En busca de la felicidad

El noble deseo de ser felices y la incesante búsqueda de la felicidad está insertada en nuestra alma.

18 DE JUNIO DE 2016 · 11:17

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Quizás este artículo resulte una reflexión muy simplificada acerca de la felicidad. Por cierto este título no tiene nada que ver con la película estrenada hace una década En busca de la felicidad basada en la historia real de Chris Gardner (aunque la historia es muy sugerente), dirigida por Gabriele Muccino y la primera protagonizada por Will Smith y su hijo Jaden Smith realizando ambos una magnifica interpretación. Ni tampoco se trata exactamente de La búsqueda de la felicidad, la tesis del profesor de la Universidad de Harvard Tal Ben-Shahar (conocido como el gúru de la felicidad) hoy convertida en cátedra que dicta el curso “Mayor felicidad” que, a pesar de ser electivo, atrae a 1.400 alumnos por semestre. Esta cátedra está fundamentada en encuestas y estudios de campo sobre las características y componentes que permiten vivir felizmente. 

Desde el propio Séneca inquiriendo Sobre la felicidad y siguiendo por el Dalai Lama con su obra El arte de la felicidad y algunas más recientes como son El viaje a la felicidad de Eduard Punset y Las gafas de la felicidad de Rafael Santandreu y por supuesto la lista de prestigiosos autores y diversas publicaciones al respecto a día de hoy continua y es realmente interminable. 

Recientemente pude asistir invitado junto a otros líderes cristianos a una charla coloquio en la Univesidad de Sociología de Barcelona a lo que se ha dado en llamar, la Cátedra de la Felicidad; y este equipo de investigación y estudio curiosamente trabaja analizando las diferentes causas y razones tanto de la felicidad como de la infelicidad, relacionadas estas con el medio en el que vivimos, así como la conciliación de la vida laboral con la vida social y familiar y otros aspectos espaciales y arquitectónicos de nuestras ciudades y viviendas. Por supuesto que también es materia de estudio el fenómeno religioso con respecto a la felicidad de los individuos y otros muchos aspectos recogidos en una encuesta global sobre valores y aspiraciones de la gente en diferentes partes del mundo.

Pero lo que más me llamo la atención es lo que en otro tiempo nos hubiera parecido una autentica majadería para muchos como es nada más y nada menos que toda una cátedra académica y universitaria sobre la felicidad. Esta curiosa iniciativa es una clara demostración de como cambian los tiempos. El noble deseo de ser felices y la incesante búsqueda de la felicidad está insertada en nuestra alma mater porque todos de una u otra manera soñamos con una vida y con un mundo mejor y más estable que dificilmente logramos encontrar en nuestros días. Yo diría que practicamente casi todos los mortales nos pasamos la vida en busca de la felicidad personal como si de una incesante peregrinación se tratase a la búsqueda de la tan codiciada piedra filosofal de la felicidad terrenal. 

La misma Biblia nos revela autenticas paradojas sobre el camino de la verdadera felicidad como por ejemplo, morir a uno mismo para vivir una vida de plenitud espiritual, otra paradoja bíblica de la felicidad es la de perder para ganar, se trata de perder nuestro orgullo y nuestras ambiciones personales para ganar y disfrutar de una vida más Cristocéntrica y de más satisfacción espiritual. Otra de las grandes paradojas es vencer con el bien el mal, amando a la gente con esa fuerza del amor de Dios que ha sido derramada en nuestros corazones, incluso amando a nuestros propios enemigos in exremis. Alguién ha dicho que el amor en acción es la expresión más sublime de la felicidad.

Las bienaventuranzas que leemos en el evangelio (Mateo 5: 3-12) tienen que ver con principios divinos a la vez que dinámicos para la felicidad personal. Por ejemplo “Dichosos, felices y bendecidos (makarios) los misericordiosos porque ellos alcanzaran misericordia” (Mateo 5:7). Aqui se cumple la ley de la reciprocidad, si somos misericordiosos con los demás, nosotros también disfrutaremos de la misericordia de Dios y de tantos otros hacía nosotros. Porque la misericordia es más generosa o siempre va más allá de lo que pudieramos merecer. Otro elemento de nuestra infelicidad es la tensión sicológica y emocional que frecuentemente mantenemos entre lo que tenemos y lo que quisieramos tener u obtener, pero cuando aceptamos confiadamente el contentamiento con lo que tenemos y aprendemos a darle gracias a Dios por todo, se produce una nueva sinergia en la reproducción de nuestras endorfinas liberando una gran satisfacción en nosotros y un gran bienestar emocional a la vez que espiritual.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - En busca de la felicidad