Calles rectas, senderos torcidos

Nuestras ciudades tan bellas en el sentido arquitectónico y artístico, están llenas de gente cuyas vidas están torcidas, deformadas y corrompidas.

01 DE JULIO DE 2017 · 21:00

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Cuando se ha vivido cierto tiempo en ciudades de América del Norte, y aunque no se haya vivido ni viajado, pero uno se haya fijado en los telefilmes típicamente americanos, habrá visto que las capitales americanas se distinguen de todas las demás ciudades, por sus calles rectas, avenidas largas y sus orientaciones de tráfico marcando si se debe ir hacia el Norte o el Oeste, Sur o Este. Los planos de tales ciudades parecen estar hechos con tiralíneas, siguiendo el sistema de cuadrículas. Vistas desde arriba parecen tableros de ajedrez y muchas veces aparecen como juegos de consolas donde unos hambrientos marcianitos van comiéndose unos a otros. 

Nuestras ciudades europeas no son así, aunque en un tiempo antiguo, tanto en la colonización de ciudades de extensos territorios, Houston, San Francisco, Chicago… se usaran técnicas colonizadoras que ya usaron los imperios como el romano o el español. Se cuadriculaban las parcelas como las tierras. El paso de la historia y las influencias de fenicios, griegos y de la Edad Media, hicieron cambios aún muy visibles en nuestra arqueología. Hoy, muchas de nuestras ciudades, unas más que otras, son un dédalo de calles pequeñas, cortas y cortadas, que se bifurcan cada dos manzanas; que suben y bajan. Unas arquitecturas urbanísticas en donde claramente se aprecian los tiempos antiguos, y las influencias de las épocas preindustriales. Hasta la Guerra Civil se siguió con la continuidad de los procesos urbanísticos anteriores. Pero poco a poco ha destacado una especial atención sobre los centros históricos, reformas interiores, derribos, realineaciones, saneamientos, etc. Nuevos planteamientos del espacio urbano con la consolidación de los ensanches y se potenció el desarrollo ya que era una forma válida de producir espacio urbano. Y así, vamos viendo amplias Avenidas, concurridas Ramblas, largas Diagonales, limpias y ordenadas ciudades que exhiben con orgullo sus calles, plazas y rotondas como trazadas a escuadra. 

Sin embargo, la gente que camina por esas calles y veredas rectísimas, no parece andar por caminos derechos. Cuando camino por nuestras ciudades compruebo que en muchas aún se conserva la ley de 1573, en tiempos de Felipe II, que supuso la primera urbanística de la edad moderna. El núcleo de la ciudad se ubicaba en el centro de lo que debía ser la plaza principal, y a la que debían dar fachada los edificios públicos más importantes: el Palacio Municipal de Gobierno, la Iglesia, el Mercado y las casas-palacio de los ciudadanos más poderosos económica y socialmente. Es evidente que tales enclaves urbanísticos han cambiado, pero yo sigo viendo que muchos de los que moran en tan luminosos edificios, viven en senderos tenebrosos. 

Cuando camino por las calles de mi ciudad, y si es por la noche –poco pero algunas veces aún más, en muchas esquinas veo caminos torcidos. El de muchos jóvenes perdiendo su tiempo y medio atontados distrayendo sus soledades con carcajadas soeces. Veo personas durmiendo entre cartones abandonados de todos, posiblemente porque como no son de “refugiados” pueden seguir así, sucios fumando su última colilla recogida del suelo. Veo a extrañas y pintarrajeadas muchachas, traídas a la ciudad con las falsas promesas de una vida mejor, explotadas cruelmente por mafiosos a quienes pocas veces alcanza la justicia. 

Veo restos de grandes carteles de anunciadas elecciones, con caras de conocidos hombres públicos, que se ofrecieron a los votantes con una sonrisa como los regeneradores de un bienestar para todos, y que pasado el tiempo hemos podido comprobar cuán deshonestos han resultado. Ofreciendo Amnistías Fiscales para los suyos, es decir, para los ricos, los que más tienen, sin pensar en los sacrificados autónomos, pequeños empresarios o el mismo pueblo. Exministros que sin vergüenza reconocen sus “sobresueldos”, aunque no fueran de la Caja “B” con la catadura de que lo que cobraban –y era y es mucho en sus pensiones de por vida era poco. Divos de los deportes, que ganan millones, y cuando se les declara como presuntos transgresores en sus impuestos, declaran que se van de España, porque ésta les trata mal y aquí no se puede vivir. Ediles de esos regios Edificios llamados Ayuntamientos cuya organización se encarga de la administración local en un pueblo o ciudad, y que debiendo ser modelos de honestidad, aun cuando son imputados, y sus Códigos Deontológicos legislan deben dimitir, unos lo exigen de otros pero estos se aferran al cargo. Siendo todas estas corrupciones, mencionando muy pocas, caldo de cultivo, para la desobediencia, el rechazo de la ética y la justificación de lo inmoral.

Y pienso “Desde el Corazón” viendo estas cosas de mi ciudad, mi ciudad de calles rectas y correctas, en las palabras de la Biblia, hablando de los hombres malos y sus malos sistemas: “los hombres que hablan perversidades, (despenalizar la eutanasia, alentar como progreso toda desorientación sexual, desarrollar el negocio de los vientres de alquiler, cercenar la libertad religiosa con un laicismo activo) que dejan los caminos derechos, para andar por sendas tenebrosas; que se alegran haciendo el mal, que se huelgan en las perversidades del vicio; cuyas veredas son torcidas y torcidos sus caminos” (Proverbios 2:12-15). ¿Cuántas cosas torcidas se leen aquí? muchas: palabras torcidas, actitudes equivocadas, vicios perversos, destinos equivocados.

¡Qué pena! nuestras ciudades tan bellas en el sentido arquitectónico y artístico, están llenas de gente cuyas vidas están torcidas y retorcidas, deformadas y corrompidas. Y esto ¿por qué? porque el pecado reina. Pero Cristo, es el Gran Arquitecto de vidas, Perfeccionador y Redentor, el que hace todas las cosas nuevas, cuando nos rendimos a Él.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Calles rectas, senderos torcidos