Manuel Aguas: de sacerdote católico romano a precursor del protestantismo en México, el libro

Manuel Aguas es un vértice en la vida del protestantismo mexicano. Es un punto de llegada y, al mismo tiempo, de partida.

16 DE JULIO DE 2016 · 17:55

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Recibí los primeros ejemplares de mi nuevo libro con emoción. El proceso de investigación fue arduo. Debí escribirlo entre varios otros deberes en los que me ocupo para obtener ingresos económicos. El libro está dedicado a mi esposa, compañera de múltiples andanzas y visiones compartidas, Barbara Lou Byer Clark. La obra tiene 520 páginas. Reproduzco el prefacio del volumen:

Manuel Aguas es un vértice en la vida del protestantismo mexicano. Es un punto de llegada y, al mismo tiempo, de partida. De llegada porque antes de él se desarrolló un proceso de cinco décadas por tratar de situar en el país, tanto ideológica como físicamente, una creencia religiosa distinta del catolicismo romano: el protestantismo. Y es un punto de partida ya que su corto, pero muy fructífero ministerio como predicador y pastor evangélico, marcó un importante impulso para el conjunto de la nueva fe en México.

Por la anterior, nos hemos propuesto documentar las crecientes oleadas de pensamiento que pugnaron por la tolerancia de cultos en el país. En este recorrido encontramos personajes que lidiaron con el férreo control de las ideas y su manifestación, contra el modelo político, social, cultural y religioso heredado por los tres siglos de la Colonia española. 

 

Manuel Aguas: de sacerdote católico romano a precursor del protestantismo en México, el libro

En los años finales del dominio ibérico, y los primeros de la Independencia, la Iglesia católica romana encuentra acomodo en el régimen para que sus privilegios queden intactos. Ante los cambios en España, esa institución se moviliza para que en México no tengan lugar transformaciones lesivas a su predominio en todos los órdenes. Promueve incansablemente la idea de que sería nocivo para la nueva nación permitir la tolerancia de cultos. Entre la clase política dirigente y la intelectualidad de aquel tiempo es incuestionable el férreo predominio religioso y cultural que  ostentaba la Iglesia católica.

Por distintas veredas y caminos, la propuesta de tolerancia religiosa y la de libertad de cultos van ganando terreno entre distintas capas de la población, particularmente en algunas zonas de los sectores ilustrados y letrados que vierten sus ideas en el periodismo y la militancia política.

Paulatinamente, no sin obstáculos y hostilidad en su contra, pequeñas células de cristianos que ya no son católico romanos encarnan en diversas partes del país lo que antes fue mera idea: la creación de una alternativa religiosa, social y cultural, el protestantismo. En su favor cuenta el gran cambio que significa en la historia de México el triunfo del liberalismo juarista. Éste facilita, como veremos, la emergencia de disidencias ya existentes, a la vez que las fortalece y posibilita su existencia legal.

El ex sacerdote dominico Manuel Aguas (1826/1830-1872), entonces, no surge en un vacío social, ni la suya es nada más una heroica gesta personal. Aunque es cierto, por otra parte, que en su persona confluyen características que le dan un perfil singular y le llevan a enfrentar, como nadie antes lo había hecho en México, a la Iglesia romana. En tal enfrentamiento tiene lugar su vigorosa defensa en favor de comunidades evangélicas y su pleno derecho a existir cobijadas por las leyes juaristas.

Encendido orador y combativo escritor, Aguas ensancha el camino para el conjunto del protestantismo mexicano, y no nada más para su propia agrupación. Su gesta tuvo reconocimiento de quienes conformaban, junto con él, las nacientes iglesias evangélicas en México. En las décadas posteriores siguieron reproduciéndose sus escritos y, de alguna manera, hubo vías de continuidad de lo que fue su enfrentamiento con la jerarquía de la Iglesia católica. 

Es hacia principios de la segunda mitad del siglo XX cuando la lid y obra de Aguas entra en las penumbras del olvido. Las iglesias protestantes de diversas denominaciones, que en sus periódicos y revistas antes daban espacio a la memoria de Manuel Aguas, lo dejan de lado hasta que queda prácticamente invisibilizado para las nuevas generaciones.

Estudios sobre la gestación en el siglo XIX del protestantismo mexicano, realizados a  partir de fines de los ochenta del siglo pasado, recuperan su contribución o por lo menos mencionan datos que le sitúan como protagonista en el enraizamiento del cristianismo evangélico en el país. 

La presente investigación, que solamente pretende ser un esfuerzo para contextualizar los escritos de Aguas que hemos reunido, busca rescatar la vida y obra de un personaje clave para la historia de las iglesias protestantes/evangélicas en  el país. La de Aguas es una herencia oculta por el desconocimiento de la historia dentro del mundo protestante mexicano. Si en algo ayudamos a visibilizarla, entonces las extensas, pero fascinantes, jornadas que dedicamos a estudiar numerosas publicaciones decimonónicas, tendrán un provecho mayor al ya logrado en mi persona.

 

Carlos Martínez García, con su libro. / Sandra Martínez Byer,

Hago una nota aclaratoria sobre la forma de referirme a la institución religiosa predominante en México. Su nombre oficial es Iglesia católica, apostólica y romana. Con razón se inconforman los integrantes de otras iglesias cristianas, al considerar que las suyas son también iglesias católicas y apostólicas, pero no romanas, aun cuando por todas partes se usa exclusivamente el nombre Iglesia “católica” para señalar a la organización religiosa con sede en Roma. Si en algunas partes uso el apelativo Iglesia católica como sinónimo de la que también se considera apostólica y romana, no es porque yo desconozca la catolicidad y apostolicidad de otras confesiones (¿quién soy yo para hacerlo?), sino por simple economía del lenguaje. 

Cuando el trabajo de escribir este libro estaba a punto de naufragar, vinieron en su rescate herederos confesionales directos de Manuel Aguas. Por los años en que Aguas vivió, su movimiento fue conocido como la Iglesia de Jesús, más tarde renombrada Iglesia Episcopal de México, y hoy conocida con el nombre de Iglesia Anglicana de México. Fue el actual obispo de ésta última, Carlos Touché-Porter, quien obtuvo los fondos necesarios para que yo pudiese dedicar tiempo a concluir la investigación y redactar sus resultados. Además del apoyo brindado, me beneficié de muchas y amenas conversaciones con el obispo Touché, y de su conocimiento histórico sobre los orígenes del protestantismo en México.

Debo agradecer al ministro anglicano Eduardo Arturo Carrasco-Gómez no solo el haberme puesto en contacto con el obispo Touché-Porter, sino también su constante acompañamiento para hacer de un proyecto casi olvidado la realidad que ahora los lectores y lectoras tienen en sus manos. Tengo gratitud también para quien fuera rector del Seminario Anglicano de México, Pablo Ramos, quien me invitó a compartir una exposición acerca de Aguas en las instalaciones de la institución que presidió. El presbítero anglicano Ricardo Gómez Osnaya me sorprendió agradablemente al invitarme a impartir las sesiones inaugurales de la Cátedra Manuel Aguas, en Guadalajara, lo que contribuyó a acelerar la redacción de este libro que se publica a 144 años de la muerte del personaje. Un anglicano más, Oswaldo Córdova, nutrió con observaciones, información y preguntas el proceso de investigación sobre el padre Aguas.

Es mucha mi deuda con Oscar Jaime Martínez Domínguez y Manolo Zazueta Carpinteyro.  Los dos me auxiliaron en momentos claves del desarrollo de este libro. El primero escuchando pacientemente mis hallazgos, y haciéndome preguntas que me obligaron a profundizar en mi objeto/sujeto de estudio. El segundo nutriéndome con periódicos y revistas actuales, cuya lectura me alejaba de Aguas, pero me hacía regresar con renovadas fuerzas al personaje. Finalmente, agradezco a Juan Merlos Estrada su atenta lectura y correcciones de este material. Su labor ha contribuido para que salga a la luz pública un texto mejor redactado.

Hago un especial agradecimiento a Carlos Daniel Martínez Byer, por su ayuda en localizar y reproducir publicaciones solamente conservadas en microfilme en la Hemeroteca Nacional. Su contribución permitió dilucidar algunos datos que yo no tenía claros, al compararlos con copias de publicaciones que él rescató para mí. Finalmente, dedico este libro a la presidenta de la Lou Clark Foundation, por su infatigable apoyo a mis esfuerzos de investigador independiente. De la misma manera, mi reconocimiento para los integrantes de la mesa de proyectos de la institución: Citlali, Eréndira (member at large), Daniel y Naitzé.

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