El Nuevo Testamento cree en Adán y Eva

La primera pareja humana creada por Dios es vista por todos los escritores del NT como formada por dos personas históricas literales.

25 DE MARZO DE 2017 · 21:50

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Una de las evidencias más poderosas para la historicidad de Adán y Eva, y de los demás relatos escritos en los once primeros capítulos de Génesis, es la constituida por las referencias del Nuevo Testamento (NT) a dichos pasajes del Antiguo (AT). La primera pareja humana creada por Dios es vista por todos los escritores del NT como formada por dos personas históricas literales.

Si se desafía la opinión de estos autores, negando dicha historicidad, se socava la autoridad que les concedió el propio Señor Jesucristo (Jn. 14:26; 16:13). Veamos algunos ejemplos concretos.

 

La Creación del Universo (Génesis 1):

El evangelista Marcos relata cómo Jesús, sentado en el monte de los Olivos frente al templo, les dijo a sus discípulos: …porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. (Mr. 13:19). En este versículo puede apreciarse claramente que Jesús creía en la creación literal del universo por parte de Dios. De la misma manera, el evangelista Juan refiriéndose al Verbo escribe que: Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Jn. 1:3). Y también el apóstol Pablo dice: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él (Col. 1:16). De manera que según el NT la creación divina del cosmos, como un acontecimiento literal tal como se relata en Génesis, era aceptada por Jesucristo y los demás autores inspirados.

 

La Creación de Adán y Eva (Génesis 1-2):

El NT reconoce también la creación de Adán y Eva como parte del relato original de Génesis y la acepta literalmente. A propósito de una pregunta sobre el divorcio que los fariseos formularon a Jesús para tentarle, el Maestro respondió: pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios (Mr. 10:6). En 1 Tim. 2:13, Pablo incluso menciona el orden de la creación que se da en el segundo capítulo de Génesis: Porque Adán fue formado primero, después Eva. Y escribiendo a la iglesia de Corinto, vuelve a insistir en esta idea: Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,  y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón (1 Co. 11:8-9). Hablando acerca de la resurrección de los muertos, el apóstol comenta: Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Está claro que creían en un Adán y una Eva reales de carne y hueso.

 

El matrimonio de Adán y Eva (Génesis 2):

En Mateo 19:4-6, a propósito de una pregunta malintencionada de los fariseos sobre el divorcio, Jesús reafirma la historicidad del relato del Génesis acerca del primer matrimonio de la humanidad, el de un Adán y una Eva literales: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. La primera pareja conyugal formada por Adán y Eva se emplea como ejemplo de todo matrimonio. También el evangelista Marcos confirma este matrimonio original entre dos personas literales: …pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. De ahí que el hombre deba aferrarse a su esposa para ser una sola carne. Así que no son ya más dos, sino uno (Mr. 10:7-8).

 

La tentación de Eva (Génesis 3):

Hay dos pasaje en el NT que se refieren a la tentación y caída de Eva (1 Ti. 2:14 y 2 Co. 11:3). El primero dice: …y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Aquí Pablo le habla claramente a Timoteo sobre una primera pareja literal ya que creía en su existencia tal como se relata en Génesis. Mientras que en el segundo pasaje, el gran apóstol de los gentiles les dice a los corintios: Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. De manera que también se refiere a una mujer literal, Eva, que era la esposa de Adán. 

 

La desobediencia de Adán (Génesis 3):

Según Génesis 2:17, Dios le dijo al hombre: …más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Al desobedecer este mandamiento, es comprensible que el hombre incurriera en el juicio divino. Es evidente que se está narrado una conversación personal entre Dios y un Adán literal. De ahí que posteriormente, en Romanos 5:12-14, se diga: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (…) No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Las referencias a la muerte física de Adán, Moisés y Jesucristo (Ro. 5:21) demuestran que Pablo se está refiriendo a un Adán literal, mediante el cual la muerte entró en el mundo, y de ella únicamente podemos ser salvados gracias a un Cristo también literal que murió en la cruz. 

 

Concepción y nacimiento de Caín y Abel (Génesis 4):

La concepción y el nacimiento literal de Caín y su hermano Abel confirman también la existencia real de sus padres. La Biblia dice que Adán “conoció” a su mujer Eva (refiriéndose al contacto íntimo o sexual) y que ésta concibió y dio a luz a Caín (Gn. 4:1). Y después dio a luz también a su hermano Abel (Gn. 4:2). Todo esto son términos habituales que denotan relaciones sexuales entre personas literales. Más tarde, engendraron también a Set y a otros hijos e hijas (Gn. 4:25; 5:4).  

 

Los sacrificios de Abel y Caín (Génesis 4):

En el capítulo cuarto de Génesis se puede leer que Adán y Eva tuvieron dos hijos literales: Caín y Abel. Mientras que en el NT (Heb. 11:4) se dice: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Una vez más, vemos que el autor de Hebreos entiende el relato de Génesis como una narración de naturaleza real o histórica.

  

El asesinato de Abel a manos Caín (Génesis 4): 

De la misma manera, el NT confirma que el hijo literal de Adán, Caín, mató a su hermano Abel. En la acusación de Jesús contra la hipocresía de los escribas y fariseos, el Maestro se refiere a Abel como descendiente literal de Adán y Eva, incluyéndolo junto a Zacarías en la historia real de Israel: (…) para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar (Mt. 23:35). Asimismo, en la primera epístola universal del apóstol Juan, en relación al mandamiento de amarnos los unos a los otros, se dice: No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas (1 Jn. 3:12). Y también el versículo once de Judas menciona a Caín como personaje real que siguió el mal camino. 

 

La comparación de Adán y Cristo:

Por último, como ya se ha señalado, el NT realiza una comparación muy importante y significativa entre un Adán literal y un Cristo literal (Ro. 5:14). Esta equiparación entre tipo y anti-tipo favorece notablemente la conclusión de que Adán fue una persona tan real e histórica como lo fue el propio Señor Jesucristo. Y lo mismo puede decirse de 1 Co. 15:45, que compara también “el primer hombre Adán” con “el postrer Adán” (Cristo).

Es importante tener en cuenta que el hecho de que muchos de estos versículos sean citas del propio Señor Jesús, hace que sea aún más difícil rechazar la historicidad de Adán y, en general del Génesis, sin alterar por completo la doctrina cristiana. Quizás podría replicarse que, tal vez, Jesús estaba más interesado en amoldarse a las creencias de sus oyentes que en sacarles del error de creer que Adán y Eva hubieran sido personas reales. Sin embargo, no me parece que tal actitud hubiera sido propia del talante del Maestro que se nos revela en el NT.

Cristo no disimuló nunca sus convicciones personales. No se mordió la lengua ante los errores del tradicionalismo farisaico. Denunció pronto las falsas creencias que tenían acerca del Mesías libertador de Israel. Les llamó hipócritas, generación de víboras y sepulcros blanqueados, sin temblarle la voz. Criticó el error que practicaban a diario de confundir la verdadera espiritualidad con el ritualismo y la religiosidad externa. Y enfrentó con valentía el terrible sacrificio de la cruz por amor a la humanidad pero desafiando abiertamente las equivocaciones doctrinales de los líderes religiosos.

Debido a esta personalidad comprometida y coherente de Jesús, no creo que se hubiera prestado a seguirles el juego a sus compatriotas y a comulgar con un error tan fundamental y trascendente. Si realmente hubiera estado convencido de tal equivocación humana en la Biblia, seguramente la habría denunciado y corregido a tiempo. Más bien, pienso que lo que creían sus coetáneos acerca de la literalidad de Adán y Eva era también lo que aceptaba el Hijo del Altísimo. 

La idea que sostienen algunos de que Jesús era plenamente consciente de que la Escritura que se leía en su tiempo era errónea, por lo que respecta a la historia de los primeros padres, o al menos malinterpretada por los hebreos, y que él deliberadamente adaptó sus enseñanzas a aquello que pensaban sus oyentes, carece totalmente de fundamento y no se ajusta a los hechos. Por el contrario, Jesucristo se mostró siempre contundente cuando se refería al AT, manifestando que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35) y que es “más fácil que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley” (Lc. 16:17).

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