¿Cómo ayudar al que sufre?

Acercarse a otros para ayudarles puede ser una parte importante del proceso de tu propia curación emocional.

11 DE SEPTIEMBRE DE 2016 · 13:55

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Ahora mismo puede que estés abrumado por el dolor. Solo el pensar en tratar de ayudar a otro puede parecer imposible. Sin embargo, a medida que recibas el consuelo de Dios, estarás preparado para consolar (2 Corintios 1). De hecho, acercarse a otros para ayudarles puede ser una parte importante del proceso de tu propia curación emocional.

O tal vez hayas leído este librito con la esperanza de ayudar a un amigo o a un ser querido. Las sugerencias que se hacen aquí están diseñadas para ti también.

Ayudar a otros es arriesgado. Nuestra ayuda puede no ser bienvenida. Es posible que a veces digamos cosas erradas, pero debemos tratar de ayudar. La parábola de Jesús del buen samaritano (Lucas 10:25-37) nos recuerda que somos responsables de ayudar a las personas que sufren con quienes nos encontramos en el camino. He aquí algunas sugerencias:

  • No esperes a que otra persona actúe primero.
  • Está presente con el que sufre, si es posible, y tócale la mano o abrázalo apropiadamente.
  • Concéntrate en las necesidades de los que sufren y no en tu propia incomodidad por no tener las respuestas adecuadas.
  • Permíteles expresar sus sentimientos.

  • Entérate de sus problemas.
  • No finjas que tú nunca sufres.
  • Sé breve.
  • Evita decir cosas como: “No deberías sentirte así” o “ya sabes lo que tienes que hacer”.

Sin embargo, a medida que recibas el consuelo de Dios estarás preparado para consolar.

  • Asegúrales que vas a orar por ellos.
  • ¡Ora! Pídele a Dios que te ayude a ti y a ellos.
  • Manténte en contacto.
  • Ayúdales a deshacerse de una falsa culpa asegurándoles que el sufrimiento y el pecado no son gemelos inseparables.
  • Ayúdales a encontrar perdón en Cristo si sufren a causa de un pecado, o si se hacen conscientes de algún pecado mientras reflexionan en su vida.
  • Exhórtales a que recuerden la fidelidad de Dios en el pasado.
  • Concéntrate en el ejemplo de Cristo y en su ayuda.
  • Recuérdales que Dios nos ama y cuida de nosotros, además de tener el control de todo.
  • Exhórtalos a que vivan un día a la vez.
  • Exhórtalos a buscar la ayuda que necesitan (amigos, familiares, pastor).
  • Ayúdalos a darse cuenta de que cuesta tiempo salir adelante con los problemas.
  • Recuérdales el amor pastoral de Dios (Salmo 23).
  • Recuérdales que Dios tiene control de todo el universo, tanto de los acontecimientos grandes como de los pequeños de la vida.
  • No ignores sus problemas.
  • No seas artificial intentando “subirles el ánimo”.
 Sé auténtico.
  • Sé el amigo que eras antes de los problemas.
  • Muéstrales el amor que quisieras que otra persona te mostrase a ti en la misma situación.
  • Aprende a escuchar.

  • Reconoce cuánto sufren.
  • Dales tiempo para sanar.
  • No apresures el proceso.

Dios tiene control de todo el universo, tanto de los acontecimientos grandes como de los pequeños de la vida.

 

4. Mejor que respuestas

Clamamos por respuestas completas. Dios se ofrece a Sí mismo en lugar de ellas. Y eso es suficiente. Si sabemos que podemos confiar en Él, no necesitamos explicaciones completas. Es suficiente saber que nuestro dolor y sufrimiento no carecen de sentido. Es suficiente saber que Dios sigue gobernando el universo y que sí se preocupa por nosotros individualmente.

La mayor evidencia de la preocupación de Dios por nosotros se puede hallar mirando a Jesucristo. Dios amó a nuestro afligido mundo de tal manera que envió a su Hijo a agonizar y a morir por nosotros, para liberarnos de ser sentenciados a una tristeza eterna (Juan 3:16 18). Gracias a Jesús, podemos evitar el peor de todos los dolores: el dolor de la separación de Dios… para siempre. Y, gracias a Cristo, podemos sobrellevar hasta la peor de las tragedias en el presente debido a la fortaleza que Él pone en nosotros y a la esperanza que pone delante de nosotros.

El primer paso para salir adelante de manera realista con el sufrimiento es reconocer que sus raíces están en el problema universal del pecado. ¿Has reconocido cuánto sufrió Jesús en la cruz por ti para liberarte de la pena por el pecado? Coloca tu confianza en Él. Recibe el regalo de su perdón. Solo en Él hallarás una solución duradera al problema del dolor en tu
 vida y en el mundo.

 

 

(Artículos extraídos y adaptados del librito Why Would a Good God Allow Suffering, escrito por Kurt de Haan y publicado por Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre diferentes temas aquí.

El link para la descarga de este librito en concreto es este.

Si deseas más información, puedes escribirnos a [email protected].

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Intimidad con Dios - ¿Cómo ayudar al que sufre?