La intimidad como clave interpretativa

Dios, que es el único que puede sondarnos hasta los estratos más profundos de nuestras entrañas, si ve nuestra hermosura.

18 DE MARZO DE 2017 · 21:15

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Foto: Unsplash.

Otra de las interrogantes que se abren al acercarnos a este libro, versa sobre la realidad más profunda que se deviene en la esfera más inaccesible de los seres humanos.

Más adelante ejemplarizaré esta aseveración analizando el efecto de una droga –en concreto el alcohol– sobre la esfera de la intimidad de una persona.

Mi intención es que demos un paseo, en nuestro devenir onírico, por lo más profundo y oscuro de nosotros mismos.

Y si nos encontramos con la esposa, y ésta, cabe la posibilidad de que represente a la Iglesia, lo que estaríamos haciendo es pasear por la esfera de nuestra propia intimidad no solo como individuos, sino como una persona colectiva, como iglesia, como esposa de Cristo.

Encontramos en la Escritura este verso: “la hermosura de la hija del rey, está en lo escondido de dentro”(traducción de Fray Luis de León). Seamos sinceros, si nosotros como Iglesia nos miramos por fuera no nos veríamos como una esposa hermosa.

Esa cara externa de la Iglesia correspondería a la trascendencia social del Evangelio; es decir, a las obras de la Iglesia que convierte la Palabra en praxis.

Pero esas obras deben de ser el resultado de una trasformación interior de cada uno de los miembros de la "Persona Colectiva" que llamamos Iglesia.

La hermosura de esta reina que se presenta en el Salmo 45, no es tanto externa, fenomenológica, sino más bien interna, anímica y pneumática.

Aunque nosotros como individuos y como Iglesia no nos vemos hermosos, Dios, que es el único que puede sondarnos hasta los estratos más profundos de nuestras entrañas, si ve nuestra hermosura.

Y sobre dicha hermosura conviene meditar; por eso en este comentario de “Cantares” uno de los temas más interesantes lo constituirá el estudio de la actividad inconsciente de la Iglesia.

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