Soñando los sueños de Dios

El reto para los creyentes es vivir hacia el futuro que representa el sueño divino en este mundo de unidades impuestas y temores que dividen.

10 DE JUNIO DE 2017 · 21:48

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Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. (Apocalipsis 7:9-10)

¿Por qué aprendió una joven inmigrante cubana a cantar himnos en sueco en Los Angeles? Cuando llegó mi finada esposa, Olga, de Cuba a Los Angeles a los 12 años, su madre buscó una iglesia para que se congregara la familia. Por el obrar divino terminó en una Iglesia del Pacto Evangélico, denominación de trasfondo sueco. Esta congregación, con muchos ancianos que todavía usaban un poco de sueco en los cultos, recibió la visión de apoyar un ministerio entre latinos inmigrantes, aunque ellos no hablaban español. Apoyaron al desarrollo de una congregación de habla hispana en su mismo edificio. Al crecer esa congregación las dos iglesias hacían cultos unidos y el coro unido cantaba en inglés, español y sueco. Este acto le “dijo” a Olga que ella podía seguir afirmando su identidad cubana y su idioma nativa mientras aprendía a ajustarse a la vida en los Estados Unidos. También aprendió que la iglesia es una comunidad multilingue, multicultural y multiétnica. Los ancianos suecos pudieron visualizar algo nuevo y diferente. Y porque estuvieron dispuestos a actuar a la luz de lo que estaban soñando pudieron hacer de su visión una realidad.

En el pasaje de Apocalipsis siete vemos la visión, el sueño de Dios para la humanidad. Esta visión nos presenta la meta hacia la cual está dirigiendo el proyecto divino. Y es a la luz de ese futuro que buscamos ser una iglesia que toma en cuenta las diversidades humanas al llamarnos a la unidad de ser el pueblo de Dios en Cristo Jesús.

 

El contexto bíblico

Después de Pentecostés se fue extendiendo el evangelio a través del imperio romano. Dentro de las iglesias había gente de muchos diferentes trasfondos quienes reflejaban la diversidad del imperio. Pero juntos estaban desarrollando congregaciones diversas alrededor de la persona y obra de Cristo Jesús. Ese crecimiento fue visto como una amenaza al imperio romano. Para cuando Juan escribe el Apocalipsis, la iglesia se siendo perseguida. 

Juan escribe desde el exilio a una iglesia que está sufriendo y muriendo por su fe. El libro utiliza el estilo literario apocalíptico para ayudar a los creyentes a interpretar su sufrimiento. A través del libro el autor nos presenta dos realidades, el sufrimiento en la tierra y la adoración de los que han muerto y ahora están en la presencia del Señor. Nos invita a reconocer que las dos cosas son una realidad. Pero nos llama a ser guiados por la visión del futuro y no por los dolores del presente. Se puede seguir adelante en medio del sufrimiento porque se sabe que el futuro está en manos de Dios.

 

La visión del texto

El Apocalipsis nos presenta una varias visiones ante el trono de Dios. En la visión del capítulo siete, Juan quiere que esté claro que toda la variedad de la creación humana está representada. Utiliza cuatro términos que enfocan en diversidad, naciones y tribus y pueblos y lenguas. La multitud que ve Juan se puede identificar por sus varias diversidades. Dios creó la variedad en la humanidad y está representada ante el trono. Lo que los une no son imposiciones humanas, sino el objetivo común de la adoración del Cordero. La unidad no es uniformidad. En medio de la diversidad humana se ve una visión común. Esta unidad no viene por agendas políticas, por ejércitos, ni por globalización. Las diversidades humanas siguen identificables. Lo que los une es que todos reconocen la obra del Cordero y adoran juntos.

 

Soñando en nuestro mundo

Los imperios de este mundo siempre buscan unirnos bajo sus agendas. Sea por fuerza militar, por poder “suave,” por alianzas políticas o por las promesas del mercado global, se busca una unidad impuesta en que todos se hacen parte de la agenda impuesta, quieran o no. En esta momento, la globalización neo-liberal nos promete el “bienestar” a todos lo que se hagan parte. Por otro lado se usa la fuerza militar y económica contra aquellos que no quieren ser parte.

Un producto de esa globalización es la migración mundial que ha hecho posible el encuentro de pueblos que tal probablemente no se habrían encontrado antes. Pero ese encuentro está creando un temor e inseguridad ante la llegada del “otro”. La presencia del que es percibido como diferente se siente como una amenaza. Como resultado vemos países divididos con relación al inmigrante. Unos ciudadanos le quieren dar la bienvenida y alaban los beneficios y oportunidades que representa. Otros, sin embargo, buscan construir muros para que no entre y cambie las cosas.

Apocalipsis siete nos recuerda que la iglesia es una comunidad global que incluye a toda la diversidad humana. Los creyentes buscamos que todos conozcan el amor de Dios y que todos confiesen a Jesucristo como Señor y Salvador. Soñamos con aquel día en que todos los pueblos de la tierra están juntos ante el trono y el Cordero.

El reto para los creyentes es vivir hacia el futuro que representa el sueño divino en este mundo de unidades impuestas y temores que dividen. ¿Cómo adoro a Dios a lado de mi hermana que habla otro idioma, tiene otra teología y alaba con un estilo diferente al mío? ¿Cómo trato con el hecho de que la mayoría de los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos son cristianos? ¿Puedo ver en la migración mundial oportunidades para compartir el evangelio con personas que nunca lo habrían escuchado? ¿Puedo soñar con iglesias que practican su unidad en medio de sus diversidades?

En 1963 el Rvdo. Martin Luther King Jr. dio su discurso famoso “I Have a Dream” en el cual planteaba la posibilidad de relaciones positivas entre negros y blancos en un Estados Unidos. Lo presentó en medio del racismo y violencia. El Dr. King pudo ver lo que otros creían imposible. Este sueño motivó a toda una generación y comenzó a romper con lo peor del prejuicio en este país. Queda mucho por hacer, pero ¿quién podría haber creído en 1963 que se verían los cambios que han ocurrido en este país?

El pasaje nos invita a reconocer que otro futuro es posible. Nos llama a soñar con una situación en que creyentes de todo el mundo enfocan en la unidad en Cristo Jesús y no permiten que sus diferencias y diversidades reales los separen los unos de los otros. Soñar los sueños de Dios es creer que la iglesia debe ser señal y sacramento del futuro que Dios está formando hoy y que llegará a su culminación en el día final. 

¿Podemos soñar esa iglesia que refleja la escena de Apocalipsis siete? Allí quiero estar yo.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - Soñando los sueños de Dios