Restaurando portillos

Nunca podré olvidar aquellas terribles imágenes de familias separadas por el Muro y los años, de modo muy especial en Navidad.

19 DE NOVIEMBRE DE 2016 · 23:10

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“Donde quiera que el Señor haga algo nuevo, pone primero a Su pueblo a orar” Charles Spurgeon

“Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” Isaías 58: 12.

El Muro, para las personas que han vivido en Alemania Oriental desde hace bastante más de 50 años, eran las dos únicas palabras que necesitaban, para describir la barrera levantada el 13 de Agosto de 1961. Ese día señaló el comienzo de la construcción de un muro de cemento, que separaría Alemania Oriental de Alemania Occidental.

Nunca podré olvidar aquellas terribles imágenes de familias separadas por el Muro y los años, de modo muy especial en Navidad. Familias apartadas a la fuerza, alambres de púas, personas que se jugaban la vida por intentar pasar de un lado a otro y reunirse con los suyos; muchas veces, terminaban en la cárcel o dejando sus propias vidas en el intento.

Tengo el recuerdo de gente que sufría, llena de frío en época de Navidad, abrigos, mujeres con pañoletas, y aquellas velas encendidas llenas de un calor pobre, pero lleno de luz y lágrimas de dolor, pena y angustia en los ojos de muchos, en cuyos corazones casi reinaba la desesperanza.

Conforme iba pasando el tiempo, aquel muro se iba tornando infranqueable, lleno de hombres armados y alambres de púas, imposibles de trepar por ellos.

Creo que la mayoría de nosotros, recordamos las imágenes que dieron la vuelta a mundo en todos los medios de comunicación en el año 1989. El muro fue derribado, fue echado abajo y fue quitada para siempre la barrera que separaba de un modo tremendo a una misma nación, a hermanos y familias que habían llegado a convertirse en personas pertenecientes a dos naciones, separados, doloridos, algunos desconocidos… Otros inolvidables….

No puedo dejar de recordar las imágenes por televisión; familias y personas que se abalanzaban corriendo unas hacía las otras, buscándose, encontrándose, abrazándose entre mares de lágrimas y una alegría que no podían contener.

Llevo mucho tiempo pensando en las palabras de Isaías 58 que os he puesto al principio. La verdad, es que las llevo grabadas a fuego desde que era una niña y se las escuchaba a mi papá, refiriéndose a los muro que tendrían que ser destruidos entre personas que se dicen creyentes y que se supone que aman al Señor. ¡Hermanos contra hermanos!

Hoy, estas mismas palabras de la Escritura, dichas hace tantos años, vuelven con mucha fuerza a mi corazón. Yo sé que estamos viviendo los últimos tiempos y que el Señor regresa pronto a recoger a los suyos. El enemigo sabe que le queda ya muy poco, y lo que siempre ha existido, se multiplica por muchas cifras.

Podemos hablar de muros infranqueables ente hermanos, en ocasiones por cosas absolutamente ridículas. Problemas ente esposo y esposa, entre hijos y padres, padre e hijos, familia contra familia, hermanos de carne contra hermanos de carne.

En este punto siempre me acuerdo de alguien tan amado y recordado por mi y por tantos otros como lo era Dña. María San León, cuando yo era una niña…“El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar” Proverbios 18: 19.

Jamás olvidaré aquella lección en los campamentos infantiles de verano en la Iglesia de Castiñeiras. Nunca pude olvidarlo y está demasiado vívido en mis recuerdos.

Y hoy me pregunto, ¿Qué muros infranqueables existen en mi propia vida? ¿De qué modo le estoy dando lugar al diablo?..... ¿Hay alguien que está necesitando mi ayuda, para derribar algún muro en su vida que le está haciendo sufrir demasiado?...... Me encanta la expresión…Reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar….”

En esta misma noche quiero que eso se cumpla en mi vida, y allí donde exista algo tan grande y fuerte como un cerrojo de alcázar, un portillo que se ha derribado, un puente que se ha quebrado, una esperanza perdida, cualquier tipo de muro infranqueable…. Allí es donde quiero dejarme en las Manos benditas de mi Señor y derribar muros, restaurar portillos, calzadas, vallados….

¡Señor de mi vida! ¡Ayúdame a ser como tú! Derriba cualquier muro, calzada, portillo, vallado o cerrojo de alcázar que este bloqueando el flujo de tu Santo Espíritu en mi vida. Y ayúdame a poder ayudar a otros que pudieran necesitar de mi. Quiero ser barro fresco en tus manos. Úsame, mi Señor, para tu gloria y recíbela solamente Tú. En el Nombre de Jesús, Amén.

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