La verdad en 2 minutos sobre el infierno: una crítica

Una crítica al vídeo del adventista Daniel Bosqued

05 DE AGOSTO DE 2017 · 21:20

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Hoy queremos examinar los diez argumentos utilizados por el pastor adventista Daniel Bosqued en su conocido vídeo ‘La verdad en 2 minutos sobre el infierno’.

Sus diez argumentos son los siguientes:

1.- La doctrina del infierno tergiversa el carácter de Dios.

2.- Genera una obediencia manipulada por el miedo.

3.- Implica un castigo sin ningún propósito redentor.

4.- Su único objetivo es causar dolor.

5.- No resuelve el problema del mal.

6.- La palabra ‘infierno’ no aparece en la Biblia.

7.- La palabra ‘infierno’ alude al Valle de Hinón.

8.- No hay que basar una doctrina en una parábola.

9.- El fuego ‘eterno’ se apaga.

10.- Los malvados serán ‘consumidos’.

Esperamos estudiar estos diez argumentos, uno por uno.

Empecemos con el primero.

1.- La doctrina del infierno tergiversa el carácter de Dios.

La doctrina del infierno no tergiversa el carácter de Dios. Además de ser amoroso, bondadoso y lleno de gracia, el Dios que se da a conocer en las Escrituras es santo, justo y recto. Un juez justo castiga a los malhechores.

Si el Señor no castigara a los impíos, sería injusto. Escrito está: “El que justifica al impío y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación al Señor” (Proverbios 17:15). El infierno sirve para exhibir la perfecta justicia del Omnipotente.

2.- Genera una obediencia manipulada por el miedo.

La palabra ‘miedo’ es una palabrota para nuestra generación posmoderna. No obstante, bíblicamente hablando, el miedo y el temor son conceptos importantes. En múltiples ocasiones Dios usa el miedo para advertir a los suyos. ¿Acaso no hacemos lo mismo con nuestros niños?

Les decimos: “Carlitos, no te acerques a la carretera, ¡qué te va a pillar un coche! Alejandra, seca tus manos antes de enchufar la secadora, ¡qué te vas a electrocutar!”, etc. Usamos el miedo para que nuestros niños nos obedezcan. Los amamos por lo tanto los advertimos. Dios hace lo mismo.

3.- Implica un castigo sin ningún propósito redentor.

Es cierto que la condenación eterna no tiene ningún propósito redentor. Los que van al lago de fuego y azufre estarán allí eternamente. Pero a nivel puramente lógico ¿por qué se trata este tercer argumento de una refutación a la existencia del infierno?

Es como decir: “El queso no existe porque no sacia la sed” o “Los elefantes no existen porque no saben cambiar bombillas fundidas”. El queso y los elefantes fueron creados con otros propósitos. El infierno no existe para redimir nada. Este tercer argumento, pues, simplemente no viene al caso.

4.- Su único objetivo es causar dolor.

El propósito de la condenación eterna de los impíos no es el de causar dolor sino el de glorificar la perfecta justicia y santidad de Dios. Dios será glorificado en los vasos de misericordia y en los vasos de ira (Romanos 9:22-23).

Cuando los santos contemplaron la destrucción eterna de la gran ramera Babilonia, proclamaron: “¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación” (Apocalipsis 19:1-2).

La manifestación de la ira divina produce gozo en los corazones de los seres celestiales. Revela el hermoso carácter de Dios: justo, recto y santo, santo, santo.

5.- No resuelve el problema del mal.

Este quinto argumento comete el mismo error que el tercero. ¿Quién dijo que el infierno tenía que “resolver el problema del mal”? Pensemos una vez más en los ejemplos del queso y los elefantes.

Es verdad que las narices no vuelan. ¡Qué pena! Pero de nuevo, ¡no fueron creadas para volar! Así que, aunque el infierno no “resuelva” el problema del mal, sigue existiendo.

6.- La palabra ‘infierno’ no aparece en Biblia

El pastor Bosqued lleva la razón. El vocablo ‘infierno’ no existe en la Biblia; no obstante, hay varias palabras teológicas clave que no aparecen literalmente en la Biblia. Bosqued es adventista, por lo tanto, cree en la Trinidad y en la encarnación del Hijo de Dios (y todos los evangélicos estamos de acuerdo con él en estos dos puntos); pero las palabras ‘Trinidad’ y ‘encarnación’ no aparecen en la Biblia.

De hecho, no hay ninguna palabra española que aparezca en la Biblia porque las Escrituras fueron redactas en hebreo, arameo y griego.

7.- La palabra ‘infierno’ alude al valle de Hinón.

Nos parece que el séptimo argumento es el más flojo de todos porque Bosqued simplemente explica el origen lingüístico del vocablo ‘infierno’. El infierno traduce la palabra griega Gehenna, derivada del hebreo Hinón, el valle fuera de Jerusalén que llegó a ser simbolizar la condenación eterna. Y éste es el séptimo argumento.

Pero ¿acaso el pastor no se da cuenta de que ha cometido una falacia categórica? Explicar el origen histórico de un término lingüístico o una idea no hace nada para negar su veracidad.

Un ejemplo. ¿Deja de existir la ley de la gravedad si os digo que Newton la descubrió en el 1666? ¿O si os informo de que las raíces etimológicas de la palabra inglesa ‘gravity’ (gravedad) son del año 1500? ¡Desde luego que no!

Al fin y al cabo podría emplear el mismo argumento a nivel filosófico contra el vídeo de Bosqued declarando lo siguiente: “El vídeo del pastor es falso por dos razones: 1) Bosqued nació en los años setenta/ochenta; 2) su vídeo se grabó en el 2011”. Sería un argumento absurdo.

8.- No hay que basar una doctrina en una parábola.

Aquí decimos ‘amén’, así es, estamos cien por cien de acuerdo. No hay basar una doctrina en una parábola. Sin embargo, nuestro pastor se olvida de que la doctrina del infierno no depende de la parábola de Lucas 16.

Entendemos la parábola a luz de las enseñanzas doctrinales que nos hablan sobre la condenación eterna (y no al revés). Textos tales como Mateo 5:22, 29-30; 10:28; 18:9; 23:5, 33, etc. no son parábolas.

9.- El fuego ‘eterno’ se apaga

Los últimos dos argumentos del pastor (el noveno y el décimo) son los mejor planteados desde una perspectiva bíblica y filosófica.

En el noveno punto, cita dos textos bíblicos que hablan sobre un fuego “eterno” que no fue literalmente “eterno”. El primero es Judas 7 donde dice que Sodoma y Gomorra fueron puestas “por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”.

El segundo es la advertencia de Jeremías 17:27 contra Judá: “yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará”.

En cuanto a Sodoma y Gomorra, las dos ciudades sirven como una anticipación de la ira eterna. Explica MacArthur que las dos ciudades “ilustran cómo opera el fuego del juicio de Dios sobre la tierra que fue tan solo una visión adelantada del fuego que nunca puede apagarse en el infierno eterno (Mateo 3:12; 18:8; 25:41; Marcos 9:43, 44, 46, 48; Lucas 3:17; Apocalipsis 19:20; 20:14, 15; 21:8)”.1

Encima, haría falta recalcar que los sodomitas siguen sufriendo hasta la fecha. Su sufrimiento no cesó al morir, apenas comenzó. El ejemplo de Sodoma y Gomorra no descarta la realidad del castigo eterno.

En cuanto a Jeremías 17:27, hay dos problemas exegéticos al procurar entrelazar este pasaje con la doctrina del infierno.

En primer lugar, el texto no emplea la palabra “eterno” que se usa en el Nuevo Testamento para aludir al castigo perpetuo de los malvados.

Segundo, el contexto inmediato está hablando de un juicio exclusivamente terrenal. Así que son dos categorías de juicio totalmente diferentes (una terrenal, la otra espiritual).

10.- Los malvados serán consumidos

Finalmente, Bosqued cita cinco textos antiguo-testamentarios bastante ambiguos que, a primera vista, dan a entender que los malvados dejarán de existir, a saber, Salmo 21:9 e Isaías 1:28 (donde los malvados serán “consumidos”); Salmo 37:9 (“los malignos serán destruidos”); Job 20 (“fuego no atizado los consumirá”); y Ezequiel 28 donde, supuestamente, Satanás mismo dejará de existir (el problema aquí es que el pastor no cita el versículo concreto que tiene en mente). Hay que tener mucho cuidado con los que apelan a textos enigmáticos para defender sus postulados.

Antes que nada, los tres pasajes de Salmo 21, Isaías 1 y el Salmo 37 no implican que los malvados dejarán de existir. En primer lugar, parece ser que los tres pasajes aludan a esta vida (no a la siguiente).

Y en segundo lugar, aun en el caso dado de que se refiriesen a la eternidad, los verbos “consumir” y “destruir” son perfectamente compatibles con la eternidad.

Un par de ejemplos. Jacob se queja en Génesis 31:40 diciendo que, “De día me consumía el calor y de noche la helada”, pero no dejó de existir. Job dice en Job 14:7 que: “Porque si el árbol fuere cortado (del verbo ‘destruir’ en hebreo), aún queda de él esperanza; retoñará aún y sus renuevos no faltarán”. El árbol, aunque “destruido”, no deja de existir.

En cuanto a Job 20, la cita no viene al caso porque el Señor no nos permite erigir doctrinas en base a las reflexiones de los amigos de Job (Job 42:7).

Y con respecto a la alusión a Satanás en Ezequiel 28, hay que recordar tres cosas: primero, es un pasaje muy polémico y no sabemos a ciencia cierta si alude al diablo o no; segundo, no indica en ningún sitio que el diablo dejará de existir; tercero, tenemos un texto explícito del Nuevo Testamento donde dice claramente que el diablo existirá eternamente: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10).

La gran carencia de la propuesta de Bosqued es que nunca interactúa con los textos claros del Nuevo Testamento que sí hacen mención de la condenación eterna de los impíos. Se olvida de que no se puede montar un sistema teológico estable a partir de suposiciones ambiguas. Un principio hermenéutico clave que enseño a mis alumnos es que hace falta interpretar las partes ‘oscuras’ de la Biblia a la luz de las partes más claras.

Lingüísticamente hablando, por ejemplo, Jesús emplea exactamente el mismo adjetivo para describir la salvación y la condenación. “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46).

Si la condenación no es eterna; la salvación tampoco lo es. Hay que ser coherente. No es una enseñanza ambigua; sino clarísima, patente a los ojos de todos. Y podríamos citar muchos otros textos parecidos.

Conclusión

Recapitulemos brevemente sobre lo aprendido hoy.

-  El infierno no tergiversa el carácter de Dios.

-  El miedo no tiene porqué ser malo.

-  El infierno no tiene porqué tener un “propósito redentor” (una invención de Bosqued).

-  El infierno existe para la gloria de Dios.

-  El infierno no tiene porqué “resolver el problema del mal” (otra invención del pastor).

-  Aunque la palabra ‘infierno’ no aparezca en la Biblia, no deja de ser una enseñanza bíblica.

-  El séptimo argumento es un error categórico.

-  El octavo argumento es correcto; pero la doctrina del infierno no se basa en una parábola.

-  Los versículos empleados (Judas 7 y Jeremías 17:27) en el noveno argumento no niegan la realidad del castigo eterno.

-  Los versículos empleados en el décimo argumento (Salmo 21; 37; Isaías 1:28; Job 20; Ezequiel 28) son ambiguos y de nuevo, no niegan la existencia del castigo eterno. Una regla hermenéutica vital es que hay que interpretar los textos más oscuros de las Escrituras a la luz de los más claros.

Y esa es la verdad sobre el vídeo de Daniel Bosqued. Las cosas no siempre son como parecen. Y es que en ocasiones hasta los pastores pueden estar equivocados. ¡No lo olvides!

1 MACARTHUR, John, Biblia de estudio MacArthur (Nelson: Nashville, 2015), p. 1841.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Brisa fresca - La verdad en 2 minutos sobre el infierno: una crítica