Compromiso y sacrificio

Repienso mi entrega personal a Cristo, si sus efectos son evidentes allá donde me muevo: casa, iglesia, sociedad.

30 DE JULIO DE 2016 · 17:55

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Siempre decimos que la Palabra es viva, y quien se alimenta diariamente de ella lo puede comprobar. Es como si descubrieras algo nuevo cada día. Como si la leyeras con ojos nuevos. ¡Es eso! Ojos nuevos, si vamos avanzando en nuestro peregrinaje cristiano. Te vas adentrando en las profundidades de ella, en su esencia. La convicción es más fuerte. Te retrotraes a los albores del Nuevo Testamento, cuando les decía a los discípulos, aunque no sé si en ese momento eran conscientes de ello: …  Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros…  Y que Él mismo tendría que humillarse, callarse, dejarse azotar, que le insultaran, que lo juzgaran, que murmuraran; que el poder, la soberbia, la ambición y la maldad de este mundo se enseñorearían por un momento; de Él, del mismísimo Jesús, el Hijo de Dios… El que no tenía pecado. He leído y releído estos pasajes y me digo: ¡Ojo! Para, piensa, reflexiona, ¿eres consciente de todo esto? ¿Estás siguiendo el modelo de Jesús? ¿Necesitas de una nueva Reforma? Prometió ir a preparar grata morada, pero antes tienes que prepararte para la selectividad, tienes que sudar, currar. Y eso exige compromiso y sacrificio.

Y repienso mi entrega personal a Cristo. Debo revisar si la transformación ha seguido su curso lógico. Si sus efectos son evidentes allá donde me muevo: casa, iglesia, sociedad. Recuerdo el “pórtense de tal modo que se vea que han cambiado”. Sigo revisando y sólo leo: …vino para servir…; …de tal manera amó…; puso su vida en rescate…; niéguese a sí mismo… poner nuestras vidas por los hermanos...; vende y repártelo…; sígueme… que los muertos entierren a sus muertos…; para que sean perfeccionados en unidad…  No, digo, no me prometió la panacea, un club social lleno de confort, trabajo sin oposición, un banco, buen oído y ofrenda dominical. Hay más, mucho más, y no quiero perderlo. Reviso una a una las parábolas, imagino un modelo con su lema:  Como mi padre me envió, así os envío. Imagino su programa sin presupuesto, un cronograma de tres años, o sea, a mediato plazo; no había tiempo para el tal vez, ya veré, si no llueve.... Sin preocupación por calcular una tasa interna de retorno de antemano que garantizara la viabilidad del mismo. Sin estrujarse el cerebro para conseguir infraestructura para entrenar a su equipo. Actuó con lo que tenía a mano, solamente con pasión por hacer la voluntad de su Padre, dispuesto a dar su vida, a ser solidario; juntarse con lo más vil; consciente de que su misión era integral: tenía que repartir peces, pero también Pan de vida. El reto para mí está puesto en bandeja. Éste es mi momento y no quiero perderlo. Él pagó un alto precio.

Tejares, 2010, 2016

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