Dispárele a los patitos

La cinta de los patitos sigue girando. Y el sistema sigue fabricándolos.

14 DE OCTUBRE DE 2017 · 19:00

Memorial de las víctimas del atentado en Barcelona.,
Memorial de las víctimas del atentado en Barcelona.

El sistema los cría, los echa a la calle, los persigue, los mete a la cárcel, los mata; sin embargo, no se acaban sino que siguen apareciendo en un ciclo de nunca acabar.

Seguramente todos hemos estado alguna vez en un parque de diversiones donde hay todo tipo de juegos. Entre esos, hay uno al que podríamos llamar “dispárele a los patitos”. Usando postones, un buen tirador le “pega” al patito, éste se cae de espaldas, y la cinta sinfín sigue girando. A la próxima vuelta, el patito reaparecerá para que le sigan disparando. Volverá a irse de espaldas y volverá a aparecer… hasta que el parque cierre su actividad tarde en la noche.

La sociedad fabrica patitos a los que pone el nombre de terroristas, los echa a la calle, espera que hagan lo que tienen que hacer, los persigue, les dispara, caen, la cinta sinfín sigue dando vueltas y el patito que cayó vuelve en la persona de otro patito y hace lo mismo. Mata gente. Lo matan a él. Y vuelve a aparecer.

Este, a diferencia de lo del parque, no es un juego que se detenga cuando se termina la jornada. Porque esta jornada no se termina; más bien, se incrementa día con día.

Todavía se escucha el ruido que producen las armas del tipo de Las Vegas. En junio de 2016, apareció otro patito en una discoteca de Orlando, matando a cincuenta. A él la policía le disparó y lo mató. Y en Barcelona, España apareció otro lanzando una camioneta contra una aglomeración de gente matando a más de treinta.

En Alemania han aparecido unos patitos disfrazados de payasos a los que por ahora no se les está disparando porque solo se han dedicado a hacer bromas pesadas. Pero en diciembre, un patito lanzando un camión contra la gente mató a doce dejando un centenar de heridos.

La cinta de los patitos sigue girando. Y el sistema sigue fabricándolos. Mueren unos pero vuelven a aparecer, y cada vez más agresivos, en la medida que sus fabricantes se pongan, a su vez, más duros para exterminarlos. Como decía mi abuela por allá por principios del siglo pasado: “Intenta hacer callar a un cerdo a palos”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El escribidor - Dispárele a los patitos