como presbítero efectivo de [la Iglesia de Jesús], autorizándome para establecer aquí congregaciones idénticas a las que existen en México y en muchos estados de la Federación”. A diferencia de la Iglesia Católica, en la Iglesia de Jesús “se profesa la Santa Religión de Jesucristo, según el espíritu y la letra del Evangelio: código divino, que es como la carta constitutiva de la universal República Cristiana”.11 La circular de González es reproducida en Zacatecas por La Antorcha Evangélica.12

El obispo católico Germán A. Villalvaso vuelve a ocuparse en otro documento eclesiástico de José María González y sus actividades para difundir a la Iglesia de Jesús en Chiapas.13 El obispo Villalvaso escribe una carta pastoral (28 de junio de 1874) para refutar las enseñanzas de José María González. En el documento el prelado subraya la extranjería del personaje. Comenta que la razón del escrito que critica es porque González está invitando a los católicos a “seguirle en la apostasía”. Alerta a su feligresía del peligro, ya que “los protestantes, rompiendo con la Iglesia Romana, han roto con la fe de todos los siglos para seguir las extravagancias de su delirante razón”.14

Una vez que la indeseable presencia del protestantismo ya tiene representantes en Chiapas, el obispo advierte a la grey católica: “Bien pronto el seductor comenzará a regalaros biblias protestantes en que está mutilada, truncada y corrompida la Palabra de Dios, y que además carecen de notas aprobadas por la Iglesia; libritos de falsa devoción en que bajo títulos especiosos está infiltrado el veneno del error; no los recibáis […] Declaramos que están prohibidas las mencionadas biblias y los citados libros: que no es lícito leerlos, ni oírlos leer, ni retenerlos en vuestra casa, sino que debéis entregarlos, si por desgracia los tuviereis ya, al Ordinario o a vuestro párroco”15.

En agosto de 1874 el ex párroco José María González deja en Tuxtla Gutiérrez a la célula de la Iglesia de Jesús para dirigirse a la ciudad de México, con el fin contribuir en la “propagación del Evangelio en la República Mexicana”.16 Ya radicado en la capital del país, y mediante La Voz de México, conoce la carta pastoral del obispo de Chiapas en la que lo ataca por su conversión al protestantismo y adelanta una respuesta que dice ampliará más adelante. En tanto considera que “en su filípicas contra el protestantismo, [el obispo] tira dentelladas tremendas contra el principio del libre examen, punto de partida de la reforma religiosa […] Este principio, sin embargo, está apoyado en la Sagrada Escritura”.17

A principios de octubre se abrieron clases bíblicas bajo la dirección de José María González, en el Colegio de Jesús, situado en la calle de Gante. Circuló un anuncio en el que “se suplica a los hermanos de todas nuestras congregaciones se dignen concurrir a dichas clases, que tienden a ilustrar y a propagar el conocimiento de las Sagradas Escrituras”.18 Los cursos eran los martes a las siete de la noche.

José María González y el núcleo de la Iglesia de Jesús que surgió en Tuxtla Gutiérrez es un antecedente del enraizamiento del cristianismo evangélico en Chiapas, que es necesario tener presente para comprender cómo se fue germinando el terreno chiapaneco y el estado que guardaba a la llegada de Juan y Mabel Kempers en 1926.

1 Germán A. Villalvaso, Carta pastoral de 8 de octubre de 1872, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, Tipografía del Porvenir, 1872, p. 3.

 

2 Ibíd., pp. 3-4.

 

3 El Padre Cobos, 27/VIII/1871, p. 4.

 

4 Germán A. Villalvaso, Carta pastoral de 8 de octubre de 1872, p. 5.

 

5 El Pájaro Verde, 25/XII/1872, p. 1.

 

6 Ibíd.

 

7 Arcadio Morales, “Memorias”, citado por Alberto Rosales Pérez, Historia de la Iglesia nacional presbiteriana El Divino Salvador de la ciudad de México, 1869-1922, s/e, México, 1998, p. 36.

 

8 Marta Eugenia García Ugarte, Poder político y religioso, México Siglo XIX, Miguel Ángel Porrúa-Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, México, 2010, p. 1463; y The Reformation in Mexico, Hartford, Connecti-cut: Junior Auxiliary Publishing Co., 1894, reproducido en el sitio http://www.anglicanhistory.org/mx/reformation1894.html

9 La Verdad, 1/IV/1874, p. 2.

 

10 Ibíd., p. 3.

 

11 Marta Eugenia García Ugarte, Poder político y religioso, México Siglo XIX, op. cit., p. 1465.

 

12 La Verdad, 1/IX/1874, p. 4.

 

13 Germán A. Villalvaso, Carta pastoral del 28 de junio de 1874, Puebla, Tipografía de Pedro Alarcón, 1874.

14 Germán A. Villalvaso, “Pastoral del Ilustrísimo Sr. Obispo de Chiapas”, La Voz de México, 12/IX/1874, p. 2.

 

15 Germán A Villalvaso, Carta pastoral del 28 de junio de 1874, p. 19 y La Voz de México, 20/IX/1874, p. 2.

 

16 La Verdad, 1/IX/1874, p. 4.

 

17 José María González, “Para mientras”, La Verdad, 1/X/1874, p. 2.

18 La Verdad, 15/X/1874, p 4. 

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