Un solo Creador de infinitos mundos

Esta hipótesis del multiverso pretende eliminar la pregunta sobre cómo es posible que se dé un ajuste fino de las constantes del cosmos tan altamente improbable, así como la consiguiente conclusión teísta.

14 DE AGOSTO DE 2016 · 16:50

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Según el físico Stephen Hawking: “Mucha gente a lo largo de los siglos ha atribuido a Dios la belleza y la complejidad de la naturaleza que, en su tiempo, parecían no tener explicación científica. Pero así como Darwin y Wallace explicaron cómo el diseño aparentemente milagroso de las formas vivas podía aparecer sin la intervención de un Ser Supremo, el concepto de multiverso puede explicar el ajuste fino de las leyes físicas sin necesidad de un Creador benévolo que hiciera el universo para nuestro provecho”.1 De manera que, en opinión de este divulgador británico, si el modelo cosmológico del multiverso es cierto, la creación y el propio Dios pierden fuerza o resultan del todo innecesarios para explicar el mundo.

Bien, lo primero que puede decirse es que si Darwin y Wallace levantaran hoy la cabeza, después de los múltiples descubrimientos realizados en las células y especialmente acerca de la información del ADN, muy probablemente se replantearían la noción de “diseño aparente” en la naturaleza. Aunque las opiniones religiosas de Darwin cambiaron con el tiempo hacia el agnosticismo, nunca quiso que se le considerara ateo ni veía incompatibles la teoría de la evolución con la fe en un Dios creador. Mientras que Alfred Russell Wallace, quien descubrió independientemente de Darwin la teoría de la selección natural, creía también que cada ser vivo evidenciaba la grandeza del Creador.2 Dicho esto, ¿qué se puede afirmar del modelo del multiverso? ¿se basa también en argumentos sumamente endebles o, por el contrario, destierra definitivamente a Dios de su creación?

Que la concepción del multiverso, o de múltiples universos existentes, sea científica es algo que no todos los físicos aceptan, ni siquiera algunos que se definen como ateos o agnósticos. En este sentido, el físico y filósofo ateo, Martín López Corredoira -investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias- dice: “Algunos, jugando a ser dioses en miniatura, se deben de creer que hacer física es lo mismo que jugar con las matemáticas. Universos de treinta y dos dimensiones o masas negativas, o agujeros de gusano, o viajes en el tiempo…; en fin, todo un zoológico de animales fabulosos creados para especular sobre nuestro universo y el de más allá. Aclaro que yo soy científico, pero no de esta ralea, para que no me confundan…; (…) Para mí, como empirista, (…) algo que nunca se ha visto ni probado es que las constantes de la física puedan tomar valores distintos de los que se conoce que poseen ‘en este universo’.”3 De manera que la hipótesis del multiverso dista mucho de ser unánimemente aceptada por el propio estamento científico.

Además, esta idea de que si existieran infinitos universos cualquier cosa que pudiera ocurrir lo haría en alguno de ellos, no tiene por qué eliminar la necesidad de Dios. ¿Por qué tiene que ser Dios o el multiverso? ¿Acaso el Ser Supremo omnipotente no podría crear todos los universos que quisiera? Se trata, por tanto, de un falso dilema ya que desde el punto de vista racional, el concepto de multiverso no tiene por qué excluir a Dios. El supuesto multiverso seguiría siendo un objeto físico ordinario y, como tal, requeriría una causa para su origen que sólo podría ser un Creador trascendente.

Es evidente que esta hipótesis del multiverso pretende eliminar la pregunta sobre cómo es posible que se dé un ajuste fino de las constantes del cosmos tan altamente improbable, así como la consiguiente conclusión teísta. Sin embargo, en mi opinión, semejante hipótesis constituye una auténtica falacia ya que apela a una entidad (el multiverso) inaccesible para la investigación humana, ya que está más allá del universo conocido. Con el fin de explicar la exquisita precisión de las constantes físicas, se inventa matemáticamente una entidad ficticia que permita hinchar los recursos probabilísticos, de tal manera que hagan posible explicar ciertos sucesos por azar. Y después, se supone que ya estamos justificados y autorizados para dar razón mediante el azar de dichos sucesos. No obstante, el punto débil de todo este razonamiento es que no aporta ningún tipo de evidencia independiente de las entidades que propone. Más bien es al revés. Existe abundante evidencia independiente de la otra explicación alternativa al azar, que es precisamente la del diseño inteligente.

Por otro lado, el misterio de que el universo sea comprensible y ordenado desde el punto de vista matemático es, ya de por sí, una evidencia que conduce a la necesidad de un Hacedor del mismo. Es más, incluso aunque las leyes físicas hubieran surgido de un fondo caótico, del multiverso que proponen algunos, o de cualquier otro todavía por conocer, cada uno de tales modelos seguirían implicando que la teoría matemática de la probabilidad se puede aplicar coherentemente al mundo. Como dicha teoría es tan racional como cualquier otra que proceda del ámbito de las matemáticas, lo que se estaría poniendo de manifiesto, una vez más, es la misteriosa racionalidad del universo. Lo cual, también deja abierta la puerta a la competencia de la teología natural.

En resumen, la teoría del multiverso no pertenece propiamente al ámbito de la física sino más bien al de la metafísica. No existen suficientes evidencias científicas para creer en ella. Sin embargo, la explicación alternativa que propone la existencia de un Dios creador que lo ha diseñado todo, tal como lo vemos y se ha creído siempre, es mucho más económica y elegante. Desde luego también es una solución metafísica, pero que cuenta además con el respaldo de la revelación escritural.

 

1 Hawking, S. W. & Mlodinow, L., 2010, El gran diseño, Crítica, Barcelona, p. 187.

2 Rañada, A. F., 1994, Los científicos y Dios, Nobel, Oviedo, p. 196.

3 Soler Gil, F. & López Corredoira, M., 2008, ¿Dios o la materia?, Áltera, Barcelona, p. 38.

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