Sé lo que hicisteis el último verano (y V)

Dios sigue trabajando. Y le encantan los campamentos. Es un formato que a Él le gusta para acercarse a su pueblo y a las personas que ama.

16 DE JULIO DE 2016 · 17:15

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Ayer por la noche me escribió un padre que conocí hace 6 años en un retiro para contarme que su hijo se bautiza. Tomo la decisión de seguir a Jesús en aquel retiro y durante estos años, su decisión se ha afirmado hasta este domingo en el que da el paso público de bautizarse.

Finalizando ya esta serie dedicada a los campamentos de verano, nos acercamos a la opinión de aquellos que tienen el llamado y la responsabilidad de cuidar de los jóvenes en su contexto habitual: padres y madres en primer término y también los pastores de las comunidades donde conviven y crecen. 

A nivel personal y familiar siempre lo hemos tenido clarísimo: Hemos hecho todos los sacrificios oportunos para que nuestros hijos asistieran a cuantos campamentos fuera posible, y no nos arrepentimos para nada. Al contrario, pensamos que ha sido una de las mejores determinaciones que pudimos haber tomado.

Un gran descubrimiento que hasta los días en los que he escrito estos artículos era solo una intuición no comprobada “científicamente” es el importantísimo rol que los campamentos han desempeñado en la vida de la mayoría de personas que están sirviendo al Señor. En particular, me he quedado muy sorprendido por la enorme influencia en el sector de predicadores, pastores y demás personas involucradas en diferentes áreas o aspectos de la obra de Dios en la edad comprendida entre los 25 y los 45 años. Prácticamente la totalidad de los encuestados testifican su conversión, o su decisión de comprometerse con la Palabra de Dios, o su compromiso a servir a Dios o a bautizarse, etc. en relación con alguna experiencia ocurrida en un campamento.

Sin lugar a dudas, existen numerosos beneficios originados en el contexto de los campamentos para todos aquellos que se implican en ellos. Uno de los pastores a los que acudí para sondear opiniones me envió una larga lista de aspectos en los que se produce crecimiento, madurez y aprendizaje en el marco de un campamento. Os comparto algunos de estos puntos ligeramente editados:

  • Aspectos colaborativos, de trabajo en equipo, de orden, puntualidad, incremento de autonomía personal y responsabilidades con el aseo, las rutinas, de cuidado de los espacios, etc.
  • Tiempo deliberado que se aparta para buscar a Dios, conectar con Él, conocerle y conocerse uno mismo, examinarse uno mismo.
  • Separación de la comodidad y protección familiar en la que se estimula el desarrollo de mayor autonomía y libertad personal, necesidad de relacionarse con iguales, necesidad de negociar con los demás en lugar de dar por sentado los privilegios del hogar, etc.
  • Desarrollo de las relaciones personales, con su consiguiente influencia en la identidad, en el sentido de pertenencia, aceptación y en las habilidades sociales y comunicativas.
  • Espacios naturales, alejados de las ciudades y la tecnología, desarrollo de actividades novedosas, con estímulos a la creatividad, el juego, la curiosidad y la espontaneidad.
  • Formación intensiva en valores cristianos, conocimiento bíblico, observación y cercanía con referentes cristianos de su generación en los compañeros y monitores.
  • Contexto apropiado de reflexión que contribuye al análisis de la propia vida, y a la toma de decisiones responsables y trascendentes para el futuro. 

Mientras concluyo estas líneas, pienso en los adolescentes con los que he compartido estos últimos días en un campamento en Cataluña. Las maravillosas experiencias que he vivido estos días no son excepcionales o diferentes a las que viví en Madrid o Murcia este mismo año, o a las que viviré en Mallorca y Menorca este próximo mes si Dios lo permite.

Dios sigue trabajando. Y le encantan los campamentos. De hecho, vivió en uno durante mucho tiempo. Es un formato que a Él le gusta para acercarse a su pueblo y a las personas que ama. 

¡Nos vemos en los campas!

 

Agradecimientos a Andrés Bitar, pastor de la iglesia Buen Pastor en Madrid, y a Josep Sampedro, pastor de la iglesia Valentia, en Alboraya, Valencia. Las citas son extractos literales o prácticamente literales de su puño y letra. También agradezco a todos aquellos con los que he conversado sobre este asunto, aunque no haya citado explícitamente pero de los que también he aprendido. Y, por supuesto, mi mayor agradecimiento para todos los que habéis trabajado hombro con hombro conmigo en multitud de campamentos, enseñándome, compartiendo y ayudándome a crecer en Jesús.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tramontana - Sé lo que hicisteis el último verano (y V)