La iglesia y el servicio mutuo

¿Cómo nos servimos unos a otros en una Iglesia global heterogénea que debe ser lugar de comunión y ayuda mutua?

25 DE FEBRERO DE 2017 · 21:05

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En el año 2010 tuvo lugar lo que se llamó CONVERSACIÓN GLOBAL DE LAUSANA, justo unos meses antes de la realización del III Encuentro de Lausana (17-24 de octubre). Se trataba de una conversación preparatoria que ayudó a dar forma a las presentaciones de los oradores de Ciudad del Cabo 2010.  Leyendo algunos de los artículos publicados en Protestante Digital, a principios de ese año, extraje algunos puntos que llamaron mi atención y que publiqué en un Blog personal, ya que todavía no había empezado a colaborar en este medio.

"¿Cómo nos servimos unos a otros en una Iglesia global heterogénea que debe ser lugar de comunión y ayuda mutua?

A esta pregunta, situada dentro de lo que se está llamando Debate global de CT2010 (Capetown, Movimiento Lausana), se viene contestando a través de interesantes artículos publicados en Protestante Digital, que si bien podemos no estar de acuerdo con la totalidad del contenido de alguno de ellos, nos podemos quedar con no pocas de sus afirmaciones cuando hablamos acerca de lo que entendemos por trabajar juntos dentro de la misión de Dios. ¿Deberíamos asustarnos cuando leemos: La Iglesia, ¿una mesa familiar muy heterogénea?, tal como lo plantea el teólogo brasileño Valdir Steuernagel?: 'Nos acercamos a la mesa trayendo nuestras experiencias exitosas, pero traemos también nuestros defectos, nuestros desastres y nuestros errores. En la actualidad, cuando nos acercamos a la mesa, debemos hacerlo siendo mucho más vulnerables. Mi esperanza es que el Tercer Congreso de Lausana en Ciudad del Cabo sea esta clase de mesa. Esto es lo que algunos de    nosotros soñamos: Un lugar donde comencemos a hablar acerca del camino que hemos recorrido, de nuestras historias, de nuestras luchas y defectos, y de nuestras experiencias dolorosas. Cuando hacemos esto nos unimos mucho más. Esta mesa nos unifica, convocándonos unos a otros a cumplir con nuestro llamado al ministerio del evangelio, llamándonos unos a otros a ser buenos administradores de nuestras posibilidades y recursos, pero también llamándonos unos a otros al arrepentimiento. El aspecto más importante es dónde tiene usted su corazón. ¿Está dispuesto a escuchar? Si sale de viaje y se topa con sufrimiento y pobreza y no se entristece, algo está mal. Debemos recalcar esto. Cuando uno se siente fuerte y poderoso, no escucha. Pero hay momentos de vulnerabilidad. Por ejemplo, si en Brasil usted es parte de una iglesia rica, de personas de clase media, al encontrarse con las personas pobres de las favelas se cuestionará por qué usted tiene mucho y ellos no. ¿Por qué ellos sufren y usted no? Si el evangelio está en su mente y en su corazón, le dolerá ver el sufrimiento de otros. Debemos reconocer también que dominamos a quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad y que no pueden decirnos que no, cuando les ofrecemos todos nuestros programas y recursos. Lo primero que debemos hacer es escuchar. Procure asociarse con personas que lo critiquen. Es muy peligroso asociarse únicamente con quienes desean sus recursos y que harán todo lo posible para hacerlo feliz con tal que usted esté allí. También necesita asociarse con personas que lo cuestionen y le formulen preguntas difíciles, para que así se entablen conversaciones reales. Procure establecer relaciones que perduren en el tiempo. En la medida de lo posible, las misiones de corto plazo deberían guardar relación con alguna clase de compromiso a largo plazo. En la historia de nuestra misión, los misioneros a los cuales verdaderamente valoro son aquellos que han optado por permanecer toda la vida'.

Y yo digo que de todo lo que hemos ido leyendo, nos podemos quedar con esos puntos básicos que, como cristianos, deberíamos tener bastante claros, o por lo menos estar trabajando en ello, para poder comer en paz en esa mesa que nos presenta un abanico de posibilidades.

En primer lugar, como dice otro de los autores que participa en la conversación, lo importante es saber quién es Dios y lo que quiere que seamos. Y que debemos tener claro que nosotros no hacemos la Misión, la iniciativa no es nuestra, no depende de nuestro cumplimiento, nosotros vivimos en la Misión de Dios. La misión es la vida en Dios. Y que en la Misión no actuamos para conseguir lo que el mundo llama buenos resultados, que es más importante la gente que Dios pone en tu camino; ¿han cambiado y han llegado a ser mejores personas?

¿Están creciendo más íntimamente en su relación con el señor, con otras personas y con el resto de la creación? También dice que eres responsable delante de Dios de tu organización misionera o humanitaria. ¿Se sujeta a la palabra de Dios? ¿Están basadas en la Biblia las estructuras y las políticas que se siguen? Esto va más allá de la responsabilidad profesional.  Y que el objetivo de relacionarnos es que nuestras vidas y la de los demás se vayan pareciendo más a la de Jesús. Esto implica conocernos más profundamente, estar dispuestos al sacrificio, a la ayuda mutua, y, como decía otro, concedernos el beneficio de la duda, respeto, perseverancia o resistencia cuando las cosas se ponen duras.

Si decidimos relacionarnos para construir algo, entendemos, 'esto no va a depender de si somos ricos o pobres, o de las culturas, o de las nacionalidades, o de las razas...'. Como dice la filipina Ruth Callanta: 'Cuando haces tu labor entre los pobres, llegan fácilmente los prejuicios y los estereotipos, a menudo a causa de una falta de experiencia y de relación.  Oyes decir que los pobres no son hábiles, no pueden arreglárselas con el trabajo, se aprovecharán de ti, lo destruirán todo, huelen. Por eso, los pobres se convierten en objeto de caridad. En cambio,  tenemos que comprender que los pobres están creados a la imagen de Dios. No son únicamente nuestros iguales, también somos co-creadores. Es una cuestión de corazón... estamos en nombre de los planes de Dios. ... Te conviertes en un sirviente... sirviente líder... sirviente líder visionario, pero no para obtener resultados... Para ser sirviente de Dios y de la comunidad... tu nombre único es el de Jesús...'.

En un mundo globalizado, como el de hoy, se acentúan las barreras económicas, raciales, religiosas, etc., haciendo difícil la convivencia, el subsistir diario; pues estás en medio de una sociedad cambiante, donde los cambios nos exigen adaptarnos a modelos que no se ajustan a los nuestros, que, como decíamos anteriormente, tienen como directriz el vivir en la misión de Dios.

Parece fácil dentro de una perspectiva cristiana, de discípulos de Jesús. Sin embargo, oímos voces que también dicen, por experiencia, que 'no llegamos a ninguna parte porque no conseguimos conocernos unos a otros como hermanos. El mundo quiere ver de los testigos del Evangelio, no es lo que hacen, sino lo que Jesús dijo: Por eso todos conocerán que sois mis discípulos, porque os amáis unos a otros'.

Se dice que trabajar juntos en la misión es algo complicado por la globalidad y la diversidad de personas, pero Ruth comenta que 'esencialmente, es una cuestión de corazón. Si lo reducimos a lo básico, sólo estás tú, el Señor y la otra persona. Juntos, estamos delante del Señor'.

También podemos resaltar la voz que dice que 'construir es responsabilidad de todos'. Y que 'somos co-iguales, co-creadores; y que somos llamados a ser siervos juntos'.

Las piezas del puzzle están sobre la mesa desde que oímos el Sígueme y vamos detrás, arrastrándonos a veces, pero vamos, lamiendo el polvo si es preciso, pero vamos... Conseguir que todas encajen cuesta, pero vamos, que no es poco...".

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