El Cristo de la Escritura ‘es el todo, y en todos’

Los falsos maestros relativizan la Redención apartando de la Creación a Dios, de la Revelación a la Escritura, de la Historia a Jesucristo; y hacen buena mercancía de cristianos complacientes.

19 DE MARZO DE 2017 · 07:20

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Respetar todo el consejo bíblico (01) es clave para escribir o hablar de la fe de Jesucristo (02), aunque esta conducta irrite a los cultores de la posverdad (03). Estos mercaderes siembran confusión con sus innovaciones; su objetivo es atraer mucha gente y apartarla de la Verdad que es Jesucristo: el Verbo encarnado, la Palabra viva de Dios, el centro de la Historia y nuestra firme esperanza de gloria (04).

¿Tan lucrativo es para esos ‘eruditos’ rechazar que Jesucristo sea ‘el todo, y en todos’? (05)

Duele comprobar que haya creyentes a los que pareciera no interesarles saber si es verdad todo lo que se predica.

También es doloroso que se desoiga la advertencia de que seremos juzgados por lo que hablamos y escribimos, y por la intención con que lo hacemos (06).

En este punto conviene señalar el valor real de la palabra (oral o escrita), como claramente lo expresa el apóstol Pablo:

“Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (...) Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí (...) en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.” (07)

Es necesario apuntar que las prédicas sobre textos aislados de la Biblia pueden dar lugar a afirmaciones parcialmente inexactas o incompletas.

El antiguo dicho ‘errar es humano, perdonar es divino’ (08) ha caído en desuso, sepultado por los que creen que verborragia es sinónimo de sabiduría. La persona que se cree incapaz de errar jamás reconocerá la inconsistencia de su posición; se ofenderá fácilmente si alguien le mostrase la verdad desde otra perspectiva.

El soberbio rechaza el aprendizaje de la Revelación, y el orgulloso descarta el perdón; lejos de humillarse con las disculpas, saben usarlas para mostrarse victoriosos ante sus fieles seguidores que los gratifican con muchos ‘me gusta’.

Por ser humanos todos nos equivocamos; y esto significa que podemos ofender muchas veces al no escuchar las opiniones de los demás, o al defender un error (09).

La peor mentira es la verdad a medias; y propagarla conlleva un merecido castigo.

El insustituible rol de la Escritura

La conmovedora narración que sigue es acerca de Orígenes. Él nos reafirma que la Escritura es inseparable de la prédica de la salvación; pues debido a su inspiración divina no solo contiene la palabra de Dios sino que es verdaderamente palabra de Dios para siempre.

La bendita Escritura transmite en lenguaje accesible al hombre la amorosa misericordia y gran benignidad de Dios para con el pecador; por el Espíritu le revela el misterio de Cristo y, en Cristo, el misterio de Dios. Los que categorizan la Escritura ignoran a Cristo.

El Cristo de Dios y la Escritura no pueden separarse. En la Escritura los hechos y palabras están íntimamente unidos y recíprocamente se integran; es clave de la progresiva manifestación de la iniciativa de Dios para salvación de todo el que cree.

Nadie pudo refutar o negar la milagrosa unidad existente entre el Pacto Antiguo y el Nuevo. El Espíritu nos hace percibir la tensión entre la antigua alianza y el cumplimiento factual de todas las promesas, en Jesucristo.

El cuerpo de Cristo es la iglesia de Dios, y Cristo es la Cabeza que trasmite íntegramente la Escritura para mantener unido en el Espíritu a su cuerpo. Mientras la esposa espera el retorno de su Amado, Él la edifica con autoridad, pues ha cumplido y sigue cumpliendo la Escritura hasta la última tilde. La Escritura es la única y suficiente regla de conducta de la iglesia.

Los primeros cristianos estuvieron expuestos a similares presiones que nosotros; la diferencia es que ahora el bombardeo mediático es tan abrumador que muchos prefieren no liarse y se apoltronan en su indolencia. Antes que dar su brazo a torcer prefieren coger por atajos; entonces, se apoyan en el empirismo, el racionalismo (10) o aún en el estudio teológico (11).

Veamos qué nos dice Varetto (12) respecto de Orígenes, varón cristiano que puso su vida por amor de Jesucristo y de sus hermanos.

“La figura más prominente entre los cristianos del siglo tercero es, sin duda, la de Orígenes. Ninguno arroja tanta gloria como él, sobre la Iglesia de Alejandría. Su nombre, en la opinión de sus contemporáneos, como en la historia, es a veces objeto de alabanzas, como de censuras. Su corazón fue grande; fueron grandes también su fe, su amor y sus errores.

Nació en Alejandría, África, en el año 185. Sus padres eran cristianos, y parece que él abrazó la fe en su niñez. Su padre acostumbraba besarlo en la frente cuando estaba dormido, y orar por él. Presentía que su hijo llegaría a ser una columna en el templo espiritual del Señor.

No descuidaba su educación, y diariamente hablaba con él del evangelio, viéndose muchas veces perplejo para contestar a las preguntas difíciles que le hacía, mostrando así desde sus tiernos años aquel temperamento de investigador profundo que nunca perdió.

Cuando tenía unos diecisiete o dieciocho años de edad, su piadoso padre Leónidas, profesor de Retórica, fue encarcelado a causa de su fe. Orígenes quería acompañarle al martirio, y fue necesario que la madre le escondiese la ropa para que no pudiese salir a la calle.

Leónidas murió gloriosamente confesando a Cristo su Salvador, y el joven quedó como el único sostén de la viuda y seis hermanos menores. Sus vastos conocimientos de la rica literatura griega, le sirvieron para procurarles el pan de cada día. Los bienes del padre habían sido confiscados, de modo que las ganancias de Orígenes eran el único recurso de la familia.

Toda su vida demuestra que sólo conoció dos pasiones: amor a la ciencia divina y amor a la verdadera piedad. Aun sus muchas y graves equivocaciones, fueron aplicaciones erróneas de estos dos ardientes anhelos.

Como teólogo y pensador, todo lo quiso saber y escudriñar. Como santo, puso por meta un ideal elevado y procuró alcanzarlo, aunque sus métodos no siempre le condujeron al fin deseado.

Existía en Alejandría una escuela teológica a la cual Panteno, el filósofo cristiano y el ilustre Clemente, habían dado fama. Orígenes, siendo todavía muy joven, se halló al frente de ella. Fue en este campo de labor donde demostró fecundidad literaria, y su nunca sobrepasada actividad cristiana.

Sus escritos no tienen número y comprenden todas las fases de las ciencias religiosas y filosóficas. Comentó en tres formas distintas todos los libros de la Biblia: histórica, alegórica y espiritualmente.

Escribió homilías sobre temas variados. Su correspondencia era extensa, pues todo el mundo le consultaba. Hasta el mismo emperador Felipe el Árabe se comunicaba con él, y hay quienes aseguran que logró ganarlo a la fe, cosa que no ha sido comprobada y que es más que dudosa. Pero es cierto que sus cartas ejercieron sobre él muy buena influencia, pues durante su reinado los cristianos tuvieron paz.

Su método de interpretación peca por dos lados. A veces interpreta las cosas figuradas, literalmente, y lo literal lo espiritualiza, llevando las alegorías hasta extremos peligrosos y perjudiciales a la ciencia que él quería servir. Se dice que puede ser considerado como el hombre más culto de su siglo.

La filología, la exégesis, la dogmática, la teología, la filosofía, la apologética, en fin, todos los conocimientos les eran familiares y en todas estas ramas mostró aptitudes sorprendentes. Su obra magna fue la Hexapla, o sea una versión políglota del Antiguo Testamento, en la que se revela como crítico profundo.

San Jerónimo, hablando hiperbólicamente, dice que Orígenes escribió más libros que los que otro hombre puede leer en toda la vida. Hay algunos que aseguran que, contando los tratados cortos, sus trabajos literarios llegan a seis mil.

Muy pocos de sus escritos han llegado hasta nuestros días. La influencia que ejercía, dentro y fuera del círculo en que actuaba, era muy grande. Los enemigos de la fe le temían. Orígenes, sin embargo, no temía a la lucha y salía al encuentro de la adversidad.

"El odio que tenían los paganos - dice Eusebio - era grande a causa del crecido número de personas que aprendían de Orígenes los misterios de la fe, quienes eran vistos en multitudes alrededor de la casa que habitaba, procurando que los soldados no obrasen contra él.

Tan fuerte era la enemistad contra él, que no hallaba casa segura en Alejandría, y constantemente era perseguido de lugar en lugar."

Siempre estaba al lado de los que tenían que sufrir persecución. Acompañó hasta el lugar del suplicio a su discípulo Plutarco, y esto casi le costó la vida, porque la turba empezó a decir que la muerte de ese joven era motivada por las enseñanzas que había recibido de Orígenes.

Su esplendor y sus afirmaciones atrevidas sobre muchos puntos de doctrina, le pusieron en conflicto con sus compañeros. Fue excomulgado en Alejandría, pero reaparece de nuevo en Cesárea, donde es bien recibido por la Iglesia.

Aunque anatematizado, tanto por Alejandría como por Roma, no deja de ser mirado en todas partes como un baluarte de la fe cristiana.

Sigue siempre fielmente su misión, y tiene el gozo de ver a muchos paganos abandonar sus ídolos mudos, y a muchos de los gnósticos dejar su pretendida ciencia para abrazar la locura de la cruz. En medio de estas tempestades que le afligían grandemente, se consolaba recordando que Cristo calmó las olas embravecidas del Mar de Galilea.

Durante este tiempo hizo muchos viajes de estudio, que le ayudaron en la obra que realizaba. Visitó la histórica Palestina, para conocer los lugares donde actuó el Salvador, y ver aquellos parajes que le eran familiares por la constante lectura de los libros de la Biblia.

En Cesárea reanuda sus trabajos de maestro, y la escuela que funda pronto gana una fama en nada inferior a la de Alejandría. La persecución bajo Maximino, impidió que la escuela pudiese seguir su curso floreciente.

Fue entonces cuando escribió su obra sobre el martirio, tan provechosa para ayudar a los que, en aquellos días de pruebas amargas, tenían que sufrir por la fe. Tuvo que huir a Capadocia, donde prosiguió su actividad literaria.

El año 238 volvió a Cesárea. En esta ciudad, y en otras, no cesa de ser testigo de la verdad, y de ayudar con su sabiduría a todos los que aman la palabra de Dios.

Cuando se levantó la persecución de Decio huyó a Tiro, donde fue prendido. Iban a realizarse, le parecía, sus anhelos de martirio, que sintió en su juventud, cuando su buen padre tuvo que sufrir por Cristo. Poco antes de esto había escrito:

"Estamos listos a sufrir persecución en cualquier parte donde Dios permita al adversario atacarnos. Mientras Dios nos deja libres de estas pruebas, y nos permite vivir en quietud, extranjeros en medio de un mundo que nos aborrece, nos encomendaremos a Aquel que dijo: ‘No temáis, yo he vencido al mundo’. Pero si es su voluntad que tengamos que luchar y sufrir por causa de la piedad, haremos frente a todos los asaltos del enemigo con estas palabras: ‘Todo lo puedo por Cristo que me fortalece’."

Los perseguidores descargaron toda su furia sobre el venerable anciano, cuyas fuerzas estaban ya agotadas a causa de tanto trabajo y sufrimientos. Fue puesto en una prisión oscura, con un collar de hierro colgado a su cuello y sus pies estuvieron cuatro días apretados en el cepo. A cada instante le amenazaban con darle una muerte cruel, pero él lo sufría todo con serenidad.

Sus verdugos le castigaron privándole de la gloria de morir quemado en la pira. Falleció en la prisión a la edad de 69 años, como se cree, en el año 253 ó 254 de nuestra era. La vida de privaciones y sufrimientos que tuvo que llevar en el calabozo concluyeron con él.

Murió como vivió: lleno del amor de Cristo y gozándose en la comunión espiritual que desde el día de su conversión le ligó al cielo donde anhelaba llegar para entrar en el descanso prometido a los que son fieles hasta la muerte.”

 

Notas

Ilustración: difundido grabado de Orígenes.

01. Hechos 20:27.

02. Gálatas 2:16, “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”

03. El vocablo ‘posverdad’ o ‘mentira emotiva’ es un neologismo; describe la situación en la cual, a la hora de crear opinión pública, los hechos objetivos influyen menos que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. La política de la posverdad (o pos factual) es aquella en que - con el debate - se apela a las emociones desconectándose de los detalles de la política pública. Se repite vez tras vez la afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas fácticas -los hechos- son ignoradas. En resumen, es la idea fuerza en la que una aparente verdad es más importante que la propia verdad. En los populismos tan en boga se utiliza para disfrazar la tradicional propaganda de estado y para atacar de falsedad a los noticieros de la corporación mediática. El término "política de la posverdad" fue acuñado por el bloguero David Roberts en la revista electrónica Grist el 1 de abril de 2010, y se extendió fuertemente durante campañas electorales, para la elección de presidente en EE.UU. (2016) y el referéndum denominado Brexit por el cual el Reino Unido decidió salir de la Unión Europea. El diccionario inglés Oxford declaró a "post-truth" (posverdad) como la palabra internacional del año 2016, con un aumento de su uso del dos mil por ciento (2.000%) en comparación con 2015.

04. Juan 8:31,32; 14:6; 1:1; 8:51; Colosenses 1:27; 2:9,10.

05. 1ª Corintios 15:28; Colosenses 3:11.

06. Mateo 12:37; 24:35; Marcos 8:38; 13:31; Lucas 9:26; 21:33; 24:44; Juan 3:34; 5:46,47; 6:63,68; 7:40; 8:47; 12:47,48; 14:10, 24; 15:7; 17:8; Hechos 5:20; 7:38; 15:15, 24,32; Romanos 8:34; 10:16,19; 16:18; 1ª Corintios 1:17; 2:1,4,13; 4:19,20; Efesios 5:6; Colosenses 2:4; 1ª Tesalonicenses 1:5; 2:5; 1ª Timoteo 6:3,4; 2ª Timoteo 1:13; 2:14; 1ª Pedro 4:11; 2ª Pedro 2:3,18; 3:2; 3ª Juan 1:10; Judas 1:17; Apocalipsis 1:3; 19:9; 21:5; 22:6-19.

07. 1ª Corintios 4:20; 14:11,19; esta es una verdad irrefutable, no solo en el contexto del abuso del don de lenguas.

08. Alexander Pope (1688 -1744) fue un poeta británico nacido en Londres; a quien se atribuye la frase. Pero, hay otros antecedentes pre-cristianos. El de Cicerón (Filípica XII 5.): Cuiusvis hominis est errare: nullius nisi insipientis, in errore perseverare: ‘Errar es propio de cualquier hombre, pero sólo del ignorante perseverar en el error’; el de Livio (Historias, VIII, 35): Venia dignus este error humanus: ‘error de cada ser humano merece el perdón’. Jerónimo es el primer cristiano en mencionarla ‘errado humanum est’, (Epist. 57.12). Le siguió Agustín de Hipona en Sermones (164, 14) ‘Humanum fuit errar, diabolicum este a animositatem por error Manere’: ‘el error fue propio del hombre, pero es malo insistir en el error de orgullo’.

09. Proverbios 13:16; 14:3, 9; 26:4,5; Santiago 3:2.

10. Racionalismo es la teoría epistemológica que considera la razón como fuente principal y única base de valor del conocimiento humano en general. Es ‘racionalista’ toda persona que atribuye a la razón un papel predominante sobre la voluntad o la emoción en cualquier ámbito. Empirismo es una doctrina psicológica y epistemológica en oposición al racionalismo; afirma que cualquier tipo de conocimiento procede únicamente de la experiencia, ya sea interna (reflexión) o externa (sensación).

11. Que alguien exhiba un diploma en estudios de teología no es garantía de ser y tener todo en Jesucristo.

12. J. C. Varetto, en ‘La Marcha del Cristianismo’, páginas 114 a 118. Orígenes (185-254).

Importante: las referencias, citas bíblicas y negritas son responsabilidad del autor.

 

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