El precio de predicar el evangelio en el sureste asiático

Sin la cobertura y el apoyo de la iglesia, los cristianos clandestinos del Sureste Asiático transitan un camino solitario en su ministerio.

17 DE DICIEMBRE DE 2016 · 20:25

Una Biblia en el idioma malayo, abierta en Cantar de Cantares.,
Una Biblia en el idioma malayo, abierta en Cantar de Cantares.

Los cristianos de ciertos países del Sureste Asiático tienen la libertad de practicar su fe solo con la excepción de no alcanzar a los malayos, el grupo más amplio de personas en la tierra a las que se les requiere por ley ser musulmanes. Pero hay un pequeño remanente que ha escogido desafiar a la prohibición. Eso sí, su atrevimiento conlleva un precio. Esta es la historia de Miriam*.

Durante el interrogatorio, el agente golpeaba y pataleaba la mesa mientras gritaba con palabras abusivas a Miriam*. Le decían que se había metido en problemas por compartir a Cristo a musulmanes malayos. Le pidieron confesar el “crimen” y que diese los nombres de sus amigos misioneros y el de todos los cristianos de trasfondo musulmán que conociese. “No se los podía decir, así que me mantuve callada la mayor parte del tiempo. Pero me amenazaron, diciéndome que nunca más vería a mi esposo ni a mis hijos si no cooperaba”, explica Miriam. “Me cuestionaban continuamente por muchos días y noches, no me dejaban descansar para nada. También me impedían dormir”, añade.

Mientras recordaba el incidente, los ojos de Mariam* empezaron a llenarse de lágrimas. Se cubrió la cara con sus manos, como dispuesta a permitir que su dolor desbordara. Aunque el incidente pasó hace 15 años, el recuerdo se mantiene fresco.

 

PERSECUCIÓN, RECHAZO Y SOLEDAD

La policía y las autoridades religiosas musulmanas en estos países se mantienen siempre vigilantes ante la posibilidad de cualquier intento de los cristianos de alcanzar a musulmanes malayos con el Evangelio. Las leyes dictatoriales permiten al Gobierno detener a sospechosos sin ninguna garantía o limitación de tiempo, bajo el pretexto de hacerlo por la seguridad nacional.

 

Creyente no malayo junto a cristiano de trasfondo musulmán malayo se dan la mano en señal de apoyo.

En consecuencia, casi todos los pastores, líderes de iglesias y creyentes, excepto por un pequeño remanente valiente, se han distanciado de cualquier relación con los cristianos de trasfondo musulmán y con aquellos que trabajan en ministerios de cara a los musulmanes. Estos cristianos, junto a sus líderes, se enfrentan no solo al riesgo de ser perseguidos por el Gobierno, sino también al rechazo del resto del cuerpo de Cristo, la iglesia.

Sin la cobertura y el apoyo de la iglesia, los cristianos clandestinos del Sureste Asiático caminan un camino solitario en su ministerio. Pero en medio de la prueba, muchos han encontrado la fortaleza para continuar sirviendo a Jesús, quien siempre es fiel a sus promesas.

“Tuve que dejar mi iglesia para servir en el ministerio a los musulmanes ya que mis líderes no me permitían ayudar a los cristianos de trasfondo musulmán mientras sirviese en su iglesia”, comparte Edmund*, otro cristiano de trasfondo musulmán. “Decidí dejar la iglesia y confiar en Dios. Él cubrió todas mis necesidades financieras para que yo continuase sirviéndole en este ministerio”, añade.

 

EN EL AMOR NO HAY TEMOR

Se han hecho muchos esfuerzos para crear conciencia y animar a más cristianos a involucrarse en el ministerio hacia los musulmanes, pero las iglesias y los creyentes siguen sin tomar muchos pasos por los temores a las repercusiones.

Este año, sin embargo, en una conferencia de misiones patrocinada por Puertas Abiertas, Bill* (un cristiano de trasfondo musulmán) habló valientemente en su idioma natal malayo a los creyentes que asistieron. “Perdonadnos a nosotros, los malayos, por reprimir los derechos de las minorías cristianas. Nosotros también necesitamos la gracia salvadora de Jesucristo. Por favor, necesitamos vuestra ayuda para que los malayos puedan también oír el Evangelio”. Lo que habló tocó el corazón de muchos ministros cristianos no malayos que estaban allí. Algunos incluso rompieron a llorar y oraron con arrepentimiento en nombre de sus iglesias por darle la espalda a los cristianos de trasfondo musulmán y no estar dispuestos a ayudarles cuando han sido perseguidos.

 

Un creyente ora desde las Torres Petronas (Kuala Lumpur) por Malasia, uno de los países del Sureste Asiático en el que viven los malayos.

Esa noche marcó un comienzo humilde y quedan grandes desafíos por delante. No todo está perdido, según Edmund, quien ha estado trabajando entre malayos durante más de veinte años. Con una gran sonrisa, reconoce que “realmente, el precio y el temor no son nada comparados con el gozo y la recompensa de servir a Dios en este ministerio. Cuando tienes amor por los musulmanes, no piensas en las dificultades. Amas lo que haces. ¡Sientes gozo cuando los ves buscando a Jesús o cuando aceptan a Cristo como Señor y Salvador!”.

Es por casos como el de Edmund, una viva muestra de las dificultades que pasan los cristianos en diferentes zonas del mundo, que Puertas Abiertas se ha implicado en una campaña de recaudación de fondos a favor de los “cristianos clandestinos” a través de la plataforma Giving Tuesday. Puedes participar de la campaña hasta el 31 de diciembre en GivingTuesday.

*Nombres cambiado por razones de seguridad.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Clandestinos - El precio de predicar el evangelio en el sureste asiático