Amigo eterno

Mi hermano y amigo de tantos años, se me empañan los ojos de lágrimas al pensar en ti y en todos los momentos vividos juntos.

22 DE JULIO DE 2016 · 17:50

Fran, Dámaris y Claudia.,
Fran, Dámaris y Claudia.

In memoriam dedicado a Fran Otero, amigo para siempre 

“No es cuestión de añadir años a la vida; sino de añadir vida a los años”

“… Dijo Jesús, Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi, aunque esté muerto vivirá” S. Jn. 11: 25.

 

Mi querido Fran:

Y digo bien, porque las personas a las que se les quiere profundamente, por un lado viven para siempre muy adentro de nuestro corazón. Y por otro mucho más importante, todo aquel que un día entregó su vida en las manos del Autor de la misma, no morirá eternamente. ¡Sí!, ya sé que de momento, aún no tienes un cuerpo glorificado, ni un nombre nuevo, ni vestiduras resplandecientes…. Habrá que esperar al Arrebatamiento y a todos los acontecimientos futuros en el cielo. Pero la Biblia asegura, “Ausentes del cuerpo, presentes al Señor” Así que, desde esta misma mañana, en la que nuestro Dios te llamó a Su Presencia, de algún modo estás vivo y delante de Él.

¡Sí mi querido Fran! Mi hermano y amigo de tantos años, se me empañan los ojos de lágrimas al pensar en ti y en todos los momentos vividos juntos, en la salud, en la enfermedad…..

No recuerdo cuando nos conocimos, hace demasiados años. Pero si recuerdo lo que mas me llamó la atención de aquel precioso niño, tus ojos profundamente oscuros, serenos, tranquilos, sonrientes y llenos de paz. Tus ojos hablaban por si solos, aún cuando ya tus labios no podían hacerlo.

Ayer al mediodía, cuando Timoteo y yo te visitábamos por última vez, en las mentes de todos nosotros, incluso en la tuya, estaba lo que todos sabíamos, tu partida estaba muy cerca. Pero, todos intentábamos mantener la compostura y la normalidad, aunque los ojos de cada uno de nosotros estaban llenos de lágrimas y yo, que procuro atesorar en mi corazón todas las cosas buenas, te hablaba de momentos tan felices vividos hace tantos años….

¿Recuerdas aquella preciosa camiseta marinera que lucías cuando cantamos aquello de… “Misionero que vas a cumplir tu misión….”? ¡Qué guapo estabas querido Fran! Con tu guitarra, todas nuestras voces a las que no les importaba lo más mínimo la calidad de los micrófonos, si es que los había.

¿Y cuando ganamos aquel concurso de la canción evangélica en Galicia? Ya me pierdo un poco, pero creo que era una canción de  Kenny Rogers que  nos encantaba a todos. Tú adaptaste la música y yo la letra al castellano ¡No sé cómo tuvimos valor! Pero ganamos, maravillosos recuerdos….

Y un día, cuando nadie lo esperaba, fuimos a visitarte al hospital, estuviste unos cuantos días ingresado para observación. El diagnóstico fue tan inesperado como impresionante, Una ELA, una Esclerosis Lateral Amiotrófica de la que te pronosticaban un año como mucho.

Jamás he visto a nadie aceptar con tanta paz algo tan duro, tenías treinta años, Dámaris y tú teníais una maravillosa niña de cinco meses, la preciosa Claudia,  y cuando era lo mejor de la vida, Dios permitió algo que no sé como calificar.

Muchas veces nos pensamos que el ser cristiano y el demostrarlo, consiste en nuestra asistencia fiel a las reuniones o cosas similares, eso es necesario….. Pero el verdadero cristiano, lo demuestra cuando ocurren cosas así, y tú hiciste buena gala de ello.

Muchas veces te he dicho en entrevistas de radio y demás, que siempre que pensaba en ti, recordaba las preciosa frase de Francisco de Asís, “Predica el Evangelio en todo momento, y si es necesario, utiliza palabras”.

Así de literal mi querido Fran, cuando podías hablar y cuando no podías hacerlo, el ejemplo de tu vida era -como diría el Apóstol Pablo-  como una carta abierta en la que todos podían leer a Cristo.

Tengo tantos recuerdos de ti, que no cabrían en un libro, todos son hermosos y hoy hacen llorar a mi corazón; pero el más grande de todos ellos, es el de tu propia vida, atravesando todas las terribles etapas de la enfermedad sin una sola queja, y luchando como un jabato para ayudar a todos los que te necesitaban. No es momento de recoger todos tus logros, que fueron muchísimos y de formas maravillosas. Pero me queda un último recuerdo que hace que se me encoja el alma.

Hace algún tiempo se daban en nuestra ciudad, A Coruña, unos premios en el Teatro Colón, el más importante y mítico de ella. Estaba lleno a rebosar, y desfiló mucha gente importante. Cuando saliste tú a recoger el premio, con Dámaris a tu lado y hablando a través de un monitor, el teatro en pleno se puso en pie y aplaudió durante muchos minutos, creo que no hacen falta más palabras.

Y hablando de Dámaris, tu preciosa, infatigable y maravillosa compañera, no puedo dejar de reconocer su amor por ti, su sabiduría y entereza, simplemente, es una mujer extraordinaria.

Y hoy donaste tu cuerpo a la ciencia, para ayudar a la investigación contra esa maldita enfermedad, y con tu muerte, sigues ayudando a otros. Estoy segura de que unos cuantos cuestionarán esta decisión, tal vez no se acuerden que a la hora de la Final Trompeta, cuando llegue el Arrebatamiento, estén donde este cada, ni sé lo que de ti o de cualquiera de los que somos hijos de Dios, se levantarán y se juntará, entonces será el momento en que llegues al cielo totalmente, y tu cuerpo sea glorificado, ¡glorificado Fran!  Y ya no más silla de ruedas, ni monitor, ni ordenador por el iris, ni nada de nada…. Y luego vendrán las vestiduras resplandecientes ante el Trono, el nombre nuevo, la piedrecita blanca y todo lo demás. Entonces, no sé de que modo, nos volveremos a encontrar para estar todos juntos por toda una eternidad, celebrando las Bodas del Cordero y todo el resto.

Tengo que terminar, y quiero hacerlo con dos cosas. La primera es recordando tu texto de la Biblia favorito:

“El Eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos”

                             Deut. 33:27.

La  otra es compartiendo una preciosa canción, es sencilla, pero dice una verdad maravillosa que tú has experimentado a lo largo de todo tu caminar. Yo lo experimento cada día de mi vida, y deseo que cada uno que la pueda escuchar lo pueda vivir también, “Tengo un amigo eterno”, nuestro amado Señor Jesús.

 

¡Hasta muy pronto mi querido Fran! ¡¡MARANATHA!!

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