Descubriendo el poder de la palabra, ahora más que nunca

La lectura serena y reposada de la Biblia de forma continua nos produce una transformación espiritual e intelectual realmente impresionante.

17 DE SEPTIEMBRE DE 2016 · 21:25

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Por supuesto que no me estoy refiriendo al poder de las palabras en el sentido discursivo ni tampoco en el sentido persuasivo, me estoy refiriendo al poder transformador de la Palabra de Dios sobre aquellos que nos sentimos concernidos por ella.

Después de casi medio siglo leyendo y releyendo la Biblia y especialmente meditando en ella diariamente, uno se siente integralmente rejuvenecido en todos los sentidos; porque las Escrituras no suponen una retórica religiosa sin más, ellas nos revelan los propósitos de Dios a través de la historia, de forma simple y directa.

Me encanta una de las muchas descripciones que los Salmos nos ofrecen acerca del poder de influencia de la Palabra de Dios en la vida del creyente fiel: “La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Dios son rectos que alegran el corazón. El precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Dios son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.” Salmo 19: 7-10.

La lectura serena y reposada de la Biblia de forma continua nos produce una transformación espiritual e intelectual realmente impresionante, tal como les recuerda la carta paulina a los cristianos de la capital del imperio de la época: “…transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12: 2.

Esa metamorfosis, más que catarsis, se produce por la poderosa influencia que ejerce la Palabra de Dios tanto sobre nuestro consciente como sobre nuestro subconsciente, saturando la mente de conceptos y verdades liberadoras de patrones de pensamiento perturbadores y claudicantes. Su poder de influencia también santifica nuestra imaginación y produce visiones de la vida altamente positivas y esperanzadoras.

La Biblia es el libro de la Verdad, porque nos describe de forma simplificada las verdades más esenciales de la historia y de la naturaleza humana en su pura esencia. También es el libro máster de la vida, porque nos enseña a vivir conforme a la voluntad de Dios y nos ofrece principios y pautas perfectamente aplicables a los desafíos que nos deparan nuestras múltiples circunstancias.

Alguien ha dicho con buen criterio que la Biblia es un libro que nos lee a nosotros, y en cierta manera es así, porque es un libro vivo. Es como una espada de gran filo que nos penetra el alma y el espíritu y aun afecta benignamente a nuestra parte somática. La Palabra de Dios es como un escáner que penetra en lo más profundo de nuestro ser, apela a nuestra conciencia y nos redarguye de nuestros errores con la bendita influencia del Espíritu Santo.

Reconozco que también se podría convertir en una auténtica tragedia espiritual el considerar la Palabra de Dios como un simple manual de alta teología, porque entonces se cumpliría aquel dicho bíblico que expresa: la letra mata… Cuando estamos bajo la influencia de la Palabra Viva de Dios es Él mismo quien nos habla al corazón y a nuestra conciencia, porque la Palabra no es una emanación de Dios, la Palabra es Dios mismo en toda su intensidad, hablándonos a lo profundo de nuestro ser de forma viva y eficaz.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Descubriendo el poder de la palabra, ahora más que nunca