El Adán “Y” cromosómico

El cromosoma “Y” masculino constituye un grave problema para la teoría de la evolución.

01 DE JULIO DE 2017 · 18:00

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Una buena manera de contrastar los resultados obtenidos con el ADN de la Eva mitocondrial,1 sería estudiar también la variabilidad de alguna parte del ADN del núcleo celular que se transmitiera sólo por vía paterna y tampoco experimentara recombinación. El candidato perfecto para ello fue el cromosoma “Y” masculino que sólo lo heredan los varones. Estudios de la genética de poblaciones sobre el mismo han puesto de manifiesto otra verdad bíblica fundamental: Adán es el padre de toda la humanidad.

De la misma manera que en el caso de Eva, muchos evolucionistas lamentan ahora haber acuñado este nombre, “Adán cromosómico” (o Adán cromosomal-Y), y actualmente tienden a evitarlo. Sin embargo, existe consenso en que existió este ser humano -homólogo de la Eva mitocondrial- y que correspondería al ancestro común de todos los hombres, que poseía el citado cromosoma “Y” del que descienden los demás cromosomas “Y” masculinos de la población humana actual.

Por otro lado, cuando se realizó la secuenciación del cromosoma “Y” del chimpancé se vio que era radicalmente diferente al cromosoma “Y” del ser humano.2 Su tamaño alcanza sólo la mitad del que posee el cromosoma del hombre. En un primer momento, se dijo que ambos cromosomas diferían en más de un 30% pero estudios posteriores aumentan esta cantidad hasta casi el 40%. El problema para la tesis evolucionista es que conseguir semejante divergencia entre simios y humanos en tan sólo 6 millones de años -como requiere el evolucionismo- supondría una tasa de mutación increíblemente alta para este cromosoma “Y” de los machos. A pesar de todo, como suele ocurrir habitualmente ante los datos incómodos que no encajan con la teoría, se supuso que el cromosoma “Y” humano habría evolucionado muy rápidamente, adquiriendo numerosos genes en poco tiempo, mientras que el de los chimpancés habría degenerado mucho, perdiendo hasta el 40% de sus genes originales. Al parecer, las teorías metafísicas permiten tales malabarismos acomodaticios.

No obstante, el doctor Hughes y los demás autores de este estudio afirmaron que las diferencias genéticas existentes entre chimpancés y hombres, por lo que respecta al cromosoma “Y”, son parecidas a las que existen entre los humanos y las aves. En este sentido, hay que tener en cuenta que el hipotético ancestro común entre los seres humanos y las aves habría vivido supuestamente hace por lo menos 300 millones de años, para poder dar cuenta de tan drásticas diferencias genéticas.3 Y, desde luego, no es posible que esta misma cantidad de cambio genético haya podido ocurrir en tan sólo una fracción pequeña de ese tiempo, ya que los humanos supuestamente divergieron del hipotético antepasado de los chimpancés hace solamente unos 6 millones de años. Es decir, en un período de tiempo 50 veces inferior.

Usando polimorfismos de nucleótido único (SNP), que son variaciones en el ADN que afectan a una sola base nitrogenada de la secuencia, se han estudiado los cromosomas “Y” de centeneras de hombres pertenecientes a múltiples poblaciones humanas modernas. Esto ha permitido reconstruir una aproximación a la secuencia original del cromosoma “Y” del primer varón, tal como se realizó a propósito de la Eva mitocondrial, y determinar cuántas mutaciones separan a los hombres modernos del Adán cromosómico. Los resultados indican que los cromosomas “Y” actuales sólo se diferencian en unas 300 mutaciones del cromosoma “Y” original. Lo cual es muy poco e implica que, según la actual tasa de mutación para este cromosoma “Y”, sería posible que semejante cantidad de diferencia se hubiera originado en muy poco tiempo. No en millones de años sino solamente en unos pocos miles.

El inconveniente para el evolucionismo es que, si las secuencias del cromosoma “Y” mutan muy rápidamente (tal como se supone para explicar las grandes diferencias entre el chimpancé y el hombre discutidas anteriormente), ¿cómo es posible que todos los varones actuales posean cromosomas “Y” casi idénticos y éstos sean tan similares al del Adán cromosómico?

Incluso si se asume una tasa de mutación normal para el cromosoma “Y” (de aproximadamente una mutación por cromosoma y por generación), sólo se necesitarían unas 300 generaciones (alrededor de seis mil años) para obtener las 300 mutaciones que nos separan del Adán cromosómico. Es evidente que esto concuerda perfectamente con la perspectiva bíblica. Sin embargo, desde el evolucionismo los números no encajan. Si el antepasado varón de todos los hombres actuales vivió hace entre 100.000 y 200.000 años, como propone la teoría, (aunque con los recientes hallazgos de Marruecos esta fecha se pretende estirar hasta más de 300.000 años)4 se deberían hallar más de cien mil mutaciones entre los hombres modernos y el cromosoma “Y” de Adán. Sobre un 333% más de lo que realmente se ha observado.

Hay que tener en cuenta que todos estos cálculos suponen una tasa de mutación humana típica. Pero, ¿cómo justificar que la tasa de mutación en el cromosoma “Y” haya sido enormemente superior a la que se da en el resto de los cromosomas humanos? Se mire como se mire, el cromosoma “Y” masculino constituye un grave problema para la teoría de la evolución. Lo que observamos en él, encaja perfectamente con el modelo bíblico y no es en absoluto compatible con la perspectiva evolucionista.

 

Notas

1 http://protestantedigital.com/magacin/42463/La_Eva_biblica_y_la_mitocondrial

2 Jennifer F. Hughes, et al., 2010, “Chimpanzee and Human Y Chromosomes are Remarkably Divergent in Structure and Gene Content”, Nature 463, nº 7280 (January 28, 2010): 536-539.

3 Brian Switek, 2014, “Chisel-toothed Beasts Push Origin of Mammals”, National Geographic, September 10, accesed November 27, 2014, www.news.nationalgeographic.com/news/2014/09/140910-fossil-mammal-china-triassic-origin.

4 Véase al respecto el siguiente artículo publicado en este mismo medio: http://protestantedigital.com/cultural/42427/Restos_fosiles_de_Homo_sapiens_en_Marruecos

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ConCiencia - El Adán “Y” cromosómico