Sé lo que hicisteis el último verano

Me gustaría que esta serie ayudara a reflexionar sobre este particular formato intensivo que llamamos campamento.

18 DE JUNIO DE 2016 · 18:20

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1. La precuela

Empieza el verano. El calor agobia en prácticamente toda la geografía peninsular y en el horizonte vemos acercarse el cierre de los colegios e institutos. Como cada mes de Junio. Y entonces… ¡Llegan los campamentos de verano para niños y jóvenes!

Decenas de iglesias, ministerios, conferenciantes, monitores y, por supuesto, centros de campamentos se preparan para una de las etapas de mayor consumo energético del curso.

A no pocas personas les surgen dudas sobre la idoneidad de estos campamentos dado el inmenso esfuerzo de las familias, la inversión económica y el gran desgaste ministerial que supone este formato intensivo veraniego.

No pretendo convencer a nadie de mi opinión respecto a estos asuntos. Sí que me gustaría que esta serie ayudara a reflexionar sobre este particular formato intensivo que llamamos campamento (aunque no siempre transcurre en el campo ni en tiendas de campaña)

Mi pensamiento sobre los campamentos tiene un cierto valor dado que los he vivido como participante en numerosas ocasiones pero también tengo el título oficial de director de tiempo libre y he dirigido suficientes campamentos y retiros como para tener una opinión formada por la experiencia, al menos cierto grado de experiencia. Los he dirigido para iglesias locales, para la denominación nacional a la pertenezco, para ministerios paraeclesiales, etc.

En unas cuantas ocasiones me he puesto a las órdenes de otros directores y he experimentado campamentos desde el rol de monitor, tanto para niños como para adolescentes o jóvenes. Eso me ha ofrecido nuevas perspectivas sobre las razones de otros para llevar a cabo un campamento, o sus formas de enfocar los aspectos esenciales del trabajo de intervención puntual e intensiva.

También tuve la oportunidad de vivir los entresijos de un lugar de campamentos. En concreto, aprendí algunas cosas de las interioridades de la Casa de Colonias Berea, situada en el Alt Penedés catalán. Este lugar está gestionado por el ministerio Juventud para Cristo, para el que tuve el privilegio de trabajar algunos años en Barcelona. Además cuento con buenos amigos en la dirección de otros lugares de campamentos y suelo preguntarles por algunas de las interioridades de su trabajo cuando me los encuentro.

Los últimos tres años he vivido la mayoría de campamentos desde el rol de conferenciante o predicador, compartiendo la Palabra en diferentes regiones de la península. Eso también me ha permitido tener otro tipo de acercamiento al formato de campamentos. Finalmente, para rematar el marco general, mi currículum tampoco se libra del enfoque pedagógico y espiritual general dado que el equipo pastoral del que formo parte en Alboraya, Valencia, incluye este aspecto del trabajo con los niños y jóvenes cada año, de forma natural.

A pesar de las razones que me permiten escribir sobre este asunto, no quiero expresar solo mis perspectivas personales y con el objetivo de aportar algunas ideas y reflexiones que capten con amplitud el fenómeno de los campamentos y al conjunto de los implicados en ellos he llevado una pequeña investigación. Estos últimos días he contactado con más de dos docenas de personas involucradas en campamentos de verano. Son campistas, padres y madres, monitores y directores de tiempo libre, voluntarios, predicadores y conferenciantes, gestores de lugares de campamentos y pastores. Es una muestra sesgada, lo sé, pero nadie podrá negar que es una muestra, y como tal, tiene cierta representatividad. Todos los participantes me han expresado sus opiniones, que iré citando según temas y también han tenido la amabilidad de responder una breve encuesta con las siguientes preguntas:

  • ¿Vale la pena el esfuerzo que suponen los campamentos para familias, iglesias, voluntarios y demás personas que sirven cada verano dedicando su tiempo de vacaciones? ¿Por qué?
  • ¿Qué valor añadido ofrecen los campamentos que no podamos conseguir en nuestras actividades cotidianas o durante el curso lectivo?
  • ¿Qué influencia espiritual crees que tienen los campamentos entre los niños y jóvenes? ¿Es contraproducente el fruto espiritual resultado de un evento intensivo?

En las siguientes semanas te invito a adentrarte conmigo en las ideas, reflexiones y pensamientos de aquellos que de forma activa viven la realidad de los campamentos de verano año tras año.

La semana que viene empezamos con… ¡Los actores!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tramontana - Sé lo que hicisteis el último verano