La Radio ¡Ay qué Radio!

Trataré de armonizar, con los fallos que en la Radio provoco y de los cuales me río, antes de que los demás se rían de ellos.

05 DE AGOSTO DE 2017 · 20:55

Foto: Felipe Belluco. Unsplash.,
Foto: Felipe Belluco. Unsplash.

El sentido del humor consiste en saber reírse de los propios fallos, y este aprendiz de escribidor tiene muchos que ciertos lectores descubren y otros tantos que los oyentes de Radio “Bona Nova” escuchan.

Así que hoy, reiterando lo que ya vengo anunciando en estas semanas de vacaciones –es un decir  del pensamiento profundo y la investigación, voy a tratar de unos capítulos de sonrisas que son también como unas vacaciones instantáneas.

Pero como descansar demasiado de escribir me deteriora la caligrafía, y además la Radio no descansa, trataré de armonizar, con los fallos que en la Radio provoco y de los cuales me río, antes de que los demás se rían de ellos, el humor que en ocasiones pienso es un deber que tenemos con el prójimo.

De contenidos serios sobre la Radio, tengo varios capítulos al alcance de quienes nos lo soliciten: “Radio Cristiana y Cristianos en la Radio” o “la Radio: Evangelización: sin barreras” o “el lenguaje radiofónico”; también “el arte de la comunicación”, pero como ya he reiterado que estos temas veraniegos son como una vacación de la seriedad y sé, que el sentido del humor es una buena manera de decir las cosas, que a veces me ha sacado de atolladeros históricos, voy a “La Radio ¡Ay qué Radio!” .

La Radio es como una revista de entretenimiento. A la vez que la ves “la escuchas” y puedes estar haciendo otras cosas.

Sabemos que hay muchos tipos de radio: las musicales, y entre éstas, pocas que retransmitieran el concierto del hijito mayor de Julio IGLESIAS, que si a éste, por su profesionalidad, se le pudiese apellidar CATEDRALES, al Enriquito se le honraría mucho dejándolo como HERMITITA, pues al recital dado en Cantabria, lo definieron como “hacer el indio”, ni cantaba en directo, ni movía la boca en armonía con el play back, ni realizó el programa impreso, y tan nefasta resonancia tuvo, que hasta el Presidente de Cantabria, el controvertido Miguel Ángel REVILLA, al tiempo de decir que su gobierno no gastó un céntimo en tal debacle, dijo tiernamente: “ya sabemos que el chico no es un tenor”, ahora bien, no hay que culpar al chico, sino responsabilizar a aquellos que pagan sus buenos Euros, por acudir a recitales que ya de entrada tienen la mediocridad por base.

Estos musicales, como mucha de la música que emiten las Radios de esta clase, se caracterizan principalmente porque todos los chicos y chicas que cantan tienen la misma voz. Siempre salen supercontentos.

Parece que todos los días son los más felices de su vida. O eso o que antes de entrar al estudio o salir al escenario les dan éxtasis.

Todos cantan al amor –bueno eso era hace unas décadas, en que las estadísticas eran que el 85% eran canciones de amor- pero en nuestros días a un amor loco, desconocido, voluptuoso y casi siempre engañoso, como aquella canción que presentó Andorra, años ha, cuyo estribillo decía: “esta noche, aunque no me ames, miénteme”.

Luego están las Radios convencionales. Nada diré de las políticas, pues últimamente casi todas hablan del pre, pro, y post del 01. Hablaré de la radio convencional, que no es ni muy divertida ni muy aburrida, es… convencional. Es como la publicidad de “BIC Cristal: que escribe normal”. Ni bien ni mal. Normal.

Una cosa que me llama la atención acerca de ciertos locutores es cómo exageran el Inglés: “y ahora, Yeeenninfa Loupesss con su éxito Blaining maiself ewei”; menos mal que no indica la Academia dónde estudiaron la lengua.

Y aún peor cuando tratan de traducir los títulos de espirituales negros al español. “Escuchemos a Johnny CASH cantando el “Rock de las edades” del Inglés “Rock of Ages” (Roca de la Eternidad) o cuando algún que otro busto parlante susurraba, escuchemos “Amigos para siempre” por Montserrat CABALLÉ y Federico MERCURIO.

Una cosa que me encanta de la Radio (de la nuestra, naturalmente) es que en ella hay pequeños detalles que no tienen otros medios.

Por ejemplo: los agradecidos protocolarios en televisión se acuerdan de las gentes “que están detrás; a los cámaras; a los realizadores, a las maquilladoras…” en la Radio, se suele tener al menos uno delante, en la mesa de control de sonido, que es necesario que lo vea el locutor y él o ella a los locutores, para controlar mejor el sonido y las entradas de voz y músicas, es decir, verdaderas músicas y músicos que cantan de sus verdaderas emociones.

¿Y la publicidad? el tema es tan simpático y manipulador, que necesitará otro capítulo aparte.

¿Y los temas? algunos de los temas radiales (los televisivos serán para otro momento) pretendiendo dialogar sobre dudas existenciales rozan la ridiculez: “¿por qué los padres no hablan con los hijos? y tratas de prestar atención, y además de no dejar ninguna lección magistral, te quedas con algunas ideas que mejor sería algunos no hablaran: “yo a tu edad ya llevaba doce meses de mili en Regulares”. “Cuando tu madre te dio a luz, yo asistí al parto”… te conoceré bien; lo que no dice es que entró para grabarlo, y luego demostrar que no sabía ni cómo coger al bebé.

Y es que muchos padres no tienen tiempo para nada, se pasan la vida diciendo a los hijos: “ahora no puedo ayudarte con las mates, que estoy arreglando el enchufe”; “ahora no puedo que estoy viendo el partido” y al final del tema, en el que han participado ciertos padres que no tienen hijos o los tienen de diversas madres, no queda nada, pero nada en claro, de lo difícil que es ser padres. ¡Y es que hay unas Radios!.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - La Radio ¡Ay qué Radio!