Reconociendo el obrar divino en un mundo de cambio (5)

Lo que nos sigue guiando es la luz de la dirección divina y la expectativa que Dios obrará.

27 DE MAYO DE 2017 · 20:00

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[Quinta y última parte: Las notas anteriores se publicaron el 30 de abril, el 7, 14 y 21 de mayo.]

En el proceso de estar atentos al obrar divino y darle espacio a los creyentes a que busquen maneras nuevas de proclamar, servir y vivir el evangelio nos confrontaremos con nuevas complejidades. Pero es allí donde Dios nos invita a un espíritu de esperanza y anticipación. ¿Estamos listos a ministrar en expectativa de que Dios obrará?

 

Algunas de las complejidades del camino

En un caminar de descubrimiento, una de las maneras que se aprende es por el fracaso. Parte de nuestra tareas será incorporar este tipo de aprendizaje en nuestro proceso de descubrimiento. Para aquellos que fuimos formados en la idea que sólo el “éxito” es de Dios, esta actitud significará un cambio mental significativo. Tendremos que aprender el gozo del fracaso y su importancia en el proceso de avance. Un buen fracaso será áquel del cual aprendemos para hacer las cosas en forma diferente la siguiente vez. Si no funciona un proyecto nuevo de iglesia o misión buscamos entender y mejorar.

También es importante recordar que cuando estamos en medio de cambios discontinuos las cosas que antes parecían ser seguras e indispensables ya no parecen ser tan importantes. Las luchas teológicas que parecían de vida o muerte en una generación tal vez pierdan su relevancia en otra. Pero también es seguro que las circunstancias nuevas suscitarán nuevas cuestiones teológicas y misionológicas. Al experimentar con nuevos modelos de ser una iglesia fiel tendremos que confrontar cuestiones nuevas y posiblemente afrontaremos nuevos retos y divisiones teológicas. Es por eso que un método de teología práctica será una herramienta importante en el camino.

Por un lado una sociedad cambiante suscita preguntas nuevas. Podemos anticipar que dichas cuestiones se harán más complejas al querer ser fieles al evangelio en nuestro mundo. Pero estar atentos a lo que el Espíritu está haciendo también nos obligará a lidiar con asuntos misionológicos complejos. La gente en los márgenes tal vez sean indocumentadas, o tengan un pasado complicado y posiblemente sean personas que no fácilmente quepan en las estructuras existentes. Pero también es posible que estén dirigiendo movimientos que nos obliguen a pensar en nuevas maneras sobre lo que significa ser comunidades de seguidores de Cristo Jesús, involucrados en la misión de Dios en el mundo.

Siendo que estamos hablando de experimentos tenemos que reconocer que algunos modelos tal vez sean temporales; es posible que sean muy cruciales en una temporada, pero no tan importantes a largo plazo. Pero al cruzar fronteras de clase, etnicidad, idioma, cultura y tantas otras barreras este proceso no será nítido. Este proceso también romperá categorías teológicas y denominacionales tradicionales. Algunas de estas redes y “parroquias” no se parecerán a lo que hemos conocido hasta ahora. Así que, tendremos que estar abiertos a nuevas complejidades al ir hacia delante.

 

Ministerio como experimento constante

En este momento histórico en que Dios nos ha llamado a servir, no tendremos un camino claro para nuestro ministerio. Pero al caminar en fe el Espíritu nos abrirá el camino por medio de su poder y dirección. La falta de mapas y caminos seguros podrá crear cierta ansiedad, pero también será un tiempo de grandes oportunidades.

Lo que nos sigue guiando es la luz de la dirección divina y la expectativa que Dios obrará. Siendo que Dios ha obrado en el pasado podemos anticipar que nos guiará hacia el futuro. Así como la iglesia primitiva se desarrolló en la luz del Pentecostés nosotros también seguimos hacia delante sabiendo que éste es el trabajo de Dios.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - Reconociendo el obrar divino en un mundo de cambio (5)