Conclusiones genéticas sobre el origen del hombre

Consideramos conveniente que estas nuevas interpretaciones de los mismos hechos científicos descubiertos recientemente sean también conocidas por el gran público.

16 DE JULIO DE 2017 · 06:25

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Durante los últimos trabajos publicados en este medio hemos intentado señalar ciertos aspectos de los orígenes humanos, relacionados directamente con la genética, que socavan la concepción evolucionista y por el contrario respaldan un marco de creación directa, como el propuesto en la Biblia.

Somos conscientes de que tales ideas sorprenderán a muchos, sobre todo en el ambiente transformista que impera en colegios, universidades y en la propia sociedad actual. Sin embargo, consideramos conveniente que estas nuevas interpretaciones de los mismos hechos científicos descubiertos recientemente sean también conocidas por el gran público.

Creemos que reflexionar acerca de tales asuntos es bueno, con el fin de conocer todos los datos e interpretaciones de los mismos y de que así, cada cual pueda extraer sus propias conclusiones.

A modo de resumen, recordaremos aquí los principales enunciados que ya han sido tratados en su momento y pueden hallarse fácilmente en la bibliografía de Protestante Digital (sección Conciencia):

1. El ser humano posee unas capacidades únicas que no pueden aparecer espontáneamente por mutaciones al azar, a pesar del mucho tiempo que se les quiera conceder. 

2. La gran cantidad de información contenida principalmente en el ADN, que hace a las personas superiores a los chimpancés, no han podido aparecer por mutación/selección natural en ninguna cantidad de tiempo y, desde luego, no en seis millones de años, como propone el evolucionismo.

3. La degeneración genética constante que puede observarse hoy en los genomas humanos hace imposible la supuesta evolución progresiva a lo largo de millones de años y sugiere poderosamente que el genoma humano es mucho más reciente. 

4. La selección natural no es una fuerza creativa de nuevos órganos y nuevos tipos de organismos sino estabilizadora y mantenedora de los mismos y, por tanto, es incapaz de crear sistemas de información biológica, independientemente del tiempo que se le conceda.

5. La constatación de que el genoma humano no está constituido en su mayor parte por “ADN basura”, sino por sistemas de información muy sofisticados, invalida los conceptos de mutación neutra y evolución neutra. Esta descomposición de los paradigmas de “ADN basura” y de “evolución neutra” hace también inviables casi todas las mediciones de los relojes moleculares referidas a tiempos muy antiguos. 

6. El supuesto episodio de casi extinción del Homo sapiens hace 70.000 años (cuello de botella), seguido por la hibridación con otras especies humanas y posterior divergencia o aparición de todas las etnias actuales, resulta inverosímil ya que, además, se basa en relojes moleculares poco confiables. 

7. La hipótesis “fuera de África” asume que los niveles más elevados de diversidad genética en dicho continente demuestran que el hombre apareció allí y por tanto las etnias africanas serían más antiguas que el resto de la humanidad. Sin embargo, esta no es la única explicación posible. La mayor diversidad africana podría deberse también a la arribada de grupos extranjeros procedentes de otras regiones. La mención bíblica de la dispersión de Babel pudo ser una de estas causas. La divergencia entre los distintos grupos humanos no requiere necesariamente de una lenta acumulación de mutaciones fortuitas a lo largo de muchos millones de años, sino que puede surgir en poco tiempo mediante la fragmentación de poblaciones originales, seguidas de importantes efectos fundadores y de apareamientos posteriores con otros grupos. De manera que las divergencias entre los distintos grupos de personas son más consistentes con un fragmentación reciente de la raza humana. 

8. La persistencia de bloques de ligamiento (linkage blocks) importantes por todo el genoma humano actual, que reflejan cómo debían ser los conjuntos de cromosomas de los primeros seres humanos, es incompatible con la teoría de la evolución. Sin embargo, encaja perfectamente con la perspectiva bíblica. Con los medios genéticos disponibles en la actualidad, resulta posible pensar que en un breve período será posible reconstruir los cromosomas humanos originales. Esto implica que nuestros genomas son relativamente recientes y que no ha habido tiempo suficiente para que los cromosomas originales puedan recombinarse por completo. 

9. La diversidad que se puede observar hoy en los genomas humanos no requiere necesariamente de una gran población inicial, ni de muchos millones de años. Resulta consistente también con la diversidad diseñada en Adán y Eva, que habría podido ser muy heterocigótica y manifestarse inmediatamente en cada uno de sus descendientes.

10. Según el reloj molecular propuesto por el evolucionismo, la Eva mitocondrial habría vivido hace unos 120.000 años. Esta fecha se basa en varias suposiciones algo enrevesadas, como la tasa de mutación que se adoptó, que ahora se sabe que era entre 10 y 20 veces más lenta de lo normal. Simplemente corrigiendo esta errónea tasa, resulta que la Eva mitocondrial podría haber vivido hace tan sólo entre 6.000 y 12.000 años. ¿Por qué no se ha corregido esta datación si se sabe desde hace años cual es la tasa de mutación correcta en el ser humano? Evidentemente, por exigencias del guión evolucionista. Sin embargo, cuando se realizan análisis desde la perspectiva de la creación, adoptando una tasa de mutación relativamente constante, se observa que la humanidad moderna difiere de la secuencia de la Eva mitocondrial sólo en 22 mutaciones. Incluso suponiendo una tasa de mutación en el ADN mitocondrial tan baja como el 0,1 por generación (aunque en realidad está más próxima al 0,5), el reloj molecular reciente indica que Eva pudo vivir hace aproximadamente unas 220 generaciones. Lo cual es notablemente consistente con la perspectiva bíblica. 

11. De la misma manera, se dice que el reloj molecular indica que el Adán cromosómico vivió hace mucho tiempo. Las fechas publicadas son muy variables, abarcan desde hace alrededor de 50.000 años hasta más de 300.000 años atrás. Estas fechas se basan en datos arqueológicos incompletos, que a su vez se basan en datos radiométricos para “calibrar” los relojes moleculares. Como consecuencia de la gran cantidad de errores, en relación a la datación del Adán Y-cromosómico, es imposible concluir que Adán y Eva vivieron en épocas diferentes. Por lo menos se puede estar seguros de algo: la mayor parte de las dataciones publicadas deben estar equivocadas ya que dan respuestas muy diferentes. De igual manera que con la Eva mitocondrial, todas estas fechas se basan en suposiciones tenues y enrevesadas. No obstante, análisis realizados por genetistas partidarios de la creación, que sólo contemplan una tasa de mutación relativamente constante, indican que el hombre moderno medio difiere de la secuencia del Adán cromosómico por solo unos 300 SNPs (polimorfismos de nucleótido único). Suponiendo una tasa de mutación en el cromosoma Y masculino de 1,0 por generación, esto indica que Adán vivió hace unas 300 generaciones. Teniendo en cuenta la naturaleza de este tipo de cálculos, cualquier fecha inferior a los 25.000 años atrás podría favorecer la perspectiva de la Biblia, pero no la evolucionista. 

Y, finalmente: 12. El Adán cromosómico y la Eva mitocondrial vivieron esencialmente al mismo tiempo, en un pasado no tan remoto. No estuvieron separados por cientos de miles de años. Esto respalda de manera asombrosa lo que dice la Escritura.

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