Teología de la ortodoxia protestante

A diferencia del pensamiento dinámico y fluido de los Reformadores, ahora se tendía a reducir la fe a un sistema cerrado y estático.

03 DE JULIO DE 2016 · 16:00

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El segundo momento en nuestro resumen histórico, que afloró después de la muerte de los Reformadores, es la Ortodoxia protestante, o "el escolasticismo protestante" (aprox. 1580-1700).[6]

Se caracterizó por "la cerrazón al diálogo con otras iglesias, el gusto por las sutilezas teológicas, el dogmatismo epistemológico y el individualismo a ultranza" (Diccionario ilustrado de intérpretes de la fe, Justo L. González ed., p.477).

A diferencia del pensamiento dinámico y fluido de los Reformadores, ahora se tendía a reducir la fe a un sistema cerrado y estático.

  • Prevalecían las sospechas: algunos luteranos acusaban a los calvinistas de ser "cripto-católicos", algunos calvinistas hacían lo mismo contra los luteranos, y hasta algunos luteranos acusaban a otros luteranos de ser "cripto-calvinistas".
  • En esta época se formuló el dogma de la inerrancia de las escrituras, que no fue tema para los Reformadores, y ahora se extendió dicha infalibilidad hasta las copias y la vocalización del texto hebreo.
  • Pero esa Biblia infalible se empleaba mayormente para textos de prueba y la exégesis bíblica solía ser pobre.
  • De las enseñanzas del NT y del calvinismo moderado de Calvino mismo, los ortodoxos protestantes sacaron inferencias para definir los "cinco puntos" del calvinismo oficial: la depravación total del ser humano, la gracia incondicional de Dios, la expiación limitada (Cristo murió sólo por los elegidos), la gracia irresistible y la perseverancia de los santos (Sínodo de Dort 1618-19).

Una de las razones de la actitud defensiva de la ortodoxia era el crecimiento de una ola de escepticismo racionalista inspirada por el Renacimiento humanista del siglo XV.[7]

Muy importante eran los Ensayos de Miguel de Montaigne (dos tomos, 1580) y el pensamiento de Pierre Bayle (1647-1706), a quien Voltaire apodó "el maestro de la duda".

Después, en el siglo XVIII ("el siglo de las luces"), la llamada "Ilustración" profundizó mucho más las dudas y el escepticismo, inculcando un rechazo de toda autoridad y tradición, buscando la verdad más bien por el raciocinio, la observación y la experimentación.[8]

En el siglo XIX "los maestros de la sospecha" (Kierkegaard, Marx, Darwin, Freud, Nietzsche) terminaron de revolucionar la filosofía occidental.

La teología respondió a estos desafíos de tres maneras. La primera fue la ortodoxia dogmática, apelando precisamente a la autoridad que rechazaban sus contrincantes.

Esto llegó a su reductio ad absurdum con una larga y sensacional polémica periodística entre G. E. Lessing y un pastor ortodoxo luterano, el PfarrerGoeze. Al quedar claro que la teología ortodoxa del pastor Goeze no tenía respuestas, éste terminó el debate amenazando a Lessing con el castigo eterno.

Las segunda y tercera respuesta fueron el pietismo y la teología liberal de Schleiermacher, que anlizaremos aparte.

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