La mota de nube

Y el profeta sigue orando. Sin descanso. Sin dudar. Sin cuestionar a Dios. Con fe. Con persistencia. Con la certidumbre de que la respuesta vendría.

18 DE FEBRERO DE 2017 · 22:15

,

Paulo Coelho en su novela “La quinta montaña” (1996), hace una pintura del profeta Elías que nosotros, acostumbrados a la escueta descripción que nos da la Biblia de sus personajes, encontramos excitante.

Lo proyecta como un ser humano común y corriente aunque investido de un poder sobrenatural provisto por Dios.

Incluso sugiere una atracción amorosa con la viuda de Sarepta; una atracción amorosa que al cerrar el libro una vez leído, descubrimos que se trató, si acaso, de un amor platónico; que nunca se dijeron que se amaban ni menos que hicieran intento de un acercamiento físico.

Los personajes desaparecen de la historia dejando un grato sabor de sentimientos puros sazonados con algo de pasión simplemente natural.

Dios, que por ese entonces se encontraba en una batalla personal con el rey Acab y su esposa Jezabel, había cortado el suministro de agua… lluvia sobre Israel por espacio de tres años y medio.

Un día se comunica con su profeta para decirle que volvería a mandar lluvia pero que para eso, Elías tendría que orar. La oración, en este caso, era el sine qua non para que el propósito se cumpliera.

Sin argumentar, el profeta comienza a orar. Un día sí y otro también. Y con regularidad cronométrica manda a su ayudante que se asome, mire al cielo y vea por alguna nube que anticipe lluvia. ¿Un día? Nada. ¿Dos? Nada. «Tres? «Cinco». Todos los que usted quiera. Nada. Y el profeta sigue orando. Sin descanso. Sin dudar. Sin cuestionar a Dios. Con fe. Con persistencia. Con la certidumbre de que la respuesta vendría. Hasta que un día, el ayudante vuelve con noticias.

¿Ves algo, amigo mío? Sí, mi señor. Allá lejos veo una mota de nube. El profeta sabe que la respuesta viene. Y aquella mota de nube pronto se convierte en un cielo encapotado y este en un torrente que llena a la tierra de verdor, alimento y alegría. ¿No hay respuesta a la primera? ¿A la segunda? ¿A la doceava? Recordemos la mota de nube. La respuesta llegará. Como que Dios es Dios. (1 Reyes 18.)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El escribidor - La mota de nube