De animales (1)

Los animales deben ser tratados con la dignidad que se merecen.

11 DE JUNIO DE 2017 · 10:30

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Agradezco mucho cuando alguien me escribe y me dice: “si usted es un aprendiz, yo estoy todavía en el Catón” y por la mención del viejo libro: “el Catón de los niños”, de Saturnino CALLEJA, con aquellas frases de “aprender deleitando” puedo pensar que se trata de una persona de mucha juventud acumulada. Libro aquel que trataba de resumir todo lo que hoy estudian los escolares en decenas de bellos libros y excelentes “power points”, el primer “catón” que nos enseñaba a leer: la "p" con la "a", pa. La "t" con la "o", to. Pa-to. Y así, con los clásicos silabarios y catones, uniendo las letras del abecedario, aprendíamos a leer en las Escuelas del Franquismo. Hoy, esos manuales son libros para la nostalgia y piezas de coleccionismo para los amantes de los viejos libros escolares, algunos de los cuales tenemos en la “Biblioteca de la Iglesia”.

De hecho, toda esta melancolía, surgida a raíz de la afectuosa frase, es para seguir insistiendo que no soy escritor, me quedo en la pretensión de serlo, pero mi vocación y trabajo me lo requiere, debo escribir y con esa frase tan usada por artistas, escritores, periodistas, teólogos; en fin, creadores, y cada vez que me enfrento con una página en blanco, redescubro que me es “difícil escribir”. Son muchas las causas que lo hacen complicado, pues se oponen entre el “aprendiz” (yo) y el papel. Cada artículo tiene sus propios obstáculos pero, aun así, lo intento, investigo, leo, comparto, garabateo, medito y de todo ello quedará una opinión, una reflexión, un escrito, que bien seguro será “Desde el Corazón”.

Y “Desde el Corazón” habiéndome entretenido en repasar la Ley 4/2016 de 22 de Julio, de Protección de los Animales de Compañía según el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, todo el programa de “sacrifico cero” tengo que convenir que las cosas han cambiado. Fui de los tiempos del “Catón” y en pleno franquismo los niños nos divertíamos haciendo todo tipo de “perrerías” a los animales, y ello con la sonrisa de los mayores. Los animales estaban para divertirse con ellos maltratándolos ¡mea culpa también!.

Ahora, a juzgar por los cambios que se han producido en el trato a los animales ¡cosa que felicito!, podríamos decir que estamos como en Venus, otro planeta. El negocio de productos para los animales de compañía mueve miles de millones de Euros y Dólares en todo el mundo, y se ofrecen desde comidas sofisticadas, joyas originales, peluquerías y hasta clínicas de salud y de cirugía estética. Los animales se han convertido en verdaderos amigos del hombre. En ocasiones, en los mejores amigos. No es raro escuchar que los animales son más cariñosos, más sinceros, menos rencorosos, más delicados, más amables que muchas personas. Y escribiendo todo esto, recuerdo la bonita canción de Roberto CARLOS: “¡quisiera ser civilizado como los animales!”, no teniendo ahora la letra a mi alcance, por lo que no se si el cantante se refiere a desear “ser tratado como los animales” o que siendo ellos tan buenos “todos deberíamos ser tan civilizados como ellos mismos”. Tanto han cambiado las cosas que hoy el mundo se conmueve ante la caza de las ballenas y se levantan polvaredas internacionales (sobre esto aún no se ha metido el señor TRUMP) cada vez que se habla de un animal en extinción, en cualquier parte del  mundo.

¿Quién se interesaba por las ballenas, los delfines, los lobos, los toros, los osos, los simios, lo zorros, los linces y los pingüinos hace medio siglo?; menos mal que hubo lucha por los derechos de los hombres, por los derechos de los negros, por los derechos de los pueblos colonizados, por los Protestantes… luego se entabló la lucha para la defensa de los derechos de las mujeres; que hasta el siglo pasado en no pocos Países no podían ni siquiera votar (por cierto, hoy tampoco pueden votar en la mayoría de los pueblos islámicos). Hoy, aparentemente, gozan de los mismos derechos que los varones, aunque existen grietas de discriminación sobre todo en sus salarios y el trabajo. Tras estos logros se conquistó el integrar en el nuevo mundo a los niños ¡ay! si la humanidad leyera y aprendiera del Maestro Jesús. Y ahora estamos en la lucha para la defensa y los derechos de los animales. Mucha de la cual está encuadrada en una defensa global del planeta ¡ay! si la humanidad leyera y aprendiera del Maestro Jesús. En la defensa de la biodiversidad de las selvas, los bosques, de los animales en vía de extinción, etcétera. En realidad es un plan egoísta: el hombre sólo podrá sobrevivir si la Tierra sobrevive. Todos deberíamos estar embarcados en esta fabulosa Arca de Noé, y ésta es la disyuntiva: o salvamos a los animales o no nos salvamos todos.

“Desde el Corazón” y desde mis posiciones cristianas, los animales deben ser tratados con la dignidad que se merecen. Son creaturas que comparten la vida con los seres humanos. En esta nueva conciencia, por demás bíblica, los animales ya no pueden ser cazados caprichosamente, ni torturados, ni pueden ser sometidos a experimentos crueles. Aparte de las muchas labores en las que los animales han estado trabajando con y para el hombre, a lo largo de los siglos (en el campo, en el ganado, en la policía, en la guerra, en los desastres, en las aduanas, etcétera) y cada vez más para ayudar social y psicológicamente…

Y como empecé diciendo “¡qué difícil es escribir!” ahora debo decir: y más difícil resumir, por lo que seguiré en otro “DE ANIMALES (2)” bien que quiero concluir con lo que para algunos sonará a herejía: si el Cielo y la Nueva Tierra que nos espera no tuvieran los animales que hemos amado, sería un lugar alto triste y aburrido.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - De animales (1)