¿Es el Lutero ecuménico el verdadero Lutero?

El libro de Kasper es una tentativa de salvar a Lutero de sí mismo y facilitar su retorno simbólico a la Iglesia Católico Romana, dejando caer sus enseñanzas de la gracia sola, la sola Escritura y sólo Cristo.

06 DE AGOSTO DE 2016 · 17:20

Martin Luther,
Martin Luther

A medida que se acerca el 500º aniversario de la Reforma Protestante, no es sorprendente encontrar libros que desean ofrecer descripciones naturales de la teología y del legado de Martín Lutero. ¿Quién fue este hombre? ¿Cuál fue su mensaje entonces y como lo entendemos cinco siglos más tarde?

El reciente volumen de Walter Kasper sobre Lutero (en alemán: Martin Luther. Eine ökumenische Perspektive [una perspectiva ecuménica]; en italiano: Martin Lutero. Una prospettiva ecumenica) es una valiosa contribución al debate permanente sobre la significancia teológica e histórica de los principios de la Reforma.

El Cardenal Kasper es uno de los teólogos vivos más autoritativos de la Iglesia Católico Romana y es sumamente apreciado por el Papa Francisco a causa de su obra sobre la teología de la misericordia, el centro del pontificado de Francisco. Desde que Kasper fue presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de 1999 hasta 2010, su análisis de Lutero también vale la pena leerlo porque da voz a evaluaciones y preocupaciones ecuménicas generalizadas.

 

Interpretación dialéctica

El libro de Kasper enfoca la lejanía de Lutero con respecto a nuestra cultura contemporánea. A partir de la introducción y de forma progresiva Lutero es presentado como un ser “desconocido” para la opinión pública moderna. Muy pocas personas entienden hoy en día sus preguntas existenciales enmarcadas en el lenguaje del pecado, una conciencia culpable y el miedo al juicio divino. Aquellas categorías teológicas y las controversias sobre las mismas parecen “irrelevantes” actualmente. Son temas “anticuados” que proceden de un carácter démodé inmerso en el misticismo medieval y las polémicas anti-escolásticas. Sin embargo, según Kasper, Lutero estuvo luchando con la “cuestión de Dios” con sus propias formas y patrones. El está anticuado pero sus preocupaciones básicas son perennes. Tienen que ser decodificadas en gran medida con el fin de estar representadas de una manera más agradable y sean finalmente apreciadas.

La interpretación de Lutero por Kasper es, por consiguiente, dialéctica: por una parte, Lutero parece estar muy lejos y con la necesidad de un filtrado significativo para tratarle; pero por la otra Lutero hace las preguntas vitales, siempre y cuando uno entienda lo que dice. Hay alguna verdad en esto, por supuesto. Como en el caso de cualquier carácter histórico, Lutero pertenece a un mundo remoto y hay que construir puentes culturales para encontrarle. El Cardenal, no obstante, parece distanciar al lector para que se acerque a Lutero con sus propios términos alentándole a aplicar una interpretación deconstructiva que moderará al reformador alemán y le hará más próximo a nosotros, los occidentales postmodernos. La impresión es que Lutero necesita ser liberado de sus fronteras idiosincráticas y esto es algo que una reinterpretación ecuménica de su persona puede ayudar a hacer.

Kasper sugiere muchas observaciones preventivas para encontrarse con Lutero, quizás demasiadas para permitir a Lutero que hable por sí mismo. Por ejemplo, ¿estamos seguros que las preocupaciones de Lutero (el pecado, la culpa, el juicio y por tanto la gracia, la fe y el Evangelio) pertenecen a un bagaje enterrado teológicamente que es necesario poner al día con estándares actuales más acogedores? ¿No estaba Lutero redescubriendo las verdades bíblicas que eran confusas en el cristianismo medieval, pero que son centrales para la fe cristiana de todas las épocas? Por último, la cuestión en juego está en si Lutero tiene o no que ser rescatado de sí mismo para que le oiga la iglesia y el mundo. Kasper parece oponer el Lutero “malo” confesional al Lutero “bueno” ecuménico. ¿Es ésta una forma justa de llegar a un acuerdo con Martín Lutero?

 

¿Reforma o Nueva Evangelización?

Después del Vaticano II (1962-1965) en los eruditos católico romanos que estudian sobre Lutero se ha visto un significativo cambio de perspectiva. Durante siglos se le culpó de todos los posibles males teológicos (p.e. ser hereje y esquemático) y fracasos personales (p.e. propenso a la embriaguez y acoso a las mujeres). Desde la obra de los historiadores de la iglesia como Joseph Lortz, Lutero ha sido levemente apreciado como un sincero reformador que trágicamente ha ido por mal camino. Actualmente, los eruditos consideran a Lutero como un chico rebelde de la iglesia, con tal de que sean eliminados de su obra todos los elementos protestantes de línea dura. También Walter Kasper está convencido de esto.

De acuerdo con el Cardenal, Lutero pertenece a una nube de testigos que a través de los siglos han buscado introducir medidas de renovación en la iglesia. Kasper menciona a S. Francisco de Asís como uno de ellos, precediendo a Lutero, aunque el reformador alemán fue más lejos de manera dramática. Con su doctrina del sacerdocio de todos los creyentes socavó la estructura sacramental de la iglesia. Con su insistencia sobre la primacía de la gracia rompió su teología del optimismo del humanismo cristiano. En lugar de ejercitar la paciencia y soportar el largo sufrimiento, Lutero cambió una situación de emergencia de las tensiones dentro de la iglesia en una condición ordinaria de separación y controversias. El resultado fue el cisma y el comienzo de una época confesional fracturada que ahora necesita superarse en la era ecuménica. La pregunta es: ¿Las cuestiones fundamentales de Lutero han sido establecidas para moverse del conflicto a la comunión?

Kasper está convencido de que si Lutero apareciera hoy apoyaría la Nueva Evangelización en la que la Iglesia Católico Romana está comprometida, o sea, el intento de llamar a los bautizados pero no a los practicantes católicos de vuelta a la Iglesia, reafirmando así el cuerpo tradicional de las enseñanzas y prácticas católicas. El libro es una tentativa de salvar a Lutero de sí mismo y facilitar su retorno simbólico a la Iglesia Católico Romana, dejando caer sus enseñanzas de la gracia sola, la sola Escrituran y sólo Cristo. La Nueva Evangelización es el programa re-envasado católico romano de renovación interior que ha absorbido algunos aportes de la reforma mientras rechaza su principal punto de vista doctrinal. ¿Aceptaría Martín Lutero este trato? Puede que el libro hable más de Kasper y de las actuales reinterpretaciones de la historia católico romanas que de Lutero y su permanente llamado a recuperar el Evangelio de Jesucristo.  

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